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Opinión

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¿En verdad quieres inclusión financiera?, ¡necesitas internet!

“El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos”

Henry Ford

En el artículo anterior “Inclusión financiera o lo que sea su voluntad” comentamos que el tema de la inclusión financiera era en realidad algo que debía analizarse y atacarse desde la multicausalidad, y enfatizamos sólo uno de los factores, consistente en la importancia de actualizar la normatividad financiera de manera que las entidades financieras supervisadas compartieran regulatoriamente y en concordancia con criterios ASG (principios ambientales, sociales y de gobernanza, “ESG” en idioma inglés) la actividad de prestación de servicios financieros incluyendo la dimensión social.

Más sucursales en diferentes ubicaciones, es obvio y sabido que lejos de ser la solución, sobre todo en comunidades alejadas, puede representar importantes problemáticas operativas e incrementos en los costos de inversión inicial; pero no solo eso, los impactos más fuertes habrá que medirlos en el tiempo ya que hay que considerar nóminas, mantenimiento de infraestructuras, seguridad física, dotaciones de efectivo e incluso múltiples primas de seguros; razones por las cuales en México y el mundo, la tendencia es disminuir sucursales, estadísticas que pueden consultarse en el sitio del Banco Mundial en relación con el número de sucursales de la banca comercial por cada 100,000 adultos y que demuestran claramente esta tendencia; por supuesto, más marcada en la medida en que se trate de países avanzados y en el mismo sentido pero con menor proporcionalidad en los países con menor desarrollo.

El mundo tecnológico financiero avanza no a la velocidad del desarrollo de las instituciones financieras, sino a la velocidad que tiene el desarrollo tecnológico; la obsolescencia de las computadoras y dispositivos móviles se empieza a percibir a partir de los 3 años, y sin embargo seguimos utilizando las mismas figuras y canales de distribución de hace decenas de años para los productos financieros (tarjetas de crédito, créditos hipotecarios, etc.), estas discordancias tarde o temprano pasan facturas, y ante las ofertas de innovadores y tentadores productos se incita a la gente a aventurarse en mundos que plantean atractivos rendimientos, contratación y transaccionalidad con agilidad y menor formalidad, etc., como es el caso de las operaciones con criptoactivos, CFDs y demás similares aunque, en el fondo conlleven naturalmente un mayor riesgo.

En ese orden de ideas, y regresando al tema de la inclusión financiera y esta necesidad de que las entidades financieras reguladas participen más activamente en lograr mejorar los bajos índices que reporta nuestro país en la materia, es que cada vez la respuesta está menos en cuestiones físicas; ya que es a través del uso y explotación de la misma tecnología que se debe avanzar en esta tarea pendiente.

Partiendo de esa base, y si entendemos a las aplicaciones informáticas operadas a través de dispositivos móviles inteligentes como vehículos, entonces las redes de datos son las autopistas sobre las que corren estos denominados vehículos. Es decir, la gran carretera de internet, y este es el punto de partida. La estratégica explotación de estas tecnologías estableciendo vasos comunicantes efectivos entre los universos Fintech y Telecom, puede ser el parteaguas que detone un incremento más sensible en materia de inclusión financiera.

En el mundo Telecom sucede algo similar al financiero por los factores socio económicos que comparten, los segmentos de población que habitan en zonas urbanas y cuentan con mayores niveles de ingresos, tienen más y mejores opciones de servicios de telefonía e internet, en comparación con las poblaciones más vulnerables por condiciones económicas o situación geográfica; dicho de otra forma, mientras en la CDMX en una familia puede ser que se cuente con más de 2 líneas telefónicas celulares, en ciertas zonas rurales y serranas, hay comunidades completas que carecen de una.

Para pronta referencia, retomaremos información disponible en la Plataforma Estadística de Telecomunicaciones y el Pronóstico de Servicios de Telecomunicaciones 2023 (que proyecta datos estimados de cierre para 2024) del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), así como de la empresa Altán Redes, que nos puede servir para dimensionar el estado actual del sector. Partiendo de lo general a lo particular, diremos que en el país somos alrededor de 130 millones de habitantes y en lo que respecta a líneas telefónicas contratadas, se estima que para cierre de 2024 hayan alrededor de 142 millones, de las cuales 135 millones también contarán con servicios de datos, lo que nos lleva a que estamos hablando en telefonía de 107 líneas por cada 100 habitantes y 102 con servicio de internet por cada 100 habitantes. Como mencionábamos anteriormente, habría que entender estos números sin perder de vista que en determinados segmentos poblacionales una sola persona tiene más de una línea telefónica.

A esto hay que adicionarle la cada vez más creciente participación que los Operadores Móviles Virtuales (OMV) están reportando internacionalmente y también en México en el sector de la prestación de servicios de telefonía y datos móviles, e incluso internet fijo. Sólo para efectos ilustrativos, podemos mencionar que el incremento de líneas a través de estos proveedores reportaba en 2019, 2 millones, y para el cierre de 2023, se estima que reporte 13.3 millones.

Con todo esto, llama la atención que si vemos la información que se menciona en el rubro de beneficios derivados de la actividad desarrollada por los OMVs, se identifican los casos de las escuelas, hospitales y en general servicios públicos; e igualmente en el Reporte Mercado de Operadores Móviles Virtuales 2023 del IFT, se listan 14 modelos de negocios a nivel internacional, para los cuales se están utilizando estas tecnologías, entre otros el comercio, el freemium, nichos específicos por zona o tipo de segmento, etc.; pero no obstante que la banca ha aprovechado estas tecnologías para su banca digital, en ninguno de los casos se contempla como objetivo específico desarrollar el mercado de servicios financieros como estrategia para incrementar la inclusión financiera en el país, sobre todo en el supuesto de los segmentos más vulnerables. Lo antes dicho, no sólo aplica para la banca, ya que, bajo el entendido Fintech, operan propiamente las ITFs, pero también SOFIPOs, SOFOMEs, e incluso algunas SOCAPs de avanzada.

Como ventaja estratégica a considerar, están las capacidades de Altán Redes, proveedor mayorista que dada su naturaleza y encomiendas, está en un proceso continuo de incrementar la presencia en todo el país, incluyendo comunidades pequeñas y aisladas (que no necesariamente representan atractivo comercial para las otras compañías) con el objetivo de superar el 92% de la población, lo que aunado a los esquemas de roaming que existen, permiten la interconexión con las redes de terceros como CFE, Telcel y AT&T, brindando en consecuencia al usuario de estos OMV un servicio con amplia presencia en el territorio nacional.

En conclusión, si en verdad se busca incidir en la mejora de la inclusión financiera para segmentos de la población no bancarizados o deficientemente bancarizados, las entidades financieras auténticamente innovadoras y que operan en forma digital, debieran considerar en sus planes y modelos de negocio, la operación, alianza, asociación o cualquier otra figura que les permita ofrecer a precios atractivos a sus clientes y potenciales clientes, el servicio de internet que requieren para prestar sus servicios financieros, aunado a comisiones mercantiles con tiendas de conveniencia, de subsistencia popular, etc., para permitir las operaciones de cargas, depósitos y retiros que correspondan.

Twitter: @LBartolini

e-mail: lbartolini01@gmail.com

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