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La ilusión viaja en pipa
La tragedia ocurrida en el hospital Materno Infantil de Cuajimalpa dejó mucho dolor y no pocas lecciones en materia de seguridad.
Tras los peritajes, Gas Express Nieto, la empresa que abastecía de gas, bajo contrato, a ese hospital y a otras instalaciones del Gobierno del DF, tendrá que pagar multas por poco más de 42 millones de pesos.
La empresa genera ganancias mucho mayores a esa cifra, pero ese costo no estaba en su presupuesto, sin menoscabo a medidas ya anunciadas, como la obligación de las gaseras de destinar 41 centavos por cada kilo que comercialicen para seguridad y mantenimiento de las unidades, así como capacitación para el personal, el cual deberá verificar la autoridad.
En el país, diario circulan más de 40,000 vehículos de transporte de gas LP, entre pipas y camiones que llevan cilindros de diversas capacidades, que en total suman 8.5 millones de toneladas de gas al año, es decir, los recursos para mejorar la seguridad en las empresas no son poca cosa.
Hoy por hoy, las empresas distribuidoras no tienen mucho margen de maniobra o derecho de pataleo ante la medida, pero quizá lo que más les pesa es tener que cargar con un desembolso que no esperaban hacer.
Sobre todo, porque desde hace tiempo trabajan en un proyecto para desentenderse en la amplia excepción de la palabra del último tramo de viaje del combustible antes de llegar a los hogares en todo el país.
Dicho plan consiste en traspasar en venta las unidades de reparto a las tripulaciones de los camiones o pipas, lo cual modifica la estructura de ese negocio.
Las gaseras ya trabajan para que sus actuales equipos de reparto se conviertan en microempresarios y socios inversionistas en el negocio. Sólo deben tener el capital para comprar el camión o pipa de reparto, para seguir repartiendo el combustible, que les será vendido, tentativamente, 90 centavos más barato que el precio final, pero ahora bajo cuenta y riesgo de ese último eslabón de la cadena de comercialización.
De golpe puede parecer interesante, al fomentar el autoempleo y el emprendedurismo, pero también genera, de entrada, dudas sobre la viabilidad de ese plan, que de haber estado vigente, habría derivado en que la responsabilidad del accidente del 29 de enero en Cuajimalpa recayera directamente en la tripulación de la pipa, pues ellos tienen que responsabilizarse de transportar y manejar un producto tan inestable como el gas licuado de petróleo.
A muchos choferes y sus compañeros repartidores les ha de hacer ilusión y es absolutamente válido ser empresarios. Conocen el negocio, desde la perspectiva de los empleados.
¿Alguien les habrá explicado ya las implicaciones, gastos y responsabilidades de llevar combustible altamente flamable, en vehículos que de por sí ya vieron pasar sus mejores años y que con el modelo que pretenden implantar las gaseras tendrán que trabajar bastante más para solventar el gasto de su compra?