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Impulsar a los jóvenes sobresalientes es otra tarea pendiente en la educación en México
A lo largo del tiempo, el debate sobre la igualdad ha estado presente y muchos políticos han promovido una visión que aunque bien intencionada, pasa por alto una verdad fundamental: cada ser humano es único, irrepetible y con talentos y capacidades distintas. En lugar de aspirar a una igualdad absoluta que ignore nuestras diferencias, lo que realmente necesitamos es igualdad de oportunidades, que permita a cada individuo desarrollarse de acuerdo con sus propias habilidades.
Una de las principales herramientas para atender a los jóvenes sobresalientes es la educación especial, tal como lo menciona el Artículo 41 de la Ley General de Educación. Este artículo destaca que la educación especial está dirigida tanto a personas con discapacidad como a aquellos con aptitudes sobresalientes. De igual forma establece que debe propiciarse la inclusión de estas personas en los planteles regulares, garantizando su acceso, permanencia, participación y aprendizaje en condiciones de equidad. No obstante, mientras que la atención a personas con discapacidad ha tenido avances, el caso de los jóvenes con talento ha sido prácticamente letra muerta en todos los niveles de gobierno.
La razón es simple, los niños y jóvenes con capacidades excepcionales, al no recibir una educación adaptada a sus necesidades, tienden a aburrirse y, en consecuencia, muchos de ellos terminan abandonando la escuela. La falta de un sistema educativo que ofrezca estímulos para su desarrollo, les ha privado del suelo parejo que necesitan para florecer. Estos jóvenes, en lugar de ser potenciados, muchas veces son invisibilizados.
Este vacío en la política educativa ha dejado a generaciones de jóvenes talentosos sin la oportunidad de desarrollar su potencial, lo cual representa un desperdicio no solo para ellos, sino también para nuestro país. Hace unos años la revista Expansión publicó un estudio que decía que el 96% del talento en México se pierde o se diluye. No podemos seguir permitiendo esto.
No me cansaré de decirlo, capacitar a nuestros maestros para identificar y apoyar a los estudiantes con aptitudes sobresalientes es fundamental. Este tema, que sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro sistema educativo no puede esperar más, una formación adecuada para los docentes no solo aseguraría que estos jóvenes reciban la educación que necesitan, sino que también impulsaría una educación más justa.
Es momento de que dejemos de tratar a la igualdad como una meta. La igualdad no existe ni existirá, todos somos y seremos diferentes. La desigualdad humana es una fortaleza no una debilidad. El que todos seamos diferentes nos permite tener diferentes talentos y perfiles que construyen una mejor sociedad. La igualdad de oportunidades en la educación debe enfocarse a que cada estudiante sin importar sus capacidades reciba la educación que necesita para alcanzar su máximo potencial y florecer plenamente.