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Opinión

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La Cultura de la Paz, programa de vivienda e Infonavit

"La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad", Le Corbusier.

La presidenta presentó el Programa de Vivienda y Regularización de su gobierno que tiene como objetivo principal que un millón de familias mexicanas, particularmente los jóvenes, tengan acceso a vivienda de bajo costo. También se incluyen a sectores de la población vulnerable como mujeres jefas de familia, población indígena y adultos mayores. La meta implica la construcción de un millón de casas.

“La vivienda puede mirarse desde muy diversas perspectivas, es una obra de ingeniería, para los que se dedican a esa profesión, y es una obra de arte para los arquitectos. Para los antropólogos es una expresión de la vida colectiva y para los historiadores, fuente elocuente para conocer el pretérito. A los ojos del sociólogo la vivienda apunta un patrón de comportamiento de la comunidad y para el literato es oportunidad para la creación. Para el jurista tiene que ver con los derechos de propiedad y de arrendamiento, entre otros; para el economista es un asunto propio de la riqueza y la pobreza de las comunidades y de los hombres. El administrador se acerca a la habitación como un problema de gestión de recursos. En ella encuentra el trabajador de la construcción un empleo, el constructor una prueba empresarial, y el promotor un reto organizativo y de comercialización”.*

Del millón de viviendas nuevas se pretende que 500 mil sean edificadas por el Infonavit para sus derechohabientes y la Comisión Nacional de Vivienda habrá de construir las otras 500 mil para población no derechohabiente, cuyo financiamiento provendrá de la Financiera del Bienestar.

En la presentación del Programa se declaró que durante el gobierno que recién terminó se abatió el rezago en vivienda con 1.5 millones de unidades. Sin embargo, conforme a los datos del Registro Único de Vivienda en ese periodo se edificaron solamente poco más de 730 mil casas, lo que equivale a la mitad de las casi millón y medio de viviendas construidas de 2012 a 2018.

No conviene ignorar que el Infonavit tiene una vocación financiera, es una hipotecaria social, no una constructora. Conforme a lo previsto en la Constitución, los patrones están obligados a proporcionar vivienda a sus trabajadores, obligación que cumplen mediante las aportaciones obrero patronales que se hacen al Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores que administra el Infonavit, creado en 1972. Su objeto es establecer y operar un sistema de financiamiento que permite a los trabajadores obtener crédito barato y suficiente para la adquisición en propiedad de viviendas, para su construcción, reparación, ampliación o mejoramiento, y el pago de pasivos contraídos por los conceptos anteriores; así como coordinar y financiar programas de construcción de viviendas destinadas a ser adquiridas en propiedad por los trabajadores.

En 2017, el Infonavit llegó a ser la primera hipotecaria de América Latina y la cuarta a nivel mundial. Para 2018, más de diez millones de familias habían podido adquirir sus viviendas con créditos otorgados por el Instituto. Sólo ese año se otorgaron casi 340 mil créditos hipotecarios.

Durante los primeros años de su existencia hubo una etapa en la que el Infonavit adquirió los predios que proponían integrantes de su Consejo de Administración de los sectores de los trabajadores, del empresarial y del gobierno. Luego, de manera recurrente se asignaron directamente contratos a empresas propiedad o recomendadas por los mismos integrantes de su Consejo, para construir viviendas para los trabajadores. De esa forma se hicieron grandes negocios con la venta de terrenos y la construcción de viviendas en perjuicio de que los trabajadores seleccionaran libremente qué y donde comprar. Esa modalidad fue conocida como “Línea I” que afortunadamente entró en desuso en 1993 y se substituyó por la “Línea II” que implica ventajas para los acreditados que pueden aplicar sus créditos en la adquisición de una vivienda nueva o usada con la libertad que no existió en la modalidad de la “Línea I”. El Infonavit cuenta con otras líneas de crédito para vivienda como la “Línea III”, para la construcción en terreno propio del trabajador, y la Línea “IV” para la reparación, ampliación o mejoramiento.

Sin embargo, hay trabajadores que por diversas razones han incurrido en retrasos en el pago de los créditos recibidos. Esos retrasos se reflejan en cartera vencida que debe ser reducida con acciones de cobranza.

En el marco de la cultura de la paz, con el modelo de mediación Infonavit diseñado por el Centro de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal en 2009, se propició por más de una década una cobranza social para la recuperación de pagos vencidos en apoyo a cada trabajador moroso para construir directamente con el Instituto una solución viable para su regularización.

Tristemente la administración anterior del Instituto dejó una cartera vencida del 18% hasta agosto de este año, más del doble de la cartera que ascendía a menos del 8% en 2018, situación que afecta la estabilidad financiera de la institución al limitar la recuperación de créditos en perjuicio de derechohabientes que solicitan financiamiento para vivienda.

Recordemos que el Infonavit no es una institución gubernamental ni forma parte de la administración pública federal, se trata de un organismo del Estado mexicano y sus recursos son propiedad de los trabajadores derechohabientes, no recibe recursos fiscales.

En el Programa de Vivienda y Regularización implícitamente se reconoce que el gobierno carece de facultades para disponer de los ahorros de los trabajadores que administra el Infonavit. Sin embargo, su nuevo titular ha señalado que el Instituto conformará una empresa constructora, sin tener en cuenta que su vocación no es construir. Se correría el riesgo de que se adopte un modelo similar a la dañina “Línea I”, ya descrita. No conviene ignorar la existencia de prestigiadas empresas constructoras de vivienda del sector privado mexicano que han demostrado calidad y solvencia moral.

Carecer de una vivienda puede generar inestabilidad social, conflictos y tensiones en las comunidades.

Es la vivienda un elemento fundamental en sociedades pacíficas y justas que fortalece la cultura de la paz.

*Ruiz Massieu, José Francisco. Presentación del libro Muchas Moradas hay en México, UNAM, Infonavit, México, 1993.

**El autor es abogado y mediador profesional.

Contacto: mediador.negociador@gmail.com

X: @Phmergoldd

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