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Opinión

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¿Hasta dónde podremos programar el cerebro?

España presentó hace pocos días una carta de derechos digitales que, aunque no tiene vinculación legal, abre las bases del debate de cuáles son los derechos digitales que se deben proteger. 

Esta carta divide en cinco títulos fundamentales los derechos de los ciudadanos: 1. libertad, 2. igualdad, 3. participación y conformación del espacio público, 4. entorno laboral y empresarial, 5. derechos digitales en entornos específicos.

De todos ellos el último de los títulos, “entornos específicos”, es el más innovador pues el resto de derechos son la adecuación de las normas existentes al entorno digital. En este último título se contempla el uso de la inteligencia atificial (IA) y las neurotecnologías, por ejemplo.

Las neurotecnologías se pueden se definir como “el conjunto de métodos e instrumentos que permiten una conexión directa de dispositivos técnicos con el sistema nervioso”. Simplemente que un ordenador puede hablar directamente a nuestro cerebro o cuerpo sin que intervengan ningún otro sentido. Esta tecnología bien usada podría curar enfermedades neuronales como el Alzheimer o incluso psiquiátricas. Comercialmente podría incluso ser la mejor dieta del mundo, ya que el ordenador podría eliminar de la mente la comida por impulso.

No es una locura, ya existe un experimento del científico Rafael Yuste que consiguió que ratones se alimentaran generando impulsos eléctricos directamente en su cerebro.

Uno de los puntos clave que detalla la carta de derechos digitales en cuanto a la inteligencia artificial es la prohibición específica de sistemas “dirigidos a manipular o perturbar la voluntad de las personas”. A grandes rasgos, se trata de evitar que se pueda dirigir a los individuos a hacer cosas que de manera natural no harían. Algo que ha sucedido y sucede con las redes sociales. Uno de los ejemplos más claros es Cambridge Analitica.

Pero elevemos un escalón la complejidad. Combinemos ambos aspectos y quitemos toda ética posible. Hagamos que algoritmos de inteligencia artificial se comuniquen con el cerebro de manera directa sin ninguna posibilidad de que la persona se dé cuenta, ya que el mensaje entra directamente al cerebro. En un aspecto comercial esto hará que las marcas puedan “obligarnos” a comprar productos que no queremos.

La combinación de ambas tecnologías sin una regulación y control podría hacer que se programaran odios de ciertos grupos sociales contra otros. Este último punto es un extremo, pero si no se regula de manera correcta estas situaciones podrían alcanzarse mas rápido de lo que podemos imaginar.

Como en todos los proyectos normativos existe especial cuidado a grupos vulnerables como niños y adolescentes o personas mayores… Es clave definir quién es vulnerable ante una tecnología desconocida y que supera cualquier capacidad de entendimiento que han tenido los seres humanos con anterioridad. Hasta personas con un nivel académico avanzado podrían considerarse vulnerables si el mensaje va dirigido a su cerebro directamente y no es el correcto.

Los próximos meses serán clave para el desarrollo de los derechos digitales para las actuales generaciones y las futuras. Se están sentando las bases para el desarrollo normativo que deberán regular los países para proteger a ciudadanos y consumidores frente a un posible mal uso de las tecnologías.

Yno sólo eso: se están poniendo los cimientos del desarrollo de los derechos humanos en el mundo para los próximos 100 años, al menos.

Chile ha iniciado el debate parlamentario para una reforma constitucional que permita adicionar un párrafo a su artículo 19 constitucional. “La integridad física y psíquica permite a las personas gozar plenamente de su identidad individual y de su libertad. Ninguna autoridad o individuo podrá, por medio de cualquier mecanismo tecnológico, aumentar, disminuir o perturbar dicha integridad individual sin el debido consentimiento. Sólo la ley podrá establecer los requisitos para limitar este derecho, y los requisitos que debe cumplir el consentimiento en estos casos.”

Aunque la adición parezca obvia es un paso de gigante en el futuro de los ciudadanos y de la seguridad de los Estados y naciones. Sienta las bases para poder regular las tecnologías que trabajen directamente en el cerebro. Es necesario que se permita el desarrollo de proyectos que permitan mejorar la calidad de vida de personas y naciones, pero no a cualquier precio.

España y Chile están dando los pasos adecuados para sentar unas bases sólidas para el futuro normativo de estas tecnologías. Esperemos que el debate vaya creciendo para enriquecerse con más visiones.

Twitter: @alejandro_cubi

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