Lectura 8:00 min
La crisis bancaria en Estados Unidos y las diferencias con el sistema bancario mexicano
Hay un ambiente de preocupación por una crisis bancaria generalizada en territorio estadounidense. El pasado primero de mayo, el banco regional estadounidense, First Republic Bank, cerró operaciones y fue adquirido por JP Morgan tras mostrar problemas de liquidez; durante las últimas semanas, se ha comenzado a hablar de PacWest Bancorp, otro banco regional estadounidense que podría estar comenzando a presentar estrés por fuertes salidas de depósitos de sus clientes. Ante esto, ¿será de esperar que más bancos medianos quiebren en Estados Unidos? ¿la volatilidad registrada en los mercados accionarios durante las últimas semanas está justificada? ¿Está el sistema bancario mexicano preparado para evitar un escenario parecido?
El sistema bancario estadounidense se compone de más de 4,100 instituciones, que suman alrededor de 29 billones de dólares en activos. Es un sistema dual, debido a que las instituciones bancarias son reguladas por organismos de alcance estatal y/o federal. Dependiendo del tamaño de activos y actividad, los bancos pueden elegir bajo qué tipo de licencia operar; ya sea licencia estatal, otorgada y regulada por el departamento de regulación bancaria de cada estado, o licencia federal, lo que implica que adicionalmente serán regulados por la Reserva Federal (Fed) o bien, por la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) quien es el que autoriza las licencias para bancos federales. Además, existen organismos auxiliares en el sistema, los cuales son la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB) quien corrobora que los bancos traten correctamente a los usuarios, y la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) quien asegura hasta por 250,000 dólares los depósitos de las personas y empresas.
La regulación federal estadounidense impone reglas y mecanismos robustos a los bancos grandes y de importancia sistémica, pero requiere de menor escrutinio a aquellos que no son considerados como tal. Los criterios para clasificar a un banco como de importancia sistémica fueron relajados durante la presidencia de Donald Trump, excluyendo a bancos del calibre de Silicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic Bank. Por lo tanto, los bancos regionales, medianos y chicos en Estados Unidos pueden comenzar a presentar estrés o problemas operativos y no levantar alertas de manera inmediata para el regulador, ya que no se les aplican pruebas de estrés ni se les supervisan métricas de liquidez relevantes como el Coeficiente de Cobertura de Liquidez o el Coeficiente de Financiamiento Estable Neto. Dentro de este contexto, y como consecuencia de las alzas en las tasas de interés, durante el 2022, Silicon Valley Bank acumuló pérdidas no realizadas en sus inversiones que ascendieron a 16 mil millones de dólares, las cuales no tuvieron efecto en sus indicadores de solvencia y liquidez, situación que sí hubiera ocurrido antes de 2018.
Por otro lado, el sistema bancario mexicano está constituido por 50 bancos, los cuales son regulados por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), quien también autoriza las licencias bancarias en conjunto a Banco de México, y supervisa que cumplan con los estándares internacionales en materia de regulación. Sin importar el tamaño, las 50 instituciones bancarias deben de cumplir con todas las métricas de calidad de cartera, liquidez y capitalización mínimas para poder seguir operando, además de que el órgano regulador cuenta con un sistema de alertas tempranas para evitar estrés en el sistema financiero. También existe el Instituto de Protección al Ahorro bancario (IPAB) que es auxiliar en la protección del usuario bancario en México, ya que asegura por hasta 400 mil Unidades de Inversión (poco más de 3 millones de pesos) las cuentas de los clientes en casos de quiebras o liquidaciones, mientras que la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) orienta y atiende las quejas de los clientes de las instituciones financieras. Así pues, existe una amplia red de regulación en el sistema bancario mexicano que es exigente con los bancos sin importar la cantidad de activos que tengan, lo que brinda mayor solidez tanto financiera como jurídicamente.
