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Opinión

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El militarismo a examen: “Érase un país verde olivo”

Foto EE: Especial

Antes de iniciar su mandato, el presidente López Obrador prometía devolver a las fuerzas armadas  a sus cuarteles y promover una solución civil, no violenta, al problema de inseguridad y expansión del crimen organizado en México. A dos meses de nuevas elecciones, nos encontramos en un país crecientemente militarizado donde “las fuerzas armadas tienen  ahora, de iure o de facto, el control de todo el territorio nacional” pero, paradójicamente, el crimen organizado domina vastas regiones y  persisten la inseguridad y la impunidad. Esta paradoja bastaría para cuestionar el proceso de militarización de la vida pública, acelerado bajo este gobierno, que en sí es ya problemático, dado su efecto corrosivo en las estructuras civiles y el orden constitucional.

Para entender el proceso de militarización y sus implicaciones para la vida democrática, no basta con señalar el desmesurado afán de poder de AMLO. Es indispensable aproximarse a la historia de la configuración del ejército y las policías y de las relaciones entre ellos. Es también fundamental examinar las consecuencias de la creciente entrega a las Fuerzas Armadas (Sedena, Semar y GN) no sólo de tareas de seguridad pública (como la prevención e investigación de delitos) sino de múltiples funciones civiles. Éstas son dos de las importantes aportaciones del libro “Érase un país verde olivo” (Grano de Sal, 2024),  escrito por seis connotados investigadores de la UNAM, especialistas en derecho casi todos.

Combinando un enfoque histórico, jurídico y político, las y los autores analizan cómo el Estado en sus distintas fases, desde el siglo XIX hasta 2023, buscó enfrentar los problemas de control del territorio e inseguridad, mediante fuerzas policiacas a menudo mal capacitadas y con funciones de control político  hasta casi finales del siglo XX, y echando mano del ejército como brazo represivo. Explica también el proceso de control por el poder civil de las FFAA después de la Revolución, que permitió evitar su injerencia en la vida política, a diferencia de los ejércitos golpistas del Cono Sur. Analiza por último el gradual proceso de militarización de la seguridad pública y el debilitamiento de las policías, en este siglo sobre todo y más desde 2018.

A la luz del cambio de gobierno, es crucial aquí este detallado análisis de las implicaciones de la militarización y del impulso hacia el militarismo que estamos viviendo. La militarización de la seguridad pública y el otorgamiento a las FFAA de funciones civiles y de control territorial (aeropuertos, puertos, megaproyectos, migración), que acrecientan su poder y recursos, amenazan el Estado de derecho mismo por basarse en ambigüedades jurídicas, favorecer la sumisión a la orden superior, normalizar la opacidad y debilitar las estructuras y funciones civiles que han ido sustituyendo, sin controles ciudadanos. En este sentido, me parece, el afán presidencial de controlar a las Cámaras, a  la SCJN y al INAI corresponde a una política autocrática coherente que busca debilitar el Estado democrático.

Además del peligro que supone la invasión militar de la esfera civil, en cuanto a derechos y libertades, el uso y abuso del argumento de “seguridad nacional”, como bien muestra este libro, favorece la corrupción y normaliza la ilegalidad (“legalizada” por decreto) que implica saltarse los requisitos legales para desarrollar un megaproyecto, por ejemplo. Con resultados nefastos, como muestra el #TrenDepredador.

Dado el fracaso de la actual estrategia de seguridad y los riesgos mencionados, parece incongruente el giro militarista que, en el discurso presidencial y en la propaganda militar, exalta los valores del “pueblo uniformado” (honestidad, obediencia, lealtad) como si en efecto cimentaran su supuesta “incorruptibilidad” y devoción al pueblo.  Desde hace décadas la sacrificada actuación de las FFAA en los desastres contrasta con su arbitrariedad y su desprecio por los derechos humanos en situaciones de conflicto. Pretender adoctrinarnos en una verticalidad en sí misma antidemocrática corresponde también a un afán autocrático.

“Érase un país verde olivo” ofrece importantes claves para reflexionar sobre nuestra democracia y defenderla contra el militarismo.

Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

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