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Opinión

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¿Menor crédito y a mayor costo tras la transición de la tasa LIBOR?

Al final del mes de junio se dejarán de publicar las cotizaciones de la tasa LIBOR a todos los plazos para sustituirse por tasas libres de riesgo. Este hecho marca el final de un proceso iniciado en julio de 2013 por el Consejo de Estabilidad Financiera para sustituir tasas interbancarias (IR) por tasas libres de riesgo basadas en transacciones de mercados líquidos (RFR) tras los problemas de colusión entre instituciones bancarias evidenciados en 2012.

Más allá de los retos operativos, resulta relevante cuestionarse si el solo hecho de transitar de una IR, sensible a las condiciones de crédito, a una RFR podría afectar el costo y la oferta de líneas de crédito.

El banco de la Reserva Federal de Nueva York (FRBNY) señala, en un documento de investigación, que esta transición podría reflejarse en líneas de crédito de mayor costo y menor monto.

El FRBNY llega a esta conclusión a partir de que las IR (v.gr. LIBOR) son sensibles a las condiciones de crédito, de tal forma que reducen los incentivos de los clientes a disponer de un mayor monto de su línea cuando los costos de fondeo que enfrenta el banco son elevados (v.gr. quiebra de Lehman Brothers, COVID-19). Por el contrario, las RFR suelen reducirse en situaciones de estrés, lo que genera incentivos para que los clientes demanden un mayor monto, justo cuando los costos de fondeo bancario son mayores.

Esta situación, en la que los bancos incurren en un mayor riesgo respecto a los clientes, puede ser incorporada por la institución bancaria con antelación y resultar en mayores costos y menores montos otorgados para las nuevas líneas de crédito. Cabe señalar que si esta mayor demanda por líneas de crédito termina como depósitos en los propios bancos podría atenuarse el impacto sobre la provisión de las líneas de crédito.

En México se presentó un comportamiento similar al descrito por el FRBNY durante la pandemia de COVID-19. Entre febrero y marzo de 2020 la demanda por líneas de crédito se incrementó de forma significativa. De acuerdo con Banxico, en este período el saldo de la cartera de crédito a empresas se incrementó en poco más de 297 mil millones de pesos, un crecimiento de 11.3% en términos reales.

Dada la naturaleza precautoria de la demanda crediticia, se calcula que alrededor de un 76.0% de las líneas de crédito solicitadas se canalizó como depósitos al propio sistema bancario. Sin embargo, esta mayor captación no se distribuyó uniformemente entre instituciones, pues, de acuerdo con datos de la CNBV, se estima que alrededor de 86% se canalizó a las seis instituciones con mayores activos del sistema.

Esto es, aun cuando en México no se registró un episodio de estrés en el mercado de fondeo bancario ante la pandemia de COVID-19, sí se presentó una relevante demanda de líneas de crédito que, por motivos precautorios terminó, en parte, conservándose como depósitos no equitativamente distribuidos en el sistema bancario. Si las líneas de crédito hubieran estado ligadas a una tasa libre de riesgo y ésta hubiera disminuido, ¿se habría incrementado aún más la demanda crediticia? ¿El porcentaje de esta mayor demanda de crédito conservado como depósitos bancarios se habría modificado?

Si bien en México la tasa de referencia para la mayor parte de las líneas de crédito corporativas (v.gr. TIIIE28) aún será publicada, vale la pena considerar los posibles efectos de su transición sobre los precios y las cantidades de las líneas de crédito para las empresas, además de la distribución de estos entre las instituciones del sistema bancario.

*El autor es economista principal de BBVA México.

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