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Opinión

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Retos de la carne cultivada en laboratorio

La carne cultivada en laboratorio es una de las innovaciones en tecnología alimentaria que ha llamado más la atención en los últimos años, por las repercusiones significativas que tendría no solo en nuestras formas de producción y consumo de carne, sino en la legislación, impacto al medio ambiente y maneras de masificación en su consumo.

Recientemente, el gobierno de Estados Unidos aprobó en California la producción y venta de carne cultivada en laboratorio, a través de células animales. Esto, sin embargo, no significa que el consumo de carne cultivada en laboratorio esté próximamente disponible a los consumidores de forma masiva, sino que simplemente han obtenido permiso para la producción y venta.

Grandes empresas y ONGs han promovido la carne cultivada en laboratorio como una alternativa para la producción sustentable de productos cárnicos que no involucre la matanza de animales por un lado y por el otro, que se reduzca la huella de carbono de lo que significa producir carne mediante la producción de ganado. Para muchas personas con temas de ética sobre la matanza de animales, este tipo de producto representaría una vía alternativa para consumir carne sin sacrificar preceptos éticos sobre el trato a animales. Para otras personas, esta vía representaba una manera de consumir carne con menor impacto al medio ambiente, ya que recordemos, algunos estudios han sugerido que la producción masiva de carne y su consumo desmedido, ha tenido un impacto significativo en la huella de carbono y por lo tanto, en el calentamiento global.

Sin embargo, un reporte preliminar de una investigación de la Universidad de Davis en California asegura que la supuesta reducción de la huella de carbono en la producción de carnes de laboratorio puede ser incluso mayor que la huella de carbono de las carnes producto de la ganadería. Esto se debe, a que la manera de cultivar estas carnes en el laboratorio utiliza procedimientos biotecnológicos más parecidos a aquellos que se utilizan en la industria farmacéutica que a los de la industria alimentaria, debido a los requerimientos de inocuidad que presenta la carne de laboratorio para ser fabricada. Los investigadores advierten que en tanto no se desarrollen nuevas tecnologías que permitan cultivar la carne de laboratorio más como un alimento que como un producto farmacéutico, su producción y consumo serán limitados a unos cuantos.

Además de estas consideraciones tecnológicas, el tema de la masificación del consumo de la carne cultivada en laboratorio tiene también consideraciones socioculturales en cuestión del acceso, la forma en la que este tipo de carne se posicionará como una alternativa de activismo ambiental reservada para unos cuantos y aún más importante, la aceptación de un producto sobre el que las personas tienen poco o nulo conocimiento sobre el proceso de elaboración.

Los alimentos de por sí, a través de la historia, tienen la característica de generar “desconfianza” o cierto misterio sobre lo que sucede después de meterlos a la boca, en el sentido de sus efectos adversos o benéficos al organismo, algunos pensados más científicamente y muchos otros basados en un pensamiento mágico. El proceso de cultivo de carne en el laboratorio a partir de células animales resulta para una gran mayoría de personas, una especie de caja negra donde queda mucho trabajo por hacer no sólo a nivel tecnológico, sino a nivel de comunicación para informar realmente qué es un producto cárnico hecho en laboratorio y cuáles son las consecuencias de consumirlo.

Twitter: @lilianamtzlomel

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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