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¿Cuánta incertidumbre?
El final de este sexenio ha dejado un saldo, que me parece el más lamentable de todos: la incertidumbre.
No me detendré específicamente en las últimas declaraciones del presidente sobre que no se preocuparan que su salida del gobierno no dejaría un vacío, a pesar de que él no estuviera al frente, cosa que deja muy mal a su sucesora.
Tampoco de importan las giras, las selfies, y el reiterado abandono de Acapulco, de nuevo, a cuyo lado no ha podido estar la empatía del presidente con personas concretas que requieren y suplican por ayuda, después de que dos huracanes les han pasado encima.
No deseo hablar del desorden legislativo que se ha generado con la reforma al poder judicial, en el que es imposible, en los sus términos redactada, establecer tiempos, reglas condiciones y certeza de cómo y de qué manera se habrán de elegir a los ministros, magistrados y jueces, en donde por ejercicios reales a una persona en el primer distrito le tomaría más de 4 horas votar por sus jueces, magistrados y ministros.
No vale la pena, en este momento poner a discusión que la geografía electoral es distinta que la geografía judicial y por lo tanto la elección por estado sencillamente suena o parece un dispárate, sobre todo sin leyes reglamentarias.
Creo que para todos es claro que la presidenta electa, no ha dado señales de su propia personalidad, de su proyecto de gobierno (que no sea lo que le ha dictado su mentor) y por lo tanto no conocemos si habrá de apoyar a PEMEX, CFE o las energías limpias o si su talante con los empresarios será el mismo o distinto del que ha sido hasta ahora AMLO. En fin.
La destrucción de instituciones tiene un costo y, muy alto. Nadie sabe qué lugar ocupar, que le toca hacer a cada uno, que nos depara el futuro y como cumplir en el corto y mediano plazo con responsabilidades administrativas, judiciales, comerciales, bancarias y demás.
La incertidumbre limita inversiones, limita a los actores políticos y económicos y limita una visión de futuro imaginable.
AMLO ofrecía una esperanza y muchos se subieron a ese carro, Claudia Sheinbaum no ha podido ofrecer nada de futuro, más que la incertidumbre de si habrá de radicalizarse o moderar a la 4t. No sabemos si su idea es recomponer las instituciones, devolver a los responsables de ejercer sus funciones, desde el ámbito de sus obligaciones legales o si el ejercito seguirá suplantando a la autoridad civil.
Hemos llegado al punto de estar discutiendo si AMLO se sale o no de palacio nacional el 30 de octubre o no, lo cual me parece una grosería y una señal de pésimo gusto con su sucesora y con la población en general.
A falta de un sistema legal que contenga a la delincuencia, que de certeza a inversionistas y consumidores, lo que tenemos es una gran incertidumbre de como una sola persona decidirá el futuro y el destino de más de 130 millones de mexicanos. Nada más, pero nada menos, también.