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Duarte, sorpresa y coincidencia
Los que saben de la materia dicen que en política no hay sorpresas ni coincidencias, sólo hay sorprendidos. El adagio viene al caso por lo sucedido con César Duarte Jáquez, el mismo que se llevó a Chihuahua a un baile, que fue detenido en Miami, Florida, el miércoles pasado justo cuando los presidentes López Obrador y Trump estaban reunidos en Washington.
Duarte Jáquez había sido visto en El Paso, Texas y en Alburquerque, Nuevo México. En esta última localidad, mientras “cheleaba” con su abogado, fue fotografiado con una camisa a rayas de varios colores como para asistir a un velorio en Hawái. Esto puede sugerir la idea que lo tenían libre pero vigilado para en el momento propicio utilizarlo como prueba de buena voluntad del gobierno rico del norte hacia el gobierno pobre del sur.
¿Coincidencia? No lo creo. Si acaso sorpresa para nuestro mandatario y para los mexicanos que quedamos sorprendidos. (Aunque por ahí he leído que pensar que la aprehensión de Duarte durante la visita de AMLO no fue una coincidencia es una hipótesis muy barata. Si es barata, con mayor razón, la compro).
Quiero imaginarme a Trump, dirigiéndose a nuestro presidente: “He dicho que ustedes los mexicanos son narcotraficantes, violadores, asesinos y bad hombres. Los he amenazado con subir los aranceles. Los he obligado a utilizar 20,000 efectivos de sus tropas para cuidar mi frontera. Pero a cambio de todo eso te tengo un regalo, una sorpresa para que veas cuánto te quiero condenadote, aquí tienes en persona a César Duarte Jáquez”. Si hubiera estado envuelto para regalo, los presentes hubieran gritado al unísono: ¡Qué lo abra! ¡Qué lo abra! Pero como no traía ni moño ni envoltorio el grito fue: ¡Qué lo encierren! ¡Qué lo encierren!
Y es que en verdad la rata más grande que Chihuahua ha parido merece el encierro. Se le acusa de desviar alrededor de 1,200 millones de pesos durante su sexenio. Se le imputa de padecer el Síndrome de Humberto Moreira, es decir aumentó la deuda estatal hasta 48,000 millones de pesos, de los cuales desfalcó 6,000 millones. Más lo que haya caído del crimen organizado. El demencial enriquecimiento le permitió comprar propiedades a diestra y siniestra; en México y en Estados Unidos. Inclusive es accionista de un banco.
Tan sólo la Fiscalía de Chihuahua le ha asegurado 30 propiedades y se calcula que los ranchos del ex gobernador suman 40 mil hectáreas en donde tiene búfalos, jabalíes y ganado de registro traído de Nueva Zelanda, comprado con dinero público, según se dijo, con la intención de mejorar en México el ganado de los estados de Chihuahua y Nayarit. Las mejores cabezas de este ganado fueron agandalladas por ambos gobernadores, el hoy preso y el nayarita Roberto Sandoval quien tarde que temprano tendrá que rendir cuentas a la justicia.
Además, al César chihuahuense se le responsabiliza de desviar del erario público 250 millones de pesos para financiar campañas del Partido Revolucionario Institucional. Por este último desvío ha sido procesado Alejandro Gutiérrez Gutiérrez que fuera secretario del PRI durante la presidencia en el Comité Ejecutivo Nacional de Manlio Fabio Beltrones. A propósito, el que fuera gobernador de Sonora, subsecretario de Gobernación, senador y diputado, reapareció días antes del viaje presidencial a Estados Unidos para pedirles a sus compañeros de partido que se alejen de los movimientos golpistas, específicamente los promovidos por la derecha rancia que busca destituir al presidente López Obrador que fue elegido democráticamente. ¿Sorpresa o coincidencia?
Ojalá y muy pronto esté en nuestro país César Duarte para que con su tocayo de apellido Javier y con Roberto Borge, los ejemplos peñanietistas del Nuevo PRI, coincidan en la cárcel. Esperemos lo manden pronto, que no sea como la pandemia que nos dicen que faltan dos semanas para que nos digan que faltan dos semanas para decirnos que faltan dos semanas.