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Opinión

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El Estado emprendedor y la 4T

Esta semana está en boca de todos la política industrial y el Estado emprendedor. Mariana Mazzucato, economista política, estuvo en México reuniéndose con funcionarios del gobierno entrante. Ahora que este tema está tan de moda, vale la pena repasar su historia y aplicabilidad para México y la autodenominada 4T.  

La idea del “Estado emprendedor” de Mazzucato no es nueva. Es parte de una eterna discusión sobre quién debe tener el “puesto de mando” o las riendas de una economía: el Estado o los mercados.

En los años 80 y 90, se estudió extensamente el milagro económico de Japón y los tigres asiáticos, que en unas cuantas décadas se volvieron potencias económicas exportadoras. El modelo económico de desarrollo, con un papel del Estado muy activo, fue definido como “Estado Desarrollador” –o Developmental State– por economistas y politólogos como Robert Wade, Peter Evans y Meredith Woo-Cumings.

Por otro lado, la idea del “Estado desarrollista” –similar, pero con grandes diferencias– se utilizó para describir el modelo de industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), recetado por la escuela de la dependencia de la CEPAL para los países latinoamericanos, que resultó en economías cerradas casi autárquicas y un desastre económico, a diferencia de los modelos asiáticos.

Mariana Mazzucato propone un “Estado emprendedor” que lidere la innovación y asuma riesgos para generar valor público, similar al rol activo del Estado en la escuela de la dependencia y el Estado Desarrollador. Aunque comparte con ambos la necesidad de un Estado fuerte, la dependencia busca autonomía del capitalismo global y los developmental states se centran en la industrialización. Mazzucato, en cambio, se enfoca en la co-creación de valor y misiones públicas de innovación. La idea es que, más que regular, el papel del Estado frente al mercado debe ser de modelador. Es decir, crear y fomentar ciertos mercados a través de políticas públicas y contar con un poder público enfocado en fomentar el crecimiento económico.

Las ideas de Mazzucato, con sus virtudes y carencias, son una versión moderna del Estado Desarrollador que permitió a Japón y a los tigres asiáticos convertirse en economías desarrolladas.

¿Cómo vamos en este sentido con el primero y ahora segundo piso de la 4T?

En la literatura mencionada previamente existen dos componentes clave de los Estados Desarrolladores en el éxito de los países asiáticos: 1) Identificar sectores competitivos y fomentar su crecimiento desde el Estado, promoviendo las exportaciones a través de una colaboración estrecha con el sector privado. Para esto, son esenciales instituciones sólidas que establezcan reglas claras para esta cooperación. 2) Contar con una burocracia capacitada y autónoma, libre de influencias políticas, que ejecute objetivos a mediano y largo plazo de manera efectiva.

En ambos casos, los últimos seis años han sido un ejemplo de lo que no se debe hacer. La relación entre el sector privado y el Estado ha estado plagada de incertidumbres y riesgos; los sectores exportadores enfrentan dificultades como la falta de energía y la inseguridad. En cuanto al segundo tema, se ha decimado el servicio público profesional. No es solo la reforma al poder judicial, desde diciembre de 2018 sistemáticamente se ha debilitado a la burocracia, reemplazando cuadros técnicos en todos los niveles por apparatchiks con “90% de honestidad y 10% de capacidad”.

Está muy bien que el nuevo gobierno quiera acercarse a las ideas progresistas en boga, pero no podemos obviar de dónde venimos.

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