Buscar
Opinión

Lectura 3:00 min

Gritos fiscales

Las disputas fiscales en el marco del Bicentenario son sólo hipocresías partidistas sobre la supuesta responsabilidad fiscal y los derroches de Lujambio.

El motivo del tricolor por bajar el IVA de 16 a 15% parece ser motivado sólo por revanchismo y populismo. En una economía letárgica, como la nuestra, donde el crecimiento es función de factores externos positivos (como en el pasado) o de un efecto rebote (como el actual), una reducción generalizada de impuestos puede ser un mecanismo para reanimar la inversión, así como el consumo. Pero la reducción, de darse, debe ser inteligente y estratégica, no en función de un posicionamiento político de instantáneo plazo.

La motivación original de un impuesto único, por ejemplo, es dar más espacio a la actividad productiva, simplificando los procesos de trámite, así como la administración fiscal. Pero esa reducción (digamos, 10, 12, 15 o 22%, o lo que sea, pero totalmente flat) tiene que ser universal y debe prescindir de deducciones, incentivos, créditos, exenciones y otras formas de almuerzo gratis.

De otra forma, hablar de bajar impuestos es hipócrita, hasta ofensivo, en la medida que los hoyos presupuestales generados por la baja impositiva se verán compensados con un capricho tributario o truco contable, otro impuesto a los ricos o un precio más elevado del precio del petróleo.

Los agentes cotidianos, nada tontos, ciertamente mucho menos que lo que el actual virreinato parlamentario supone, ya preparan su arsenal de mecanismos de defensa -como lo hacen durante estos tiempos de miscelánea fiscal-. El resultado será: evasión, cultura de no pago, corrupción, baja recaudación y sálvese quien pueda.

De igual hipocresía, también ofensiva, es la respuesta panista, avalada por grupos del sector privado, sobre la supuesta irresponsabilidad fiscal de la baja del IVA, la estabilidad es una condición necesaria del crecimiento . Sí, pero no a costas del contribuyente, porque bajo esa lógica si eleváramos el IVA a 17, 18 o 22% podríamos financiar más gasto social, más desayunos, más ejercicio presupuestal y de paso pagar algo de deuda, por no decir generar un superávit en las finanzas públicas. Muy pobre, fácil de reducir al absurdo, esta postura oficialista…

¿No sería mejor, acaso, un presupuesto austero, sin los derroches virreinales de Lujambio, sin las burocracias que sirven solo para exprimir rentas, sin los privilegios de realeza que disfrutan todos los vividores del Estado? Y, con esa ganancia presupuestal, bajar impuestos en forma generalizada?

No olvidemos la hipocresía del partido del sol en esta materia, cuya creatividad se limita a un rotundo ¡NO! A lo que sea, de donde venga, sea cual sea su contenido.

rsalinas@eleconomista.com.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas