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Opinión

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Xóchitl Gálvez y el echaleganismo

La irrupción de Xóchitl Gálvez (XG) en la contienda por la Presidencia de la República —y particularmente cómo su historia de vida contrasta con las corcholatas y el resto de los aspirantes— ha revivido el debate sobre el “echaleganismo” en México, el cual gira en torno a si son las condiciones de origen o el peso del esfuerzo individual lo que define el destino y las trayectorias de vida de los mexicanos.

Los datos son inequívocos. De acuerdo con la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México (ESRU-EMOVI) realizada por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 74% de los mexicanos que nacen en los hogares más pobres se queda en situación de pobreza. Dividiendo a la población en quintiles de ingresos, de los mexicanos cuyo hogar de origen es 20% más pobre, 49% se mantendrá en el 20% más pobre, y 25% pasará al segundo quintil, que también se encuentra bajo el umbral de pobreza, mientras solo 3% llegará al primer quintil de ingresos. Este fenómeno de casi nula movilidad social se acentúa por regiones. En las entidades del sur del país el mencionado 74% se vuelve 86% mientras que en el norte es de 56 por ciento.

A partir de los datos de esta misma encuesta, el economista Luis Monroy Gómez Franco estima que al menos 48% de la desigualdad económica en México proviene de la desigualdad de oportunidades. A su vez, esta desigualdad de oportunidades se explica por los siguientes factores determinantes: 48% la riqueza del hogar de origen, 18% la escolaridad de los padres, 11% las características de la vivienda, 11% la región del país, 9% localidad urbana o rural y 5% por el color de piel, lengua indígena y sexo.

Es un hecho irrefutable que en México el origen socioeconómico de las personas define en gran medida su destino.

Que haya excepciones, como la senadora y aspirante Xóchitl Gálvez, no quiere decir que ésta no sea la realidad. Es un caso de vida excepcional que, por una combinación de suerte, talento y sí, algo de “echaleganismo”, pudo salir de la trampa de la pobreza y llegar a donde está hoy. Nadie niega que la voluntad y talento sean indispensables, pero para la gran mayoría de los mexicanos nunca serán suficientes.

Y si algo necesita México es que los casos como el de XG no sean tan excepcionales y poco probables. No sólo por razones de justicia social, que deberían ser más que suficientes, sino incluso por razones de eficiencia económica, es indispensable que como sociedad busquemos mitigar los factores que generan los mecanismos intergeneracionales de baja movilidad social.

Para esto es fundamental crear un verdadero sistema de cuidados como piedra angular de un sistema de protección social integral que cubra toda la vida de los mexicanos: desde su nacimiento (salud y guarderías), pasando por su vida laboral (salud y seguro de incapacidad) a la vejez (pensiones).

Para esto tenemos que pasar del sistema fragmentado actual —que como lo explicó el profesor Isaac Katz en estas páginas y lo ha señalado Santiago Levy, actúa como un impuesto a la formalidad y por ende un incentivo a la informalidad— a un sistema universal al que todos los mexicanos tengamos derecho por el hecho de ser mexicanos y no por nuestra condición laboral.

Si algo nos deja claro la horrible tragedia de esta semana en Playa del Carmen, es que incluso la parte más funcional y con presupuesto de nuestro sistema fragmentado —el IMSS— dista bastante de lo que necesitamos. Lograr todo lo anterior requerirá mucho dinero y una reforma fiscal. ¿Podrá alguna de las corcholatas o XG llevarla a cabo?

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