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Opinión

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Chilaquiles prohibidos en escuelas, la 4T y la industria alimentaria

La intención de establecer controles sobre lo que se consume en escuelas en México no es de ahora, viene de hace muchos años, pero no se ha conseguido. Ha habido lineamientos desde hace sexenios sobre lo que se expende y vende en los centros escolares pero quedan sólo en el papel sin desarrollar una aterrizada estrategia realista y funcional que de verdad incentive una alimentación más saludable para los niños y jóvenes en edad escolar. 

A 6 días de terminar su mandato, el Gobierno de López Obrador emitió en el Diario Oficial una prohibición para la venta de una lista de alimentos digamos que “engordadores”, y definió una lista de lo que sí podrán ofrecer los planteles escolares. Entre lo que llamó la atención es que la prohibición no sólo incluye alimentos procesados, como refrescos, jugos, néctares y embutidos, sino además, platillos mexicanos comunes como chilaquiles, tacos sudados o dorados, tamales y sincronizadas. Entre las pocas opciones que les dejaron a las cooperativas escolares están, además de frutas, verduras y cereales integrales o avena sin azúcar, las leguminosas y productos preparados con leche descremada.

Como toda medida prohibitiva deja la incógnita de qué tanto es realista y si de verdad se cumplirá.

Las escuelas tienen seis meses para organizarse y ajustar menús, y la industria alimentaria tiene que adaptar su oferta para poder vender en escuelas. Lo que sorprende es que el etiquetado de sellos, tan debatido y que implicó una reformulación mayor en la industria, queda rebasado y aquí sale sobrando. Está por verse si habrá reformulaciones para generar opciones alimentarias adhoc con esa velocidad.

¿De verdad con una orden prohibitiva las escuelas se organizarán y las familias enviarán a los alumnos con refrigerios saludables? Puede haber buena voluntad en la medida pero sin incentivos claros y acompañada de apoyos, suena como poco factible. Tendría que incluir una gran estrategia de apoyo familiar y estímulos aterrizados desarrollando una proveeduría acorde y accesible. Y si todo lo hacen excelente y logran esa nueva oferta, la pregunta es: ¿cómo se cambiarán los hábitos de estudiantes para que disfruten frutas y verduras y rechacen las comidas altamente calóricas, no sólo las procesadas, sino los tamales y tacos tan arraigados en nuestra cultura y tan disponibles en los alrededores de las escuelas?

Ya se verá cómo hará cumplir esta medida heredada el gobierno entrante de Claudia Sheinbaum, específicamente el próximo secretario de Educación, el economista Mario Delgado, cuya posición en la 4T es más bien política, y el nuevo secretario de Salud, David Kershenobich.

Una incógnita ante la administración entrante es si será más estratégica en su relación con la industria alimentaria y de bebidas, que además de ser proveedora de insumos básicos y vitales, en términos económicos es un sector muy relevante en México, pues representa 7.6% del PIB, es alta generadora de empleos (más de 6 millones) y genera importantes divisas dado su rol como exportadora. Ojalá el segundo piso de la llamada cuarta transformación alcance a ver que en vez de ubicarla como principal culpable de nuestros problemas de sobrepeso y obesidad y las epidemias correlacionadas de diabetes e hipertensión, la haga sumar y colaborar en esta lucha. Un gobierno encabezado por una presidenta que fue investigadora científica no puede basarse en prejuicios dogmáticos o en una visión dualista y reduccionista de buenos y malos.

Ni con la desaparición de la industria alimentaria acabaríamos con ese grave problema de salud pública de obesidad y diabetes. Y menos si consideramos nuestra realidad que nos posiciona como uno de los 12 proveedores de alimentos del mundo -con potencial para estar en el topten-. La industria, más que verse como el enemigo a vencer, debe ser partícipe y colaborador fundamental de cualquier estrategia contra nuestras epidemias, pero también como inversionista para la investigación en salud y alimentaria donde México tiene enormes posibilidades de crecer y beneficiarse.

Y si de prohibiciones irreales hablamos, ahí está la de vapeadores y cigarrillos electrónicos que se importan y se venden en forma creciente pese a que desde 2020 quedaron prohibidos por un decreto presidencial.

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Comunicadora especializada en temas de salud pública e industria de la salud. Cursó la maestría en Administración en Sistemas de Salud en FCA de la UNAM. Forma parte de la iniciativa www.HospitalsinInfecciones.com. Fundadora en 2004 de www.Plenilunia.com, plataforma de contenidos sobre salud femenina.

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