Lectura 4:00 min
Ya es noviembre y el abasto de fármacos 2022 sigue en el aire
Después de tantas presiones por ya dos años de desabasto de medicamentos en las instituciones del sector público de México, era para que las autoridades ya hubieran aprendido la lección y estuvieran bien apuradas con la compra consolidada para 2022 previendo evitar por todos los frentes que se repita la escasez.
Era para que los tomadores de decisiones en el Insabi, Secretaría de Salud, Hacienda, IMSS y demás se previnieran con toda anticipación, se pusieran bien las pilas y no volvieran a colocar a los pacientes en riesgo de quedarse nuevamente sin tratamiento o con intermitencia en sus terapias.
Pero así como van las cosas, con una total indefinición a 2 meses de que inicie el próximo año, tristemente no se ve que cambiará la situación.
Se había dicho que este año empezarían con el proceso de compra en septiembre, pero ya estamos en noviembre y no se ve claro. Insabi emitió una investigación de mercado hace unas semanas, pero así como en el 2020 UNOPS e Insabi se lo tomaron con demasiada calma -con los consecuentes costos para los pacientes este año-, de igual manera ahora no se les ve intención de acelerar el ritmo.
Es evidente que la 4T no logra dimensionar la importancia de darle claridad a proveedores para que vayan calculando y preparando sus pedidos de insumos y materia prima en un mercado internacional desestructurado y en reacomodo por la crisis productiva y de logística que detonó la pandemia. Todos los países, incluido Estados Unidos, sufren dicha crisis farmacéutica y eso está impulsando un incremento en precios.
En este marco, Juan de Villafranca, director general de Amelaf, nos comenta que el sector farmacéutico nacional, que sigue abasteciendo más del 90% del volumen terapéutico que adquiere el Gobierno, necesita claridad y la película completa de la demanda para que haya planeación y así poder responder al momento de las licitaciones. Se trata, nos dice, de conocer las reglas del juego para que la industria se prepare y pueda responder adecuadamente para el 2022.
De lo contrario, mientras más tarden en conocer el modelo de compra y condiciones, mayor dificultad tendrán para cubrirse a tiempo con los farmoquímicos provenientes de Asia, y enfrentarse a la competencia internacional.
Aquí de lo que se trata es entender que en el actual escenario cada país busca cómo ser menos afectado con la escasez de fármacos y una forma es aliarse con su sector productivo. Pero en el caso de México es al revés, no quieren hablar con su sector productivo, el propio gobierno rompió la cadena de insumos en 2019 y abrió sus fronteras a medicamentos de todo el mundo. Ello no tuvo éxito y en cambio sí derivó en que como país perdimos la posición de comprador de gran volumen de materia prima. La consecuencia es que hoy México ya no tiene un lugar prioritario en la fila de la demanda mundial de estos insumos prioritarios, y a las empresas les cuesta más en todos los sentidos. Lo malo es que ese aumento de costos lo pagaremos todos los consumidores mexicanos de fármacos.
Otro entuerto: UNOPS sigue sin pagar
Y en paralelo, los problemas en el corto plazo siguen sin resolverse. En distribución continúa el atorón en la última milla donde las instituciones demandantes (IMSS, ISSSTE, Sedena, Semar y organismos estatales) no terminan de ponerse de acuerdo sobre cómo homologar la recepción de insumos, los almacenes siguen a reventar, y mientras, en hospitales y clínicas continúa la carencia de medicamentos fundamentales.
Todo ello deriva en que UNOPS sigue sin pagar a sus proveedoras aun cuando tenga el dinero desde hace meses. Y esto, porque mientras la institución demandante no entregue acuse de recibido, la UNOPS como contratante no puede desembolsar el pago. Aquí las más afectadas son las empresas pequeñas que se están ahorcando por falta de liquidez.