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Insabi pilotea su central de mezclas; muchas incógnitas
Pues que el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) ya inició con su plan piloto para empezar a operar sus propios centros de mezclas de oncológicos y ahora sí competirle a Safe, del jalisciense Grupo Pisa, el principal proveedor de estos servicios hospitalarios y que el actual Gobierno ha estado infructuosamente empeñado en hacerlo a un lado.
Y el Insabi lo está haciendo apoyado del Instituto Nacional de Cancerología (Incan) con la idea, se supone, de posteriormente seguirse por sí solo operando centros de mezclas en todo el país. Al menos así lo establece la ley que le dio vida al Insabi.
Vale decir que estas centrales o centros de mezclas son paso esencial previo a la entrega de tratamientos que reciben los pacientes con cáncer, pero conforme nos comparten algunos oncólogos, en los hechos es difícil que funcione óptimamente porque la carencia de medicamentos no está permitiendo una cobertura óptima y un alto porcentaje de pacientes oncológicos tristemente está recibiendo tratamientos incompletos o no los adecuados.
Lo que sabemos es que desde hace meses directivos del Insabi llegaron al Incan para conocer cómo operan los centros de mezcla, empezaron a invertir en las instalaciones, a capacitar personal contratado por Insabi específicamente para este fin, y en enero arrancaron surtiendo a otros hospitales.
En principio el piloto consiste en que desde la central de mezclas del Incan están atendiendo las necesidades de oncológicos de ocho hospitales, algunos de la red de institutos de alta especialidad (CCINSHAE): el Hospital de Ixtapaluca, el Hospital General, el de la Mujer, el Juárez de México, el Infantil de México, el Instituto Nacional de Pediatría (INP), el de Enfermedades Respiratorias (INER) y el Hospital Gea González.
El modelo opera en la plataforma informática Amates de la Secretaría de Salud, y son operadores logísticos (OL) los que, bajo horarios específicos, llevan y traen los insumos y las mezclas elaboradas entre Incan y dichos hospitales. Los OL asumen el costo en caso de cualquier riesgo en el traslado o falla en la trazabilidad del producto.
Conforme se sabe, a finales de este 2021 podrían terminar de instalarse una serie de campanas de flujo laminar donde se hacen estas mezclas en diferentes estados de la República; el IMSS colaborará con algunas.
Todo hasta aquí pinta aparentemente bien. Lo que está por verse -mas allá de lograr instalaciones adecuadas o equipamiento suficiente-, nos comentan expertos consultados, es que el Insabi logre operar con eficiencia para conseguir verdaderos ahorros que es el fin en la operación de estos centros.
En principio, si no termina de resolver de una vez por todas el persistente desabasto de oncológicos, será difícil. No es posible estar preparando dosis únicas con medicamentos incompletos, aparte de que es peligroso hacer mezclas tratando de sustituir sustancias o cambiar dosis.
Porque a final de cuentas la esencia de una central de mezclas consiste en optimizar el uso de fármacos aprovechando la merma de cada envase, y conforme nuestras indagaciones actualmente en el Incan realmente no está quedando merma porque la actual administración destruyó el mecanismo de farmacia que les permitía ahorrar 20 millones de pesos anuales. Justamente en eso consiste el negocio de Safe, de generar amplias eficiencias y aprovechar lo más posible las mermas para cubrir a más personas, pero para ello también se necesita manejar altos volúmenes de medicamento y de pacientes. Aquí la pregunta es cómo funcionará en estados como Colima o Nayarit donde se requieren unas cuantas dosis al día.
El problema del Insabi es que busca generar economías de escala en base a la territorialidad del país, cuando las eficiencias sólo se logran con un esquema de distribución basado en alto consumo.
Por lo pronto, en este marco, Safe se está achicando; de 19 centrales que tenía, ahora opera sólo 10 y se va enfocando más en centrales de mezcla de parenterales nutricionales, y en sector privado.
Fe de erratas sobre Dilameg
Me permito aclarar sobre el cambio en la presidencia de la Asociación Nacional de Distribuidores y Laboratorios de Medicamentos Genéricos (Dilameg). Quien entrega la estafeta es Víctor Soto, dueño de la distribuidora Levic, a Santiago Bojalil, dueño de Novag Farmacéutica. Muy importante labor que están haciendo en esta organización. En su asamblea anual celebrada hace unos días dejaron en claro que hablando de genéricos en farmacias privadas están haciendo todo para que no haya desabasto, tienen suficientes inventarios y reservas de APIs para seguir cubriendo la demanda de genéricos de los mexicanos.
Por cierto asistió a su evento el presidente de la comisión de salud de Diputados, Emmanuel Reyes, quien tuvo el acierto de aliarse con el diputado panista Éctor Ramírez Barba para sacar adelante una reforma importante que ayer quedó aprobada en el pleno. Hablamos de la reforma para que en toda receta médica se precise obligadamente el nombre del medicamento genérico. Es algo que ya estaba en varias disposiciones previas pero se entiende que ahora quedando con todas sus letras en la Ley General de Salud será abiertamente obligatorio y la Secretaría de Salud deberá velar para que sí sea un hecho.
Quienes se salvaron de quedar evidenciados fueron los morenistas Ivonne Cisneros y Roberto Hernández Tapia; éste último había presentado una reserva para discutir y cambiarle una coma a la iniciativa para regresarla al Senado y ahí quedara atorada. Pero nadie le hizo caso porque todos entendieron la importancia de la reforma.