Buscar
Opinión

Lectura 11:00 min

Marx, Heine y los premios Nobel

En sus recuerdos sobre la relación del poeta alemán Heinrich Heine muy admirado por Jorge Luis Borges, y su padre Karl Marx, Eleanor Marx (Ivonne Kapp, “Eleanor Marx, Family Life”, vol. 1, 1855-1883) vertió el siguiente comentario: “Marx era un gran admirador de Heine. Quería al poeta tanto como a las obras de éste, y enjuiciaba con la mayor indulgencia sus debilidades políticas. Decía que los poetas eran tipos extraños y que había que dejarles que recorrieran sus propios caminos, porque no se les podía medir según las normas de las personas corrientes ni con la de las extraordinarias” (ver también H.M. Enzensberger, “Conversaciones con Marx y Engels, Ed. Anagrama, 1999).

Marx pensaba que las vicisitudes políticas personales de los escritores y científicos no importaban en la valoración de la calidad de su trabajo intelectual.  En adición a lo anterior, Marx consideraba que podían existir juicios imparciales en el campo de la ciencia social, consideraba el trabajo de los inspectores de fábricas de Inglaterra del Siglo XIX encargados de la redacción de los informes sobre “Public Health” (salud pública), y el delos comisarios ingleses de ese tiempo, encargados de investigar la explotación de la mujer y del niño, el estado de la vivienda y la alimentación, etc., como hombres peritos, imparciales e intransigentes, por lo que sus informes reflejaban sin sesgo la realidad de los mercados sociales y laborales. Al analizar, la obra del economista inglés David Ricardo defensor de las ventajas comparativas del libre comercio y la globalización, Marx alabó su escrupulosidad científica y la profundidad de su arquitectura analítica; al respecto expresó lo siguiente: “los dos primeros capítulos de “On the Principles of Political Economy and Taxation” de Ricardo (1817), producen un gran gozo teórico… [por] su originalidad, unidad en la visión de base, simplicidad, concentración, profundidad, novedad y amplitud de espectro”.

Una veta interesante en el debate intelectual y político la brindó Jorge Luis Borges al introducir el tema del pluralismo y la cortesía como elementos necesarios en dichos debates. La siguiente anécdota contada por el autor de “Ficciones” (1944) es muy iluminante: “Aprendí en el Japón – argumenta Borges- aquel admirable hábito de suponer que el interlocutor tiene razón. Uno puede estar equivocado, puede estar tan equivocado como uno el interlocutor; pero en todo caso, el suponer que el interlocutor tiene razón es un buen preludio para el diálogo. El hecho de ser, bueno, hospitalario con opiniones ajenas y posiblemente adversas a las que profesa uno” (Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari, “Los diálogos”, Seix Barral, 2024). Aunque Marx enfatizó el componente ideológico como elemento sibilino en el discurso científico, reconoció que lo que importa es separar la ideología de la ciencia en el pensamiento social. Marx solía decir, que habría que distinguir sus análisis como hombre de ciencia de sus disquisiciones como hombre de partido. Reconoció profusamente la validez de las contribuciones analíticas de hombres de ciencia social, aunque fueran la antítesis política de las posturas adoptadas por el autor de “El capital” (1867)   

En contraste, la teoría de Jean Paul Sartre sobre el compromiso del artista, del escritor y del científico social, hace responsable al pensador social y al escritor por su comportamiento como hombre de la poli social y, no exclusivamente por sus méritos literarios. “El ser y la nada” (1943), y “La nausea” (1938), obras supremas de Sartre no valen nada según su opinión ante el hambre de un niño. Esta postura parece contradecir a la de Marx. Siguiendo sus preceptos existencialistas Sartre fue congruente al renunciar al premio Nobel de Literatura que la Academia Sueca le otorgó en 1964.

