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Presupuesto en Salud 2025: Sombras nada más…
“Sombras nada más, entre tu vida y mi vida…” Javier Solís
El título de esta columna, estimados lectores, evocará la melancolía y el desencanto presentes en la canción de Javier Siria Levario conocido en el medio artístico como “Javier Solís”. Así como en la letra se lamenta la ausencia del amor que se prometió pero nunca se materializó, este presupuesto refleja promesas de transformación en salud pública que se desvanecen entre recortes y prioridades desordenadas. Lo que podría haber sido un sistema sólido y equitativo, se queda en sombras de palabras sin respaldo, dejando a millones de mexicanos con esperanzas rotas y un sistema debilitado.
Hace apenas unos días, alzamos la voz para desmenuzar las "Luces y Sombras" del Programa de Trabajo del Sector Salud 2024-2030. La propuesta buscaba, al menos en papel, consolidar un sistema de salud inclusivo y moderno. También exploramos "El Corazón Delator" de la administración federal, que, al igual que la historia de Poe, revela con cada latido las grietas en la gestión de salud pública. Sin embargo, las alarmas que encendimos en tribuna el miércoles pasado se confirmaron: la salud no será prioritaria en el presupuesto 2025.
El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2025 presentado el pasado viernes 15, refleja una preocupante reducción en la función salud, pasando de 970,522 millones de pesos aprobados para 2024 a 881,083 millones (-9.2%). Esta disminución no solo es alarmante en términos absolutos, sino que también destapa una distribución de recursos que despoja al secretario de Salud de la capacidad de maniobra.
De los 881,083 millones destinados al sector, el 83.1% será administrado por el director del IMSS, el 9.3% por el director del ISSSTE, el 1.2% por los directores sanitarios de la Secretaria de la Defensa Nacional y de la Secretaria de Maria, dejando al Secretario de Salud con apenas el 6.5% y de su control directo (es decir quitando los Institutos Nacionales de Salud, los Hospitales de Referencia y las Direcciones que del él dependen, solo tendrá 1,031 millones de pesos (0.1%).
La rectoría debilitada: Sin sartén ni mango. El diseño presupuestal y lo contenido en las leyes del IMSS, ISSSTE, ISSFAM y la ley General de Salud, reduce la Secretaría de Salud a un actor secundario en la gobernanza del sistema. Mientras que el IMSS controla 731,956 millones, el ISSSTE y las áreas de sanidad de las Fuerzas Armadas reciben partidas significativas, relegando a la Secretaría a gestionar un presupuesto limitado.
Esto no solo erosiona su rectoría, sino que también limita su capacidad de implementar estrategias nacionales como el expediente médico universal o la atención primaria integral.
Durante mi intervención en tribuna señalé que fortalecer la rectoría requería recursos para modernizar infraestructuras, contratar personal y adquirir medicamentos. Sin embargo, los números presentados confirman lo contrario. ¿Cómo puede un secretario de Salud liderar una transformación estructural sin herramientas financieras ni administrativas?
El discurso y la realidad: Del gozo al pozo. El Programa de Trabajo 2024-2030 hablaba de un sistema integrado y accesible, pero la falta de recursos amenaza con convertir estas promesas en tinta perdida. En 2024, las campañas electorales estuvieron marcadas por discursos de equidad y cobertura universal. No obstante, el PPEF 2025 muestra que estos compromisos no trascienden al ámbito presupuestal.
El manejo centralizado de los recursos por el IMSS Bienestar, lejos de unificar al sistema, corre el riesgo de generar más fragmentación. Las promesas de una "salud para todos" se disuelven en un esquema que prioriza un modelo burocrático por encima de la integración con sectores privado y social.
Luces que se apagan: Oportunidades perdidas. En mi análisis de "Luces y Sombras", destaqué que la exclusión del sector privado y social era una limitante estratégica. Esta exclusión no solo persiste, sino que se profundiza al asignar la mayor parte de los recursos a instituciones que han demostrado ser incapaces de responder a las necesidades inmediatas de la población. El nuevo presupuesto no incluye incentivos claros para la colaboración con hospitales privados o asociaciones de pacientes.
La transparencia sigue siendo una asignatura pendiente. La distribución opaca de los recursos genera incertidumbre y alimenta la desconfianza ciudadana. Si el PPEF no puede detallar cómo se ejecutarán los recursos, ¿cómo puede garantizar que estos se traduzcan en atención de calidad?
Corregir la plana: Un llamado a los legisladores. El derecho a la salud no puede ser un eslogan vacío. Los legisladores tenemos la responsabilidad de corregir un presupuesto que pone en jaque el acceso a servicios esenciales. No se trata de defender intereses partidistas, sino de proteger a millones de mexicanos cuya calidad de vida depende de un sistema de salud funcional.
Desde esta tribuna, hago un llamado a replantear las prioridades presupuestales. Si realmente queremos un sistema inclusivo, necesitamos fortalecer a la Secretaría de Salud como eje rector y al Dr. David Kersenobich como su titular, establecer métricas claras de rendición de cuentas y fomentar la integración de los sectores público, privado y social. Solo así evitaremos que el programa 2024-2030 quede como otro sueño incumplido en la historia de nuestra nación.
En un México donde la esperanza de vida ha disminuido y las enfermedades crónicas siguen en aumento, no podemos permitirnos retrocesos. Los recursos destinados al sector salud no son un gasto, sino una inversión en el bienestar de nuestra gente y en el desarrollo sostenible del país.
Estimados lectores, estamos frente a un momento crítico para la salud en México. El PPEF 2025 no solo pone en duda las promesas de la actual administración, sino que también amenaza con perpetuar las desigualdades en el acceso a servicios esenciales: vacunación, salud materna, salud sexual y reproductiva, vigilancia epidemiológica, prevencion y atención contra las adicciones, asistencia social y protección al paciente entre muchos otros señalados así por la Organización Mundial de la Salud. Como legisladores, tenemos la obligación de corregir la plana, garantizando que la salud sea un derecho exigible y no una aspiración vaga.
Desde mi curul 083 en San Lázaro, seguiré alzando la voz junto con mi grupo parlamentario del Partido Acción Nacional, para que los recursos reflejen las verdaderas necesidades de nuestra gente.
*El autor es médico especialista en cirugía general, certificado en salud pública, doctorado en ciencias de la salud y en administración pública, y es diputado reelecto del grupo parlamentario del PAN en la LXVI Legislatura.