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Las mujeres mexicanas y el ahorro para el retiro
Las mujeres mexicanas enfrentan retos de jubilación muy diferentes a los que enfrentan los hombres, y esto se debe, en gran medida, a que su posición en el ámbito laboral sigue siendo desigual.
Dedicarse exclusivamente al trabajo del hogar es un obstáculo no sólo para la toma de decisiones sobre los ingresos de la familia y para la inclusión financiera, sino también representa una limitante para vivir una vejez independiente, ya que no cuentan con fuente de ingreso alguna. El no contar con un trabajo remunerado significa que están sujetas al acceso a la seguridad social que pueda o no tener su pareja y está en función también de la permanencia de la pareja.
La división sexual del trabajo ha ubicado a un importante número de mujeres en situación de vulnerabilidad y riesgo de pobreza en la vejez, con menos recursos para enfrentar su retiro y para planear su vida en términos autónomos. De la población entre 18 y 40 años que trabaja, 41.9% son hombres y sólo 25.5% son mujeres, por lo que más mujeres se encuentran sin posibilidad alguna de ahorrar.
Además, entre aquellas mujeres que trabajan, las mujeres se dedican en mayor porcentaje, 31% vis a vis; 22% a actividades por cuenta propia o independientes, que tampoco se encuentran incorporados al régimen de pensiones.
Tal vez de esa realidad económica se desprenda la percepción que tienen las mujeres, de manera mayoritaria, de que no podrán mantenerse a sí mismas durante el retiro y que esperan que sea uno de sus hijos quien las apoye durante esta etapa de su vida. En este sentido, 24% de las mujeres menores de 40 años cree que podrán mantenerse a sí mismas durante el retiro, mientras que el porcentaje de hombres que lo piensa es mayor en 11 puntos porcentuales (Encuesta Amafore 2019).
Este panorama muestra enormes retos en el camino para asegurar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Además, por si fuera poco, la esperanza de vida de las mujeres es, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, mayor en cinco años a la de los hombres.
Por lo tanto, el tema del ahorro para las mujeres se convierte en reto mucho mayor. Se deben poner en marcha medidas que coadyuven no sólo a su autonomía y empoderamiento económico; sino también incluyan acciones que les permitan ahorrar para que disfruten de una calidad de vida durante su vejez de manera independiente.