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Opinión

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Demencial final

Cuando se votó por las candidatas presidenciales, podía evaluarse una racionalidad mínima del régimen y un espacio en el cual nada era conclusivo. Se confrontaban dos proyectos, pero no se avizoraba una crisis.

Una defensora de instituciones y derechos, otra de programas sociales y un nuevo proyecto de nación, sin que, por cierto, hubiera sido definido, salvo por los dictados del que se va.

El día de hoy las cosas se ven muy diferentes del 2 de junio cuando Claudia Sheinbaum ganó la elección.

El día de hoy más de 35,000 millones de dólares en nuevas inversiones desde el extranjero y, en particular de nuestro principal socio comercial, han sido suspendidas, con motivo del resultado de la reforma al poder judicial.

Tenemos una recaudación a la baja, al punto en el que el subsidio a las gasolinas se ha suspendido, por la necesidad imperiosa de nuevos ingresos.

Tenemos en “pausa” (lo que eso signifique) la relación con nuestros principales socios comerciales. A lo que se suma, la crisis en el gobierno de AMLO, con la captura del Mayo Zambada y de uno de los hijos del Chapo Guzmán.

Tenemos un poder de la república ausente y movilizado con la consiguiente confrontación entre distintos grupos de la sociedad mexicana.

Existen serias posibilidades de entrar en una crisis constitucional, en la medida en la que tres jueces se han pronunciado, de distinta manera para que la reforma al poder judicial no siga su curso y, por supuesto, si el senado la aprueba estaríamos entrando en desacato por parte de los legisladores y nadie sabe qué puede pasar después. La única medida que la ley impone, frente al desacato, es la remoción del cargo y eso lo veo muy difícil de lograr. 

En fin, un país muy distinto de aquel festivo 2 de junio. Hasta la propia presidenta electa, ha cambiado su discurso. 

Después de la elección se empezaron a dar modestos signos de vida propia en la presidenta Sheinbaum. Energías limpias, primeros nombramientos con personas razonables y razonadas, etc. El presidente se la empezó a llevar de gira y volvimos a las mismas cantaletas del señor.

El propósito urgente de cambiar la constitución y reformar al poder judicial, ha disparado un México demencial, impensable hace tres meses. Una suerte de buscar una crisis en dónde las cosas seguían destruyéndose, pero soportables. Hoy eso ha cambiado. Por razones, que sencillamente no se pueden entender, el régimen ha decidido darle un regalo de despedida al presidente aprobando su reforma al poder judicial y con ello generando una crisis en dónde no debería haberla. Y la verdad es que el oficialismo se ha vuelto un cúmulo de halagos y obsecuencias para una sola persona: AMLO. Las consecuencias sólo habrá de pagarlas una persona: Claudia y después de ello, todos nosotros. Nada más, pero nada menos, también. 

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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