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No es lo mismo un arancel que un boicot
Es un hecho, la incertidumbre de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte más el temor reprimido por el resultado de las elecciones presidenciales tienen a este país en la incertidumbre financiera.
El gobierno de Donald Trump lo sabe y quiere sacar ventaja de esa vulnerabilidad para presionar las negociaciones comerciales.
Nunca como ahora está a prueba la resiliencia de la economía mexicana y ya veremos cuáles son las consecuencias de todo lo que vivimos y sobre todo lo que está por venir en el futuro.
Pero Estados Unidos no la tiene fácil si insiste en enfrentarse en contra de literalmente todo el mundo. Esa sensación de omnipotencia del gobierno actual de la Casa Blanca puede terminarse si se conjuga una reacción global en contra de su política del bully.
Los aranceles espejo que han aplicado México, Canadá y la Unión Europea pueden causar mella en la industria local estadounidense. Ni se diga de la respuesta que pueda tener el gobierno chino, que si bien no es un gran importador de productos estadounidenses, sí puede tener efectos nocivos por la afectación a las cadenas productivas de ensamblaje de firmas estadounidenses.
Pero lo que realmente puede marcar un antes y un después para la economía estadounidense es lo que ahora se ha empezado a gestar en Canadá: un ambiente en pro de los productos locales y claramente en contra de los artículos estadounidenses.
A través de las redes sociales se llama al consumo de lo canadiense y de boicotear los productos importados de los Estados Unidos.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, insultado por Donald Trump, parece impulsar la idea con aquella frase de unos días cuando afirmó que asistirán a un aumento de los sentimientos patrióticos de los canadienses que podrían optar por no consumir lo hecho en Estados Unidos.
No es lo mismo un arancel, que encarezca las importaciones de determinados productos, que el llamado a un boicot que rechace lo que tenga origen en un determinado mercado.
Si esta acción canadiense se extiende a otras partes del mundo y se empieza a generalizar un rechazo de lo estadounidense, habrá algunos sectores seriamente dañados.
Incluso habrá daños injustos a inversionistas locales, por ejemplo, en las franquicias de algunas marcas de origen estadounidense. Pero ciertamente habrá productos emblemáticos que sufrirán las consecuencias de un posible boicot contra lo estadounidense.
México ha tenido sus acercamientos con esta actitud del consumidor en contra de lo estadounidense. Sin llamar a bloqueos específicos, pero hay armadoras de autos que han tenido bajas drásticas en sus ventas en coincidencia con el respaldo que han dado al gobierno de Trump para irse de este país.
En fin que el gobierno de Donald Trump puede aguantar una lluvia de aranceles, pero ciertamente le causaría un grave conflicto interno someter a su país a un sentimiento antiestadounidense que acabe por afectar a las grandes marcas globales que tienen origen en ese país.
No habría duda de que ahí no descansarían los propios republicanos, presionados por el cabildeo de los grandes capitales, hasta ponerle un alto a su propio presidente.