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Opinión

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La democracia y sus acepciones europea y latinoamericana

Europa y América Latina se eclipsaron en Bruselas luego de ocho años sin hacerlo.

Al leer las 10 páginas de la declaración final de la cumbre Unión Europea/Celac uno se queda con sabor aterciopelado. La imaginación traduciría la declaración de buenas intenciones en una imagen en la que aparecieran los 60 presidentes tomados de las manos transfiriéndose buenas vibras, como si de una convención de sectas se tratara.

Son dos planetas unidos por la necesidad y no tanto por la filiación histórica o ensamble de intereses comunes: la Unión Europea hizo como que veía a tres dictaduras (puntos 7 y 8 de la declaración final), pero las pasó de puntitas (porque no las condenó), prefirió hablar sobre el deber ser de las democracias.

América Latina y el Caribe, por su parte, simularon normalidad democrática de manera cínica ya que tres elefantes/dictadores se colaron a la cumbre: (Cuba, Nicaragua y Venezuela). Para ser justos, Nicaragua no firmó el documento final. Dio un paso adelante al revelarse como una especie de protectorado de Rusia en Centroamérica dado que desde hace años se encuentra extraviada en la región.

Ojo con el punto 7 de la resolución: “Reafirmamos (…) los valores compartidos (…) unas sociedades (…) democráticas”.

¿Es en serio?

“(…) La promoción, protección y respeto de todos los derechos humanos y libertades fundamentales; el Estado de Derecho; la democracia, incluidas las elecciones libres y limpias”.

¿En serio?

El punto número 8 de la resolución aborda el compromiso por los Derechos Humanos: “La Declaración Universal de Derechos Humanos y (…) la adopción de la Declaración y el Programa de Acción de Viena, el Estado de Derecho y los derechos humanos (…) siguen siendo principios clave de nuestra alianza renovada.

¿Es en serio?

Díaz-Canel, Maduro y Ortega no han de poder dormir de las risas que les debió de provocar estos elementos tan distantes a su vida diaria.

La Unión Europea pecó de inocente al identificar en el punto número 40 de la declaración final su buena fe en la dictadura de Venezuela: “Alentamos un diálogo constructivo entre las partes en las negociaciones dirigidas por Venezuela en Ciudad de México”.

Se trata de una mala broma. Nicolás Maduro ha incentivado más de 15 mesas de negociación con la oposición. En todas ha vencido pues sigue atornillado a la silla presidencial. El descaro de Maduro lo llevó a fichar al expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero como blanqueador oficial en el ámbito internacional de sus crímenes de lesa humanidad. El lunes, el presidente Pedro Sánchez saludó con cariño a Delcy Rodríguez, represora oficial de la dictadura.

¿Zapatero y Sánchez no leen El País?

Lula, Petro y Alberto Fernández, le tomaron el pelo a Emmanuel Macron a la hora de sentarlo en la mesa con Delcy Rodríguez. Al parecer, Macron no conoce el historial de mentiras vertidas por Maduro en sus famosas mesas de diálogo. Macron quiso ser interlocutor de Putin. Ahora lo intentará con Maduro.

La Unión Europea intenta reconciliarse con una región donde hay más intereses chinos que estadounidenses.

Por su parte, América Latina y el Caribe se encuentran en medio de una confusión: un dogma les obliga a mirar hacia el siglo XX; la guerra fría como el último storytelling de Netflix. La realidad les revela un fracaso de los populismos: desde México hasta la Patagonia.

Atrapados en Netflix.

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Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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