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Estados Unidos, entre las democracias y el pragmatismo
El presidente López Obrador solicitó al presidente Biden que se invite a todos los países de la región a la próxima Cumbre de las Américas. AMLO ha condicionado su participación si es que Cuba, Nicaragua y Venezuela son excluidos de esta Cumbre, y se ha mencionado que algunos otros mandatarios podrían adoptar esta misma postura.
¿Qué puede ganar México al ponerse del lado de las dictaduras y confrontar a un aliado comercial tan importante? A simple vista resulta indefendible el envío de este mensaje a nuestro principal socio económico, especialmente si Estados Unidos decide mantener su postura del lado de la defensa democrática.
Por un lado, ponerse del lado de Venezuela, Cuba y Nicaragua contrasta con la defensa de la democracia que constantemente hace nuestro Presidente; es un hecho que los ciudadanos de estos tres países carecen de elecciones libres y de derechos políticos reales. Por más críticas que existan a nuestro sistema electoral, en México hay alternancia e instituciones serias que permitieron la democratización del país. Ideologías aparte, ¿a algún político mexicano le gustaría ser oposición en uno de esos 3 países?
En materia diplomática, si bien México ha mantenido vínculos entrañables con Cuba y ha condenado el bloqueo en numerosas ocasiones, la realidad es distinta con Venezuela y Nicaragua con quienes tenemos pocos temas en común. Cuba se ha convertido en un campeón de la diplomacia y llega a latitudes donde nosotros jamás hemos podido; por ejemplo, la isla tiene alrededor de 30 embajadas en África mientras nosotros apenas contamos con ocho. No se puede obviar a La Habana en el tablero multilateral, por el contrario, apelando a la ayuda que siempre hemos dado a Cuba deberíamos buscar su cooperación para ampliar nuestras relaciones en África.
La política no es lineal, las coyunturas pueden redefinir hasta las decisiones que parecían más estables. Hasta ahora es poco probable que el Presidente Biden cambie su decisión considerando que la agenda de la Cumbre incluye la defensa de la democracia y libertades. Aunque es válida la crítica que señala que Estados Unidos no ha dejado un mensaje democratizador en los países donde interviene (solo ver el resultado en Afganistán eriza la piel) será Biden quien decida la convocatoria a la Cumbre.
El mundo no es el mismo que hace unos meses. La pandemia afectó desde nuestra salud hasta las cadenas productivas, y la invasión de Ucrania ha incrementado los precios de los combustibles, los alimentos y fertilizantes. Estados Unidos va a elecciones legislativas en noviembre en pleno descontento por la inflación y las críticas republicanas hacia la política migratoria demócrata.
Pero, ¿qué pasaría si la Casa Blanca decide cambiar su narrativa y se mueve - una vez más - al lado del pragmatismo? La agenda de Estados Unidos en la región tienen repercusiones directas en el tablero electoral de noviembre: Ampliar la producción de crudo en Venezuela puede disminuir los costos de los combustibles (Washington y Caracas ya han iniciado diálogos al respecto), un acuerdo con Cuba y Nicaragua puede reducir algunas presiones migratorias, y probablemente lo más importante en términos geopolíticos es que esta puede ser la coyuntura tan esperada por Estados Unidos para retirar la influencia rusa de la región. Los diálogos con Cuba no son nuevos, no sorprenderían al electorado demócrata, pero lograr nuevos equilibrios políticos y una América unida no sólo sería un triunfo para AMLO, sino un mensaje poderoso para Biden frente a una elección a la que le conviene llegar más fortalecido.