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Opinión

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Maíz transgénico y glifosato: Claves para desenredar un lío binacional

Uno. El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo. México no es el primer país en prohibirlo, aunque la prohibición entrará en vigor hasta abril de 2024. En Europa lo han hecho, Austria, Francia, Dinamarca, Italia y los países bajos. En Asia, está el caso de Vietnam..

Dos. En Estados Unidos, donde el glifosato es el herbicida más utilizado, la empresa fabricante Bayer/Monsanto aceptó en 2020 pagar 10,900 millones de dólares a alrededor de 125,000 demandantes que alegaban que el cáncer que padecían había sido provocado por el uso de Roundup (el nombre comercial del glifosato).

Tres. El maíz genéticamente modificado fue utilizado por primera vez en Alemania en 2005. Los mayores usuarios de semillas genéticamente modificadas son Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá e India.

Cuatro. Europa es el continente más radical en la prohibición del cultivo del maíz genéticamente modificado. Es también el lugar donde se vive de manera más clara la paradoja de mantener la prohibición, a pesar de la ausencia de pruebas científicas contundentes de daño.

Cinco. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha certificado como seguros los transgénicos, pero muchos países han establecido moratorias sirviéndose de una cláusula de salvaguarda que permite establecer moratorias en el cultivo, si se encuentran evidencias científicas de riesgo. Hasta ahora, no hay pruebas científicas de daño, pero eso no ha impedido que sigan las prohibiciones.

Seis. El decreto publicado el lunes 13 de febrero de 2023 sustituye el que se publicó en 2020. Entre otras cosas, el texto del decreto del 31 de diciembre de 2020 estaba mal redactado, según reconoce la Secretaría de Economía: no estaba claro lo que se pretendía hacer. El gobierno no permitirá maíz genéticamente modificado para la producción de tortillas de maíz, ni masa. Abre la puerta a la importación de maíz genéticamente modificado cuando el destino sea la alimentación de ganado o uso industrial.

En México, 30% del consumo del maíz es para uso humano; 47% es pecuario y 9%, industrial, según datos de la Cámara Nacional del Maíz Industrializado.

Siete. La posición del gobierno mexicano en torno al maíz se acerca mucho a la forma en que Europa maneja el tema. Queda por ver cómo se procesará en México el tema de las evidencias científicas de daño o riesgo. En Europa, algunas de las grandes empresas alimenticias se quejan de que pierden competitividad y que la autoridad reguladora mantiene una prohibición para responder a una presión social que no presenta pruebas científicas. La agencia responsable de procesar las pruebas a favor o en contra de los transgénicos será la Cofepris. Hasta ahora, este organismo ha rechazado 14 de 17 solicitudes de biotecnológicos, en maíz y soya principalmente.

Ocho. En defensa de la calidad de las investigaciones hechas por la Cofepris, el gobierno mexicano se refiere a un caso reciente, relacionado con los vapeadores. En Estados Unidos se había determinado que emitían solo cuatro gases y eran inofensivos. La autoridad mexicana determinó que eran más de 20 gases y que sí causaban daños.

Nueve. Para México, la prohibición total del glifosato y parcial del maíz genéticamente modificado implica un problema: ¿cómo sustituirlos? En el caso del glifosato, no hay un sustituto que ofrezca resultados similares. En México, la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos advierte que la suspensión del uso del glifosato podría traer un desplome de hasta 40% de la producción de frutas, verduras y cereales. Los activistas del medio ambiente que dicen que no se trata de encontrar un químico que haga menos daño, sino de cambiar la forma en que se trabaja la agricultura.

Diez. México es autosuficiente en maíz blanco, que se utiliza para consumo humano e importa 90% del maíz amarillo de Estados Unidos. El valor de estas importaciones fue de 4,987 millones de dólares en 2022. Sólo China representa un mayor mercado para los productores estadounidenses, ubicados en el llamado Corn Belt, donde están Iowa, Indiana, Missouri, Nebraska y Kansas.

Once. La mayor parte del maíz que produce Estados Unidos utiliza semillas genéticamente modificadas. Si México quisiera comprar maíz libre de modificaciones genéticas debería acudir a un mercado global que tendría dificultades para abastecer la demanda mexicana. El mayor productor de maíz no transgénico es Ucrania, con 15.5 millones de toneladas. Le siguen Brasil y Francia con un poco más de 5 millones de toneladas cada uno, y Estados Unidos, con 4.3 millones de toneladas. En el corto plazo, una demanda tan considerable como la mexicana, 17 millones de toneladas, significaría un “jalón” que desestabilizaría el mercado global y provocaría un fuerte incremento en el precio mundial.

Doce. Estados Unidos presentará una queja contra México por el decreto contra el maíz transgénico. Eso se deduce de la reacción inmediata del Secretario de Agricultura y de algunas asociaciones de productores. El desenlace es de pronóstico reservado, a diferencia de otras controversias, como las relacionadas con contenido regional en vehículos o energía.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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