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Opinión

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El poder y sus peligros

Hay peligros mundiales que no son nuevos pero que se visten con nuevas ropas. Uno de ellos es el populismo, que es un síntoma de la democracia causado por enormes desigualdades y que ofrece ilusiones. Surge por la concurrencia del desencanto político debido a formas anacrónicas de representación, a las fallas funcionales del sistema democrático y al rezago social.

En Estados Unidos, el ascenso del populista Donald Trump a niveles altos de aceptación hizo que el presidente Joe Biden renunciara a ser candidato para su reelección y le dejara el camino para ganar la presidencia a Kamala Harris, que tiene una oferta de centro político convincente para sectores importantes de la población, además de que compara muy favorablemente en edad con Trump que tiene 78 años y ella 59.

Todo esto ocurre en Estados Unidos (EU), en donde el gobierno de Biden se caracterizó por éxitos económicos por las nuevas políticas industriales y tecnológicas. La posibilidad de que Trump llegue al poder presidencial no sólo es peligrosa para EU sino también para el mundo.

Analógicamente, en Francia, ante la posibilidad de que llegara Marine Le Pen de extrema derecha a gobernar, a costa de la falta de legitimidad de gestión del presidente Macron, la izquierda en sus diversas manifestaciones y el centro político le ganaron, juntos, electoralmente a Le Pen. Ahora viene un proceso de cohabitación.

En Inglaterra, el Partido Laborista ganó las elecciones recientes, poniendo fin a 14 años de gobiernos conservadores. En este país, la experiencia de los gobiernos de centro izquierda ha sido positiva.

En Rusia, las fuertes sanciones de Occidente al gobierno de Putin por la invasión a Ucrania, le cayeron como anillo al dedo. Su limitada autoridad sobre los oligarcas rusos que tienen sus recursos en los mercados financieros fuera de Rusia, cambió al exigirles escoger entre Rusia y Occidente, ofreciéndoles, además, las empresas occidentales abandonadas en suelo ruso, como McDonald’s e Ikea. Con ello, Putin se fortaleció e inició un proceso de reindustrialización.

La gran batalla por el poder e influencia mundial está entre Estados Unidos y China. Las sanciones impuestas a China por parte del gobierno norteamericano le han servido al gobierno chino para fortalecer su capitalismo de Estado.

Congruente con ello, el presidente Xi ha marginado a los tecnócratas favorables al mercado dentro de su gobierno y se ha rodeado de funcionarios proclives a la línea dura. Asociado a ello, el gobierno ha diseñado reformas para contrarrestar las sanciones extranjeras que afectan a sus exportaciones y al desarrollo tecnológico.

Estados Unidos y China no han demostrado mucha capacidad de cooperación en los últimos años. La única forma de superarlo es con una mayor flexibilidad en las posiciones de los gobiernos.

smota@eleconomista.mx

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Escritor y licenciado en economía, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. De 1984 a 1990 fue embajador de México ante el Reino de Dinamarca, donde se le condecoró con la orden Dannebrog.

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