La postura de Marx si fuera miembro del Comité Nobel de Literatura sería la de otorgar un voto razonado en favor del escritor por méritos puramente literarios sin considerar su posición política. El Comité Nobel de la Academia de Ciencias y Artes de Suecia durante el periodo 1900-2023 con 120 nominaciones, parece haber oscilado entre las posturas de Marx “premiar al escritor por sus méritos literarios independientemente de sus posturas políticas o de su acción social” y, las de Sartre “premiar al escritor por méritos literarios y a la vez por los méritos por su responsabilidad política y social”. Cabe matizar el asunto de la actuación del Comité Nobel de Literatura, señalando que, su homónimo el Comité Nobel de Economía, ha actuado casi siempre desde 1969 a 2023, al seleccionar a los galardonados hacerlo bajo una orientación y propósitos ideológico-políticos muy claros y definidos a saber, la de apuntalar a la escuela económica tradicional neoclásica (sustento de los que defienden al capitalismo como el mejor sistema económico del mundo, favoreciendo primordialmente con ello a los poderosos de este mundo), excluyendo a los economistas de orientación heterodoxa (marxistas, postkeynesianos y estructuralistas) que ligan la distribución de la renta con el crecimiento económico en una visión de mayor igualdad distributiva en el ingreso. Justicia Social en economías de mercado.

El profesor Hayek premio Nobel de economía y representante de la conservadora escuela austriaca de economía señala que “la frase Justicia Social no tiene ningún sentido cuando se aplica a una sociedad de hombres libres. No puede existir justicia distributiva en un contexto en que nadie está encargado de distribuir [….] la justicia social solamente tiene sentido como concepto en una economía centralmente planificada, pero es inaplicable a los resultados de un proceso espontáneo como es  una economía planificada”. (Diego Pizano Salazar “Algunos creadores del pensamiento económico contemporáneo”. FCE, 1980). Hayek dedicó todo un libro a intentar demoler a la economía ricardiana que hacía del principio de la distribución de la renta (Justicia Social) en la acumulación del capital el tema más importante de la ciencia económica (Von Hayek, “Law, Legislation and Liberty Volume 2: The Mirage of Social Justice”, 1978. Una réplica poderosísima a la postura de Hayek que, considero definitive, es la que contiene el ensayo de Andrew Lister “The Mirage of Social Justice: Hayek againts and for Rawls” CSSJ Working Papers Series, May 10, 2011, Balliol College University of Oxford).

El Comité Nobel de Literatura ha adoptado posturas que, alternan el otorgamiento del premio Nobel tanto a escritores progresistas, cómo a escritores conservadores, sin que el citado Comité tenga una línea política clara al declarar al escritor ganador del Nobel. Erza Pound y Ferdinand Celine son dos notables escritores de este proceder; el primero un poeta de alcance universal modernista como lo atestigua su monumental obra “Cantos” (1915-1962) que hubiera sin duda agradado a Marx considerando que el filósofo de Tréveris se deleitaba con la poesía de Heine. Un poeta alemán innovador del siglo XIX que, fue más allá del clasicismo como se ejemplifica en su notable texto “Alemania: un cuento de invierno” (1844). El otro autor Ferdinand Celine fue un novelista; un escritor que en mi opinión innovó la novela moderna como Erza Pound innovó la poesía.

La brillantísima reseña de León Trotsky de 1933 de la novela “Viaje al fin de la Noche” (1932) de Celine que constituye su obra maestra, nos indica claramente que, si el marxista Trostky hubiera sido miembro del Comité Nobel de Literatura, le hubiera otorgado sin duda su voto a Celine para el otorgamiento del premio Nobel. Pound y Celine fueron indudablemente vetados por la Academia de Ciencias y Artes de Suecia debido a sus posturas y actividades políticas. Arthur Lundkvist, miembro eterno hasta su fallecimiento del Comité Nobel de Literatura en su célebre polémica de 1979 con Karl Vennberg señaló rotundamente que “es inaceptable decir que los méritos de las obras de Pound y Céline compensan sus escandalosas efusiones de odio y de perversidad dignas de psicópatas” (Kjell Espmark, “El Premio Nobel de Literatura. Principios que sustentan las decisiones y las evaluaciones”, 1988). De acuerdo con Espmark, la postura de Vennberg fue la opuesta “Me pregunto -señaló Vennberg- si autores de simpatías totalitarias como Erza Pound o Céline no habrían merecido el Nobel […] las ideas políticas personales de un escritor, ¿no son divagaciones que mueren en su época histórica? Ni siquiera los peores marxistas condenan ya a Balzac por haber sido un sucio reaccionario” (Marc Bassets “Peter Handke: el Nobel de la discordia”, 8 diciembre, 2019). Respecto a esta última afirmación expresamos que se olvida Vennberg (y esto confirma la postura de Marx respecto de Heine), que el autor de “El capital”, veneraba a Balzac como artista y lo ubicaba al nivel de la talla de Goethe y de los clásicos de la literatura universal sin que importase su postura política reaccionaria.

