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¿Por qué construir el nuevo aeropuerto en Texcoco? (I)
La construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) ha sido un proceso largo y complejo que no inició este sexenio, sino que ha requerido muchos años de análisis para determinar el sitio óptimo para su ubicación.
Ya desde la década de los años 70 se habían realizado estudios técnicos que hablaban de la idoneidad de los terrenos del ex Lago de Texcoco para este fin. Pasaron las décadas y diferentes administraciones gubernamentales se plantearon en algún momento la posibilidad de construir un nuevo aeropuerto. En todos los casos, Texcoco aparecía como la primera alternativa por su cercanía al centro de demanda —la Ciudad de México—, el tamaño de los terrenos disponibles para construir un aeropuerto de gran capacidad, las ventajas de su orografía, de visibilidad y la dirección e intensidad de los vientos, condiciones inmejorables para la aviación.
Sin duda, un país del tamaño, población e importancia económica de México requiere un aeropuerto a la altura de sus condiciones presentes y de su crecimiento en el futuro.
Hoy el AICM brinda servicio a 42 millones de pasajeros al año. Al inaugurarse en el 2020, el NAICM tendrá capacidad para atender a 70 millones de pasajeros anualmente. Pero no se quedará ahí. Gracias a que en Texcoco se cuenta con 5,000 hectáreas de terreno, el NAICM tendrá la posibilidad de expandir su capacidad en las próximas décadas, hasta alcanzar los 125 millones de pasajeros. Cualquiera de las otras alternativas no cuenta con esta capacidad de expansión a lo largo del tiempo, por lo que de haberse elegido no podrían representar una solución a largo plazo para nuestro país.
Se ha mencionado que es posible poner a funcionar a otros aeropuertos civiles o militares cercanos como terminales internacionales y dejar al AICM como aeropuerto nacional. Pero por las características montañosas de esta región del país, y las reglas de navegación aérea, no sería posible tener operaciones 100% simultáneas. A diferencia de Nueva York o Londres, las condiciones orográficas de México obligan a las aeronaves a seguir ciertas trayectorias, lo que hace necesario espaciar más los despegues y aterrizajes, aun en diferentes aeropuertos. Por eso, esas opciones encontrarían su punto de saturación en unos cuantos años. Dicho de otra manera: tener dos aeropuertos no necesariamente multiplica por dos la capacidad de transporte aéreo desde y hacia la Ciudad de México.
Otra razón importante para elegir Texcoco es que, al concentrar todas las operaciones en un solo aeropuerto, las líneas aéreas encontrarán las mejores condiciones de operación, ya que no tienen que duplicar su infraestructura. Además, tener separados el aeropuerto nacional y el internacional impone enormes retos en construcción de caminos y sistemas de transporte, así como de tiempos de traslado para los pasajeros y las tripulaciones. En cambio, tenerlos concentrados en una sola ubicación permite mayor eficiencia.
De este modo, Texcoco es idóneo en términos de capacidad presente y futura como la única alternativa que cuenta con el espacio suficiente para construir seis pistas que operen de manera simultánea. Esto hará del NAICM el aeropuerto con más capacidad de América Latina y uno de los mayores del mundo. Y nos permitirá además obtener los mejores resultados con visión de largo plazo: tendremos un aeropuerto por lo menos para los próximos 60 años.
En la siguiente entrega de esta columna, seguiré exponiendo argumentos técnicos para explicar al amable público lector por qué Texcoco es la mejor decisión para construir el NAICM.
*Director general de Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México.