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Opinión

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Innovaciones contra la injusticia sanitaria

La industria biotecnológica no está haciendo lo suficiente para mitigar los determinantes sociales de las disparidades en los resultados de salud y el acceso a tratamientos médicos innovadores. Las empresas podrían abordar estos desequilibrios dañinos con fondos equitativos de investigación y desarrollo, un enfoque inclusivo para los ensayos clínicos e inversiones en programas de uso compasivo

CAMBRIDGE – En el último medio siglo el progreso de la innovación médica ha sido exponencial. Pero la persistencia de desigualdades sanitarias limita los beneficios potenciales de avances científicos y tecnológicos que podrían salvar vidas o mejorar su calidad.

Un ejemplo patente de esta desigualdad lo da el debate por la asignación de vacunas y tratamientos durante la pandemia de Covid‑19. En septiembre de 2022, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, volvió a insistir en que el acceso equitativo a vacunas es requisito para poner fin a la pandemia; en aquel momento, sólo estaba vacunado el 19% de la población de los países de bajos ingresos, en comparación con 75% en los de altos ingresos.

No obstante este desequilibrio, en los países ricos hubo más pérdida de años de vida per cápita que en los países pobres, una paradoja que pone de manifiesto el hecho de que la desigualdad sanitaria es un fenómeno con muchos niveles. En Estados Unidos, por ejemplo, el análisis de datos acumulados muestra que los índices de contagio y muerte por Covid‑19 fueron mayores entre las personas de color que entre las blancas. La disparidad puede atribuirse a los determinantes sociales de la salud: factores extramédicos con incidencia crucial sobre los indicadores clínicos. La discriminación institucional y estructural, un menor alfabetismo sanitario o barreras culturales e idiomáticas dificultan el acceso a una vida larga y saludable.

Para reducir la desigualdad sanitaria y ayudar a las poblaciones subatendidas, los innovadores deben prestar atención a estas cuestiones. Todavía hay muchas enfermedades para las que no existen intervenciones terapéuticas adecuadas o son limitadas. Esto se aplica sobre todo a trastornos genéticos infrecuentes, pero también a padecimientos más comunes: por ejemplo, los obstáculos al seguimiento de los regímenes de tratamiento contra la hipertensión por parte de los pacientes pueden tener una incidencia negativa sobre los resultados.

Es necesario que la industria de la biotecnología asigne financiación suficiente a actividades de investigación y desarrollo relacionadas con enfermedades que afectan en forma desproporcionada a determinados grupos étnicos. Suele decirse que las enfermedades transmisibles no conocen fronteras, pero por desgracia los padecimientos genéticos y no transmisibles sí que discriminan. En esta era de innovación médica, está a nuestro alcance lograr avances novedosos para ayudar a estos pacientes.

También es necesario reconsiderar la forma en que se realizan los ensayos clínicos. Hay que incluir en ellos una diversidad de comunidades que sea representativa de la condición patológica. Los estudios deben tener en cuenta la situación socioeconómica de los participantes y su cobertura de seguro médico, y diseñarse de modo tal de incluir a personas de grupos subrepresentados. En esto pueden ser útiles medidas como: elaborar material informativo para el reclutamiento de los participantes que sea adecuado y pertinente desde un punto de vista cultural; reducir el tiempo de traslado a los centros de ensayo y la frecuencia y cantidad de los controles; recurrir a la teleconsulta médica allí donde sea adecuado; y encontrar modos creativos para la transmisión selectiva, la recopilación y la difusión de información.

Además, las autoridades regulatorias y sanitarias pueden hacer más para alentar innovaciones que den respuesta a los problemas de carácter social. A la par de los avances en el desarrollo de tecnologías y medicamentos genéticos y de precisión, es necesario que las organizaciones públicas y privadas colaboren para que estos tratamientos novedosos estén al alcance de quienes los necesitan. Estrategias creativas para la fijación de precios y el reintegro de costos pueden hacer posible un acceso equitativo y sostenible a los recursos, para los pacientes y para los sistemas sanitarios. Un ejemplo es el «marco de negociación basado en valores» (avalado por la empresa a la que represento), con el que se intenta resolver algunos de los problemas relacionados con el reintegro de costos en Europa, acelerando las negociaciones entre los fabricantes y los pagadores, con la mirada puesta en aumentar el acceso de los pacientes a productos innovadores.

Finalmente, las empresas de biotecnología pueden y deben ser ciudadanas corporativas responsables. Eso implica invertir en organizaciones dedicadas a trabajar en los determinantes sociales de la salud (las enormes disparidades en ingresos, educación, transporte, exposición a la violencia, etc.) y proveer acceso equitativo a diagnósticos y tratamientos. Por ejemplo, la organización internacional sin fines de lucro Acumen usa su modelo de capital basado en los pacientes para invertir en empresas centradas en satisfacer las necesidades de los consumidores de bajos ingresos, desde la vivienda hasta el acceso a fuentes alternativas de energía y el agua.

Merck lleva más de una década fomentando esta labor mediante su programa Merck for Mothers, cuyo objetivo es promover una atención materna segura y de alta calidad en todo el mundo. Sanofi Global Health, una división sin fines de lucro de Sanofi creada en 2021, también ayuda a comunidades subatendidas, mediante la venta de medicamentos a precios accesibles en cuarenta países de bajos ingresos.

La industria de la biotecnología debe seguir ampliando los programas de uso compasivo de medicamentos y colaborar con organizaciones sin fines de lucro que proveen acceso a tratamientos esenciales. Ya hay en la industria muchos modelos exitosos que pueden ofrecer orientación y servir para identificar buenas prácticas; por ejemplo las alianzas de Gilead con fabricantes de genéricos para la producción de fármacos de alta calidad y bajo costo y el acuerdo de Merck con el Fondo de Patentes de Medicamentos con el objetivo de diversificar el suministro de medicamentos recetados a países de ingresos bajos y medios.

Tenemos que hacer frente a la desigualdad sanitaria con la misma pasión, determinación e innovación que aplicamos al desarrollo de medicamentos. Las crecientes desigualdades que hoy existen en el acceso a tratamientos y en los indicadores sanitarios son tanto más injustas cuanto que son evitables. Y como vimos durante la pandemia, son un problema de todos. Acciones colectivas para mejorar la equidad en la atención médica (incluido en ello enfrentar sus determinantes sociales) pueden alargar y mejorar las vidas de millones de personas. Ese es el objetivo al que deben apuntar todas las empresas dedicadas a la atención de la salud.

El autor

Yvonne Greenstreet es la directora ejecutiva de Alnylam Pharmaceuticals.

Traducción:

Esteban Flamini

Copyright: Project Syndicate, 1995 - 2023

www.projectsyndicate.org

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