Los vetos políticos no fueron considerados en el otorgamiento del premio Nobel de literatura en los siguientes casos: José Camilo Cela muy favorable al franquismo, y promotor activo de la dictadura venezolana de Pérez-Trujillo. Cela es un escritor español bueno, pero en mi opinión no de clase universal (“La familia de Pascual Duarte” del escritor español, escrita en 1942 no tiene el nivel de un Nobel, quizá “La colmena” escrita en 1951 si pudiera considerarse de un nivel artístico elevado, por lo menos así me lo parece); Thomas Mann personalidad veleidosa de opiniones políticas muy oscilantes, pero supremo novelista a la altura de Balzac, si miramos sus creaciones: “Los Buddenbrook” (1901), magistral relato de la caída de una familia de élite; “Muerte en Venecia” (1912), novela corta que luce bien al lado de “La muerte de Ivan Ilich”(1886) de Tolstoi, y de la novela “Pobres gentes” (1846) de Dostoievsky; “El Doktor Faustus” (1947), que integra una trilogía inigualable con “El Fausto” de Marlowe (1592?), y “El Fausto” de Goethe (1808-1832).

Un caso interesante es el Nobel otorgado en 1998 a José Saramago un férreo comunista, un escritor tardío que produjo más de 20 obras maestras destacando para mi gusto en orden de preferencia personal las siguientes: “El año de la muerte de Ricardo Reiss” (1984), “El Evangelio según Jesucristo” (1991), “Ensayo sobre la ceguera” (1995), “Caín” (2009), “Las intermitencias de la muerte” (2005), “La caverna” (2000), “Ensayos sobre la lucidez” (2004), “Los cuadernos de Lanzarote I y II” (1997-2002). Un libro muy interesante es el cuaderno del año Nobel, que es un registro a manera de diario que llevaba Saramago el año en que recibió el premio Nobel de literatura. Saramago hombre de izquierda radical se entusiasmó con el Subcomandante Marcos y apoyó diligentemente a la revolución zapatista en su confrontación con el estado mexicano. Murió siendo un comunista convencido.

El caso más escandaloso es el del premio Nobel otorgado a Peter Handke partidario férreo e inclaudicable del genocida Slovodan Milosevic, quien perpetró asesinatos masivos en Bosnia Herzegovina en la guerra de los Balcanes. El presidente del Comité Nobel de la Academia Sueca Anders Olsson responsable entre otros del otorgamiento del Nobel a Handke defendió la decisión de la Academia en los siguientes términos: “Que haya espacio para diferentes opiniones sobre los autores y margen para diferentes interpretaciones razonables de sus obras literarias” (Marc Bassets, “Peter Handke. El nobel de la discordia, El País, 7 de diciembre de 2019). La respuesta a Olsson vino por un miembro del Comité Nobel, Gun-Britt Sundström quien expresó: “La elección del laureado de 2019 (Peter Handke) no se ha limitado a recompensar una obra literaria, sino que se ha interpretado igualmente, tanto dentro como fuera de la academia, como una toma de posición que coloca a la literatura por encima de la política” (Marc Bassets citado en “El nuevo preio Nobel de literatura que se inspiró en el caso antiguo de Cuenca”, de Francisco Auñon, octubre de2019), este pronunciamiento es parte de la carta de renuncia de Gun como miembro del Comité Nobel con fecha de 2 de diciembre de 2019 por su desacuerdo en otorgar el Nobel a Handke. Finalmente, tenemos el caso extremadamente interesante de evaluar; por qué, Jorge Luis Borges no recibió el Premio Nobel. Su caso merece un artículo especial que analizaré en otro momento.

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas