Lectura 6:00 min
Moneda digital explicada
El Banco de México (Banxico) anunció que en 2024 podría emitir una moneda digital. Qué significa.
Lo primero que hay que saber es que existe la Moneda Digital de un Banco Central, como la propuesta de Banxico, y las criptomonedas privadas como Bitcoin, Ether o Dogecoin.
Estas últimas surgieron como una forma de eludir los gobiernos. La entidad fundadora de Bitcoin en 2008 tras la crisis financiera, denominada Satoshi Nakamoto, explicaba que la criptomoneda era "un nuevo sistema de efectivo electrónico”, “completamente descentralizado sin servidor ni autoridad central".
Las monedas digitales de los bancos centrales son dinero electrónico oficial. Es la versión virtual de los billetes y monedas de banco y tienen exactamente el mismo valor. Una moneda física de un peso equivale y tiene el mismo valor que un peso digital y puede comprar lo mismo que una moneda o billete físicos, a diferencia de un bitcoin que hoy 7 de enero tiene un precio de 863 mil 771.61 pesos.
Para más claridad, una moneda digital de un banco central es dinero fiduciario, es decir, emitido y regulado por el gobierno, legal y confiable (fiducia significa confianza), sin riesgos, intercambiable en el mercado, depositable en bancos privados a través de medios electrónicos y reconocido en acuerdos internacionales.
Hay que recordar que históricamente el Estado tiene la función exclusiva de acuñar monedas y emitir billetes a través del banco central. En México las entidades de la República no pueden hacerlo en ningún caso. Los salarios deben pagarse en moneda de curso legal y no puede sustituirse por mercancías, vales o fichas. Pagar un salario con bitcoin es ilegal.
Cuando surgieron las criptomonedas, los gobiernos se alarmaron porque perdieron el monopolio de la emisión de divisas y recordó tiempos en los cuales entes privados emitían su propia moneda. Esta “pérdida” de la función exclusiva de acuñar monedas y emitir billetes -ahora en Internet- ha propiciado la aceptación y el interés de los bancos centrales por emitir su propia moneda digital.
Mientras los billetes y las monedas se resguardan en las cajas fuertes de los bancos (o debajo del colchón), las monedas digitales son software y se preservan en libros de contabilidad electrónicos dentro del banco central, distribuidos de forma electrónica para que los bancos privados tengan acceso de forma remota, utilizando tecnología de blockchain bajo principios de interoperabilidad por protocolo y programación por diseño.
Las monedas digitales tienen varias ventajas: es una nueva tecnología, es una infraestructura de pagos de última generación y permite avanzar en la inclusión financiera, además de que “recuperaría” esa función exclusiva del Estado de emitir moneda legal.
En efecto, se requiere una plataforma de Internet oficial de intermediación para hacer y recibir depósitos y uno de sus mayores beneficios es que contribuye a la inclusión financiera en poblaciones sin o con acceso insuficiente a servicios bancarios. Las transacciones locales y transfronterizas son rápidas, inmediatas y baratas. Al ser dinero electrónico, también es fácilmente rastreable, por lo que la moneda virtual contribuye a combatir la evasión fiscal, el lavado de dinero, el financiamiento ilegal y la corrupción.
Las monedas digitales de los bancos centrales también tienen su lado oscuro: las preocupaciones sobre la privacidad de los usuarios, la intromisión a sus datos personales, el rastreo de compras de bienes o servicios legales o ilegales, conocer el ahorro acumulado, la oportunidad de mercadotecnia para los publicistas y los problemas que pudiera ocasionar en términos de reputación e imagen de las personas por las transacciones que realicen, por lo que el “seudonimato” debería estar garantizado.
¿Por qué hasta 2024 y no antes? Porque se requiere abrir el debate; preparar el entramado jurídico; el reconocimiento legal de la moneda digital; la preparación y adaptación financieras; definir la logística; desarrollar la plataforma tecnológica, incluida la billetera digital y la aplicación móvil oficiales a disposición de la población; las campañas de información y la alfabetización de los usuarios, sin mencionar la aceptación de la población a la moneda digital.
También se requiere un periodo de adaptación, porque las monedas y los billetes físicos no desaparecerán de la noche a la mañana. Aunque es cierto que cada vez más personas usan menos efectivo y recurren cada vez más a tarjetas y pagos móviles a través de apps y plataformas digitales.
Una encuesta del Banxico sobre medios de pago antes y durante la pandemia reveló que 86% de la población utilizó el efectivo, cuando antes de la pandemia el porcentaje fue de 93%. El uso de tarjetas de crédito y débito fue de 11 y 26%, respectivamente, pero antes del confinamiento fue de 14 y 28% en cada caso. El medio de pago con mayor crecimiento durante la pandemia fue transferencias por SPEI (Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios), el cual creció a 4% de la población cuando antes de la Covid-19 era de apenas 0.5%.
La moneda digital podría significar la transformación disruptiva del propio Banxico, porque al emitir el peso digital, poner a disposición del público la plataforma tecnológica, permitir que el dinero circule, se intercambie y se transfiera electrónicamente e interactúe con los consumidores, Banxico se estaría convirtiendo en un banquero competidor de los bancos privados, en lugar de sólo regular y supervisar el sistema monetario y bancario como hasta ahora.
Otro desafío es que el uso y cambio de monedas y billetes físicos no requiere de interfaces como un dispositivo terminal (teléfono inteligente o computadora), conexión a Internet y una plataforma digital. Eso significa que implementar seriamente una moneda digital de banco central requiere una robusta infraestructura de telecomunicaciones, garantizar el servicio universal a Internet, el acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y ciberseguridad, situaciones no resueltas en el país.
La moneda digital del Banxico es un paso irreversible en el proceso de digitalización de México. Su planeación requiere múltiples etapas, garantizar condiciones, mucha colaboración y alcanzar acuerdos intersectoriales e internacionales. Como todo en Internet, la moneda digital también será disruptiva: destruirá muchas cosas como la forma de tener y usar dinero y construirá nuevas como aceptar un control total del gobierno sobre lo que se compra, se vende, se ahorra, se intercambia…