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Lilly Téllez o en boca cerrada no entran moscas
“Es mejor mantener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y confirmarlo”, la frase de Mark Twain, escritor estadounidense (1835-1910) le viene bien a la senadora Lilly Téllez, quien en un acto de ignorancia del derecho internacional humanitario y del Artículo 11 de nuestra Constitución, únicamente por atacar al presidente López Obrador y a su gobierno, cometió la estupidez de ofrecer una disculpa pública al pueblo de Ecuador y a su presidente Daniel Noboa, “por el actuar gangsteril” del mandatario de nuestra nación.
La legisladora, afecta a los reflectores más que a las reflexiones, quien llegó al Senado de la República auspiciada por Morena, movimiento con el cual jamás tuvo coincidencias ideológicas, para pasarse enseguida al PAN, se arrogó el derecho de representar la opinión de millones de compatriotas cuando a través de un vídeo expresó: “En mi propio nombre, Lilly Téllez, y en el nombre de millones de mexicanos (¿a esta cantidad llegó por medio de una encuesta, a ojo de buen cubero, o recabó firmas ciudadanas?) quiero ofrecer al pueblo del Ecuador y al presidente Daniel Noboa, una disculpa pública, por el embate del bulling latinoamericano a su país. Como Ecuador ha constatado López Obrador es el bulling de Latinoamérica. López Obrador presidente de México, violó el concepto que los mexicanos honramos: ‘El respeto al derecho ajeno es la paz’” (Ahora resulta que es juarista la panista candidata a continuar seis años más viviendo del erario sin aportar nada).
Agregó sentirse avergonzada por la actuación del encargado del despacho, Roberto Canseco, quien “salió a violar el suelo ecuatoriano” (¿?) y celebró la detención del exvicepresidente Jorge Glas, al que llamó “peligroso criminal”. Ni siquiera tuvo el recato de usar el adjetivo presunto sino que lo calificó de manera arbitraria, sin tener pruebas, ni vela en el entierro, como peligroso criminal.
Por supuesto que tiene derecho a estar en desacuerdo con el gobierno de la 4T en general y contra el presidente López Obrador en particular; pero, cualquier persona pública, cuantimás una senadora de la República, antes de hablar tiene que saber con exactitud de que se trata, cuáles son los motivos y las razones de lo que va a expresar y conectar el cerebro con la boca. Sobre todo en una circunstancia como la que criticó donde la actuación de nuestro gobierno fue aprobada, prácticamente, por unanimidad por la OEA y aplaudida por el resto del mundo.
Lo que sucede es que Lilly con tal de dar la nota es capaz de cualquier cosa, como la que sucedió en el Senado el pasado mes de febrero, cuando a la panista no le gustó la manera de masticar de la senadora de Morena, Lilia Margarita Valdéz, quien comía algo en su curul, y la grabó para subir la imagen a sus redes sociales en un acto de clasismo y falta de tolerancia. A la imagen siguió un burlón comentario “Al menos cierren la boca. Una cosa es masticar y otra rumiar”. Algo parecido a la sugerencia que Téllez le dio a su homóloga se le puede aplicar a ella: al menos cierre la boca. Una cosa es argumentar y otra decir tonterías.
La sonorense a la que le faltan mucho para ser lo que se siente: diva de la política, está enferma de importancia e infectada de protagonismo. Antes de emitir tan temeraria opinión sobre los sucesos de Ecuador, debería de haber consultado a su compañero de fórmula (contra natura) para el senado, Manlio Fabio Beltrones.
Ahora mismo se me ocurren dos hechos que contradicen que no se puede mezclar el agua con el aceite: la fórmula Téllez (PAN) Beltrones (PRI) para senadores por Sonora, y el líquido que sale por las llaves en la alcaldía Benito Juárez.
Punto final
Hola, ¿cómo te llamas?