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Opinión

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Hipólito Mora y el coraje empecinado de no resignarse

La muerte de Hipólito Mora no será en vano. El defensor de tierras, de productores de limón, el protector de la localidad de la Ruana, Michoacán pasará a la posteridad por su coraje, valentía, y por haber sido uno de esos hombres que se atrevió a pesar de todo, a no dejar que un grupo de criminales se apoderara de su patrimonio, ni el de su comunidad, a pesar de las consecuencias. Hoy, Hipólito esta muerto. Después de haber sufrido varios atentados en la zona de Tierra Caliente, en donde uno de ellos le arrebató a su hijo, no se rindió, no huyó y no abandonó a su tierra y se quedó hasta el final, le pese a quien le pese, nunca se rajó.

Si, Hipólito Mora tomó las armas -acción muy cuestionada por algunas autoridades-, y fundó uno de los grupos de autodefensas en aquel lejano 2013, porque las autoridades de entonces, así como las de ahora, no respondían a los llamados de auxilio de comunidades que vivían sometidos por los cobros de piso, por las extorsiones, amenazas y desapariciones que eran y son el pan nuestro de cada día, en Tierra Caliente, como en otras zonas del país. Hoy, el asesinato de Hipólito Mora deja ver cosas con mayor claridad, que zonas del país que no son aisladas, se encuentran a merced y a capricho de los grupos criminales y que las autoridades de los tres niveles de gobierno no han estado a la altura de las circunstancias para impedir que esto ocurra por capacidad o por voluntad.

Sólo el día de ayer, sumado a la trágica muerte de Hipólito, en Celaya, Guanajuato explotó un coche bomba, que dejo a 4 elementos de la Guardia Nacional heridos de gravedad, lo cuál se suma al asesinato de 3 policías de la localidad, dando un total de 14 policías muertos en lo que va del año en el municipio, de conformidad a información de autoridades locales. Si, esta es la realidad de nuestro país, que  suma en Chiapas, el secuestro de 16 trabajadores de la Secretaría de Seguridad Pública del estado en el tramo carretero de Ocozocoautla y Tuxtla Gutiérrez,-quienes de conformidad a información de la autoridad federal, trabajaban en el penal de Ocozocoautla-  por un comando armado, sin que hasta el día de hoy hayan sido liberados, a pesar de las demandas de los familiares, que no hay dejado de estar un solo día exigiendo a las autoridades de los tres ordenes de gobierno que los ayuden. Ante este caso, la respuesta del presidente de la república fue épica, pedirles a los criminales que los devolvieran, o si no,” los acusaría con sus papás y sus abuelos”, aludiendo posteriormente que el gobierno no es cómplice de la delincuencia, sin dejar de lado que la respuesta del gobernador o la de la presidencia local hiciera mucha diferencia, que al día de hoy no ha dado ningún resultado, aunque las autoridades aseguran que la búsqueda continua.

Lo duro de todo esto, es que estos eventos se suscitaron en esta semana, sin que haya un solo detenido o responsable por los hechos. Sí, esta es la cotidianidad para algunas localidades y territorios a lo largo y ancho del país, y a su vez, también es real esa capacidad por parte de las autoridades para evitar que estas situaciones sucedan. No me cansaré de insistir en que la seguridad y la tranquilidad de los ciudadanos no es negociable en ningún país del mundo, es un derecho y las instituciones elegidas para este fin, tienen la obligación de hacerlo, y nosotros como sociedad responsable, exigirles cuentas y alzar la voz cuando sea necesario hacerlo, así como Hipólito Mora lo hizo, y como otros y otras a su vez lo han hecho, incluso arriesgando su vida hasta el final -periodistas, activistas, defensores de derechos humanos, ambientalistas, entre otros,-…Nunca resignarse a que las cosas no pueden cambiar.

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