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Opinión

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El 2020, año complicado en materia económica

Hacen falta acciones contracíclicas

Al observar la forma en la que se viene discutiendo y aprobando en el Congreso de la Unión el paquete económico presentado por el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, se aprecia cómo los diputados han basado sus deliberaciones únicamente en torno a lo presentado por el gobierno y de ello buscan acomodar hipotéticos ingresos y compromisos reales de gasto, sin siquiera tener en cuenta el entorno adverso que se avecina para la economía mexicana el año que entra. En este sentido, surge la interrogante sobre por qué no están considerando la posibilidad de ser más conservadores con su pretensión de que habrá más ingresos fiscales con sólo apretar al contribuyente cautivo en una economía que no crecerá mayormente y, por el otro lado, que habrá recursos para seguir gastando bajo las condiciones que se establecieron durante el primer año de gobierno. Lo anterior se hace aún más relevante de considerar, la responsabilidad de partir de la realidad de que la economía mexicana pasó de crecer 2.3% en el 2018 a 0.4% al cierre del 2019, sin que para este abrupto freno hayan influido aún los factores externos; por el contrario, se ha dado en un año en el que la economía internacional ha tenido un buen desempeño, particularmente la estadounidense, de la que nos hemos beneficiado.

Alguna parte de las condiciones que dieron el giro a la economía mexicana de crecer a más de 2% a bajarse a cerca de 0 van a prevalecer el año que entra, fundamentalmente la falta de certidumbre en la política económica y el Estado de Derecho —si bien hay que reconocer que la desaceleración ya venía gestándose durante el año 2018 por la incertidumbre de las elecciones. Lamentablemente a estos hechos, estrictamente de carácter doméstico, se les van a sumar ahora sí los que golpearán del exterior hacia nosotros. Es el consenso de los analistas internacionales más prestigiados que en el año 2020 vendrá una desaceleración global agravada por los mayores efectos del Brexit, la guerra comercial y tecnológica EU-China y la desestabilización que se avecina en Medio Oriente por la salida unilateral de las tropas estadounidenses de Siria. El ciclo económico de expansión global ha llegado a su fin y con las condiciones mencionadas se está a la espera de una desaceleración económica mundial; una recesión tipo la del año 2001 en un escenario medio, o bien una fuerte recesión tipo 2008 en el peor de los casos. Cualquiera que sea el escenario que se cumpla, todas las economías del mundo se van a ver afectadas, incluyendo la mexicana.

Bajo este orden de ideas, resulta preocupante cómo nuestro Congreso federal —de la mano de la Secretaría de Hacienda— no está en un franco diseño de políticas económicas contracíclicas para enfrentar el escenario adverso que viene. No se aprecia, por una parte, que haya la idea o margen siquiera para bajar impuestos y, por otra parte, aumentar el gasto de manera temporal para hacer frente al ciclo bajo, lo que luego podrá corregirse una vez que se salga de este ciclo adverso. Este tipo de medidas ha sido probada decenas de veces desde los años 30 del siglo pasado, cuando Keynes las propuso como mecanismo para superar ciclos económicos recesivos, cuyo objetivo central era preservar el empleo de las sociedades y con ello el ahorro y el consumo, así como el emprendimiento al que él llamaba animal spirit.

Es cierto que muchos cuentan con un par de bajas más de las tasas de interés por parte del Banco de México; empero a través de la política monetaria per se no se puede estimular la economía con base en bajas tasas de interés. Es el gobierno federal y el Congreso de la Unión, mediante la política fiscal, los que tienen que complementar la otra parte, lo que no parece poder lograrse una vez aprobada la miscelánea fiscal, enfocada en fiscalizar y recaudar más entre los cautivos, en un ambiente de poco crecimiento e incertidumbre y tampoco con pretender adelantar licitaciones de gasto —sin más gasto— y cuando las licitaciones de este año, en pleno octubre, no se han hecho. Es claro que los órganos del Estado mexicano: gobierno, poder Legislativo y el Banco de México deben estar en este preciso momento diseñando medidas en contra del ciclo negativo que se avecina; de lo contrario, el 2020 puede resultar un año aún más malo que éste que se encuentra en el ocaso.

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Doctor en Desarrollo Económico, Doctor en Derecho y Doctor en Historia del Pensamiento Filosófico Especialidades en desarrollo económico en Oxford University y en Economía Internacional en Georgetown University. Profesor en la Universidad Panamericana y la Ibero. Ha colaborado en la Presidencia de la República, el Banco de México, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, fue Ministro de Asuntos Economicos de la Embajada de Mexico en EEUU (Washington). Autor de libros en Regulación Financiera, Historia Económica, Política Fiscal, Políticas Públicas y Ética.

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