En México las actividades bancarias están mayormente concentradas en 7 instituciones que, por su tamaño, tienen que cumplir con niveles de capitalización más estrictos, ya que en conjunto representan el 77% de los 12.9 billones de pesos de activos que registra el sistema bancario mexicano. Si ponemos en perspectiva las cifras, medido en cantidad de activos, el sistema bancario mexicano representa el 2.47% del sistema bancario estadounidense; también para entender la preocupación de los medios e inversionistas estadounidenses, hay que resaltar que el valor de los activos de First Republic Bank previo a su cierre de operaciones era de 229,000 millones de dólares (4.1 billones de pesos), lo que es equivalente a casi un tercio del valor del sistema bancario mexicano. Esta diferencia desproporcional en tamaño de sistemas bancarios se debe a varios factores. En primer lugar, a la muy alta bancarización de la población estadounidense con relación a la población mexicana. De acuerdo con la FDIC, el 81% de la población adulta estadounidense tiene contratado al menos un producto bancario, para el caso de México esta cifra es del 49.1%, de acuerdo con el Inegi, en contraste, según un reporte de la Fundación de Estudios Financieros (Fundef), se estima que las instituciones bancarias mexicanas cuentan con la infraestructura para atender al 98.2% de la población. Ahora, el porcentaje de la población mexicana con acceso a servicios financieros incrementa al 65%, debido a la existencia de instituciones alternativas a los bancos como las Sociedades Financieras Populares y las Sociedades de Ahorro y Crédito Popular, estas instituciones ofrecen servicios de crédito y captan depósitos y, de manera similar a un banco, están sujetas a la supervisión de la CNBV para proteger a sus ahorradores y socios. Estas últimas cumplen una función relevante en el sistema financiero mexicano, pues se enfocan en sectores demográficos desatendidos por la banca tradicional. En segundo lugar, el sector informal de la economía mexicana representa el 29.2% del PIB y emplea al 55.4% de la fuerza laboral, en contraste, en Estados Unidos este sector representa únicamente el 7.3% del PIB, lo que hace que las empresas y personas tengan la necesidad de contar con productos bancarios.
Al conjuntar los puntos ya mencionados, podemos explicar las raíces de la crisis de los bancos regionales estadounidenses. En primer lugar, el hecho de que haya miles de bancos para tener una cuenta y cada estado tenga decenas de opciones, permite que el usuario estadounidense al primer indicio de riesgo retire el dinero de su banco y mude su cuenta a la competencia, presionando la liquidez de las instituciones que sufren estas salidas extraordinarias. En segundo lugar, dado que la regulación actual ha permitido que los bancos inviertan los depósitos de sus clientes en instrumentos de plazo, en caso de salidas excesivas de recursos tendrán que liquidar sus inversiones con pérdidas, afectando su capital de manera inmediata. En tercer lugar, existen instrumentos con liquidez similar y rendimientos superiores a los de una cuenta bancaria, como los certificados de depósitos y fondos del mercado de dinero, que ofrecen rendimientos de hasta el 5%, en comparación a las cuentas bancarias que llegan a otorgar solamente un 0.15%, lo que también ha impulsado los retiros de dinero.
Tomando en cuenta que, hasta ahora, la banca en México continúa capitalizada correctamente y no se han levantado alertas por liquidez de las instituciones, no hay señales de que el escenario estadounidense se haya contagiado a México ya que, además de que no hay bancos regionales como alternativas para depósitos, la regulación bancaria en México no permite que algunas instituciones tengan una regulación más laxa que otras y cuenta con la fortaleza provista por un marco regulatorio sólido y por el sistema de alertas tempranas de la CNBV que analiza toda la operación de un banco, desde depósitos, capitalización, liquidez y morosidad. Así pues, al día de hoy observamos un sistema bancario mexicano estable y con herramientas para detectar a tiempo algún estrés sistémico, además de que el contexto de ambos sistemas bancarios tiene diferencias relevantes.