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Opinión

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El último mes de AMLO, ¿los últimos 39 escalones?

Faltan 39 días para terminar el sexenio de AMLO, ¿qué pasará de aquí al 1 de octubre? Podemos apostar que tendremos un final muy diferente a lo que estábamos acostumbrados, algo que no se parecerá a lo que tuvimos en las últimas administraciones, desde Zedillo a la fecha.

Los tecnócratas tuvieron la obsesión de hacer un cierre de sexenio muy ordenado, en lo económico-administrativo. En el origen, tenemos algo que parece un trauma: Ernesto Zedillo recibió de Salinas una situación muy complicada que no pudo manejar. Decidió que eso no pasaría al final de su sexenio y organizó todo para que fuera así. Finanzas públicas ordenadas y transparentes; compromisos manejables de pago de la deuda pública y ningún cambio drástico de reglas del juego que heredar a su sucesor.

La fórmula se repitió en los finales de sexenio de Fox, Calderón y Peña. Quienes vivimos el final del salinato o las crisis del sexto año de Echeverría y López Portillo les teníamos que explicar esa película a las generaciones más jóvenes. Para ellos, pertenecía a un pasado muy remoto el presidente que pretendió defender el Peso como un perro o la crisis de los Tesobonos. Les hace gracia la expresión de “y para que quitaron los alfileres con los que todo estaba detenido”, que se le atribuye a Pedro Aspe, secretario de Hacienda del gobierno de Salinas. Les hace gracia, pero no les despierta recuerdos dolorosos  a los nacidos después de 1995.

Andrés Manuel López Obrador está convencido de que lo peor que le pudo pasar a México fue el Gobierno de los tecnócratas en las tres décadas que van desde mediados de los ochenta hasta el 2018. Tan convencido está de ello que dedicó su sexenio a deshacer el legado “neoliberal”. ¿Recuerdan que el primer conflicto público con Carlos Urzúa (secretario de Hacienda al comienzo de la administración) tuvo que ver con la forma en que estaba redactado el Plan Nacional de Desarrollo? Le sobraban números y le faltaba una narrativa o relato cercano al pueblo.

La demolición de la obra tecnocrática fue sistemática desde julio de 2018 hasta bien entrado el 2024. La ruptura estaba en la forma en que se tomaban decisiones, en la manera en que se ejecutaban y, por supuesto, en el estilo personal de comunicar. ¿Por qué AMLO iba a tener un final de sexenio al estilo que “impuso” Zedillo?

El guión de López Obrador implica un final a tambor batiente. Con mucho sentido político, prefiere el aplauso de los que lo apoyan al reconocimiento de las calificadoras o los organismos financieros internacionales.  Necesitaba un triunfo amplio en las elecciones de junio y lo consiguió. Requería un consejo del Instituto Nacional Electoral con mayoría cercana a su proyecto y la tiene. Un Tribunal Electoral que no le falle en el último minuto y cuenta con él. En las próximas horas se concretará la sobrerrepresentación y se quitará el freno a las reformas constitucionales.

Queda un mes y una semana. En la agenda de los legisladores están 18 reformas constitucionales y la transformación del Poder judicial. La desaparición de los órganos reguladores y el regreso de superpoderes a Pemex y CFE.

Esta agenda legislativa de final de sexenio no tiene precedente en nuestra historia moderna. Tiene razón el presidente López Obrador cuando dice que los cambios propuestos estaban en la boleta del 2 de junio. Nos equivocamos los que creímos que no iba a obtener la mayoría necesaria para impulsarla y también los que pensaban que dejaría pasar la oportunidad de hacerla, si tenía los votos necesarios en el legislativo.

Los cambios son inminentes y producen calambres. Las mayores reacciones vienen del mundo del dinero. El tipo de cambio se ha movido de 16.90 a fines de mayo a 19.49 a medianoche del 22 de agosto. Los organismos empresariales mexicanos se han activado para expresar en público lo que antes sólo decían en privado: a todos les preocupan las consecuencias de la sobrerrepresentación, la reforma al poder judicial que está en proceso de ser aprobada y la prisión preventiva oficiosa para los delitos fiscales. Dependiendo de la actividad o sector, aparecen preocupaciones adicionales: minería, agua, energía.

En los últimos días se han sumado otras voces: 17 asociaciones de industriales de Estados Unidos mandaron una carta al secretario de Estado, Antony Blinken; la calificadora Fitch advierte de los riesgos para la calificación crediticia de México por la reforma judicial; el banco de inversión, Morgan Stanley redujo la ponderación de México en su portafolio; Citibanamex en una nota especial dice “nuestros pronósticos macroeconómicos implican un debilitamiento de las variables principales , pero toman en cuenta que los inversionistas parecen estar subestimando  los riesgos del nuevo escenario político”.

La novedad de las últimas 24 horas es la toma de postura de las embajadas de Estados Unidos y Canadá. Son nuestros socios del T MEC y, en el caso del embajador Ken Salazar, es insólito que haya tomado el micrófono para cuestionar al gobierno mexicano.

¿Qué tan sería es la confrontación de la 4T con los empresarios e inversionistas? El tiempo lo dirá. Los movimientos en el tipo de cambio son una manifestación de lo que está pasando. Los mercados seguirán bailando en los próximos días, al ritmo que les toque la “orquesta” de legisladores, mientras ejecutan la marcha de las reformas constitucionales.

Lo más importante no está en el valor del peso frente al dólar. Habrá que estar pendiente de los números de inversión y creación de empleos. Revisar qué pasa en la balanza de capitales y verificar si está saliendo dinero de México. Si el nuevo escenario mexicano no les gusta, los empresarios harán sentir su malestar con algo más que declaraciones. Así pasó en otros finales de sexenio.

¿Cuánta vitamina le quitarán al nearshoring los cambios constitucionales? Las opiniones del embajador  de Estados Unidos hay que leerlas en el contexto de la revisión del T MEC, que será en el 2026, pero también hay que ponerlas en la perspectiva del proyecto de relocalización de empresas estadounidenses que ahora están en China. AMLO no se quiere ir a la manera de los tecnócratas y quiere un final apoteósico para su sexenio. Cuidado con que le prenda fuego al T-MEC.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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