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El embargo petrolero de Europa no es suficiente
Al anunciar un embargo sobre aproximadamente el 90% de las importaciones de petróleo ruso en los próximos 6 a 8 meses, la Unión Europea está golpeando al presidente ruso, Vladimir Putin, donde más le duele. Pero, a menos que Europa también imponga un límite de precio inmediato a las importaciones de energía rusas, Putin pasará los próximos meses beneficiándose de los precios del petróleo considerablemente más altos
PARIS – Vladimir Putin necesita petrodólares, y los necesita ahora. Muchos esperaban que el presidente de Rusia emitiera una declaración formal de guerra contra Ucrania, una medida que permitiría la movilización total de las fuerzas de reserva de Rusia. Pero si bien Putin puede querer enviar más soldados a Ucrania, no puede permitirse el lujo de hacerlo. ¿El embargo de petróleo recientemente anunciado por la Unión Europea lo obligará a acabar con la invasión?
El Kremlin ya ha bajado el tono de su propaganda. Ya no se habla más de tomar Kyiv. Aparentemente, el único objetivo de Putin ahora es ocupar la región oriental de Donbas. Pero incluso allí, Putin no tiene la victoria garantizada, ya que es allí donde Ucrania ha lanzado su llamada Operación de Fuerzas Conjuntas, que incluye a sus unidades militares mejor entrenadas, cada vez más armadas con equipo militar occidental avanzado.
Mientras tanto, Rusia ha perdido gran parte de su equipo militar moderno y las sanciones occidentales le han impedido reponer sus existencias. Con pocas opciones, Rusia ahora está desempacando tanques de la era soviética.
La única forma en que Putin puede compensar la falta de equipo es enviando más soldados. Pero reclutar nuevos reclutas es una idea impopular, por lo que Putin ha recurrido a pagarle a la gente para que luche por Rusia, y tampoco es una miseria. Según los informes, los reclutas ahora reciben entre 3,000 y 5,000 dólares por mes. Sin embargo, la reciente decisión de eliminar el límite de edad para los reclutas del ejército sugiere que incluso la perspectiva de ganar un salario que es un orden de magnitud más alto que el salario promedio en la región mediana de Rusia no está atrayendo a suficientes combatientes.
Los datos presupuestarios publicados recientemente por el Ministerio de Finanzas de Rusia sugieren que Putin difícilmente puede permitirse cubrir los crecientes costos de la guerra. Los datos confirman, en primer lugar, que la guerra ha sido costosa, ya que el gasto militar aumentó casi 130 % el mes pasado, hasta los 630,000 millones de rublos (10,200 millones de dólares), es decir, 6% del PIB anual en forma prorrateada.
Los datos también muestran que Rusia tuvo un déficit fiscal de más de 260,000 millones de rublos en abril, o sea, 2.5% del PIB prorrateado a cifras anuales. Si bien los precios mundiales del petróleo son muy altos, Rusia ha estado vendiendo su petróleo con un gran descuento: aceptó 70 dólares por barril para el crudo de los Urales en las últimas semanas, es decir, 30% por debajo del precio de mercado, mientras que la producción general disminuirá en 10% este año. Mientras tanto, los ingresos no relacionados con los hidrocarburos se han desplomado, dejando que los impuestos sobre el petróleo y el gas representen más del 60 % de los ingresos fiscales, en comparación con menos del 40 % hace un año.
La dependencia de Putin de los petrodólares significa que, al anunciar un embargo sobre aproximadamente el 90% de las importaciones de petróleo ruso en los próximos 6 a 8 meses, la Unión Europea está golpeando a Rusia donde más le duele. Ahora es casi seguro que Putin enfrentará una gran crisis fiscal dentro de un año, lo que dificultará sostener su guerra en Ucrania, y mucho menos invadir otro país.
El problema es que el embargo ayudará a Putin a corto plazo. El mero anuncio ya ha provocado que los precios del petróleo se disparen. Por eso, Europa debería complementar su embargo petrolero con medidas inmediatas adicionales. Destacan dos opciones.
La primera, que Ricardo Hausmann propuso inmediatamente después de la invasión y que otros han demostrado que se puede implementar rápidamente, es un arancel alto sobre las importaciones de petróleo ruso. Este enfoque tiene perfecto sentido económico. Cada euro gastado en petróleo ruso ayuda a Putin a financiar su violenta campaña en Ucrania. Esta es una “externalidad de sangre” y debe fijarse un precio en consecuencia. Parte de la cantidad pagada por los compradores de hidrocarburos rusos debe transferirse a Ucrania como reparación o almacenarse en cuentas de garantía especiales hasta que se otorguen formalmente las reparaciones.
Pero en un momento en que los hogares europeos se enfrentan a costos de energía altísimos, hay poco apetito político por un impuesto al petróleo. Con esto en mente, el primer ministro italiano, Mario Draghi, ha propuesto una solución alternativa: un tope de precios. Según esta propuesta, que el Consejo Europeo ha encargado a la Comisión que evalúe, los países occidentales pagarían un precio más bajo por el petróleo y el gas rusos e impondrían sanciones secundarias a los terceros que paguen más a Rusia.
Se podría implementar un límite de precio de inmediato, digamos, a 70 dólares por barril, y reducirlo en aproximadamente 10 dólares cada mes que continúe la guerra. Sí, Putin podría negarse a vender petróleo a este precio. Pero, dado que ya está lo suficientemente desesperado como para vender a China e India con grandes descuentos, y los precios actuales de la energía superan con creces los costos de producción, esto parece poco probable.
En c ambio, Rusia probablemente continuaría suministrando petróleo y gas a los compradores occidentales al precio tope, mientras que compradores como China e India, bajo la amenaza de sanciones, no tendrían motivos para pagar más. Esto proporcionaría a los consumidores un alivio de los altos precios de la energía y provocaría una fuerte caída de los ingresos de Rusia.
Algunos podrían argumentar que los topes de precios distorsionan los incentivos, en este caso, el incentivo para adoptar energías renovables. Pero este argumento se aplica solo a un mercado competitivo. En el mercado actual de petróleo y gas, los precios superan con creces los costos marginales, y el cártel mundial del petróleo OPEP+ (que incluye a Rusia) acordó recientemente aumentar la producción en julio y agosto. El proveedor de gas ruso Gazprom probablemente estaba manipulando los precios en Europa incluso antes de la guerra. Tal comportamiento monopolístico justifica un precio tope.
Otro argumento frecuente en contra de un tope de precios es que puede estimular un mercado negro. Este es un riesgo real. Las compañías energéticas europeas ya han comenzado a combinar productos petrolíferos rusos con otros, una “mezcla letona”, para poder aprovechar los precios más bajos, al tiempo que afirman no apoyar la maquinaria de guerra de Putin. Pero estas firmas actualmente no están violando ninguna ley. Si se implementara un tope de precios, lo serían. Dada la indignación pública por la guerra, el compromiso de Occidente con las sanciones secundarias y el aumento de las investigaciones dirigidas por ciudadanos que se basan en inteligencia de código abierto, sería muy difícil, si no imposible, salirse con la suya con tal incumplimiento de las reglas.
El embargo de petróleo de la Unión europea dañará a Putin, pero no lo suficientemente pronto. Europa debe imponer inmediatamente un límite de precio al petróleo y al gas rusos.
Ex economista jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, es profesor de economía en Sciences Po.
Traducción: Esteban Flamini
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