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Opinión

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Día de Muertos y apropiación cultural

Foto EE: Especial

Con cada Día de Muertos en México, se reviven debates acerca de la apropiación cultural que han ido cambiando con el paso de los años.

Un libro fundamental para entender las tradiciones desde un punto de vista histórico y antropológico, es La invención de la tradición de Eric Hobsbawm y Terence Ranger. Estos historiadores han explicado para qué sirven las tradiciones en las sociedades contemporáneas, pero también, cómo contrario a lo que popularmente se cree, las tradiciones están en constante movimiento, cambian a través del paso de los años, se reinventan y en muchas ocasiones se inventan para mantener ciertas funciones en una sociedad.

El Día de Muertos es una de esas tradiciones que cumplen con todas estas características. Reúne elementos de sincretismo religioso, de simbolismos alrededor del altar, de comidas, de rituales, de los significados que encierran desde los elementos del altar hasta las formas de pan de muerto y lo que significa cada elemento en relación con el ciclo de la vida y de la muerte. Ante esto, el Día de Muertos se ha reinventado en incontables ocasiones, muchas veces, haciendo que más de uno se envuelva en la bandera de la tradición, como si las tradiciones fueran inamovibles.

En otras épocas, algunos se rasgaban las vestiduras ante la celebración del Halloween y el percibido riesgo de perder la tradición del Día de Muertos como un embate más del imperialismo yankee. Al parecer, este tema quedó atrás para dar paso al debate sobre la apropiación cultural del “Día de los Muertos” —porque el artículo “los” fue agregado como una traducción literal del Day of the Dead— manera en la que se conoce la fiesta de Día de Muertos en países de habla no hispana. Algunas voces se quejan de la adopción de este día en culturas diferentes a la mexicana, en el desconocimiento de su origen y simbolismo, y consideran que esto representa el colonialismo y una apropiación cultural. Es complejo analizar el origen de las tradiciones por sí mismas, puesto que por un lado, el argumento de la colonización apelaba a la “invasión” de una costumbre extranjera como el Halloween, y por el otro, también se apela a la colonización cuando una costumbre mexicana “invade” o se la apropian en otros rincones del planeta. Bajo esta óptica se establece que más que el festejo, estas prácticas rituales responden a diferentes fuerzas que reflejan el signo de los tiempos. La adopción del Día de Muertos en otras culturas, no está exenta de añadir o alterar elementos que no tienen que ver con su origen, pero que a las personas les hacen sentido.

Pocas prácticas han sido inmunes a la “invención de la tradición”, en el sentido en el que por lo menos, hace 20 años, no se organizaba un desfile de Día de Muertos (en parte promovido irónicamente por una producción cinematográfica hollywoodense hace pocos años), ni pululaban los disfraces de catrinas en las calles, pues la Catrina era más el producto artístico de un ilustrador, que una representación simbólica de la que se han apropiado como “disfraz” oficial de la mexicanidad en el Día de Muertos. Hace no más de 10 años, el pan de muerto no contaba con rellenos de pasta de avellanas de origen italiano. Todos estos elementos son los que mientras algunos ven con malos ojos, en la práctica, han permitido a la gente involucrarse y vivir la tradición.

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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