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Semanas muy nubladas para la economía, ¿caerá un chubasco?
El último par de semanas ha sido complicado para las perspectivas económicas de México. El 14 de noviembre la agencia calificadora Moody's cambió su perspectiva de estable a negativa. El 20 de noviembre la Cámara de Diputados aprobó la extinción de siete organismos clave para la transparencia, la regulación económica y la evaluación de la política educativa y social.
El viernes 22 de noviembre el Inegi presentó los datos de la actividad económica al tercer trimestre y varios sectores importantes muestran debilidad.
El lunes 25 pasaron tres cosas: Banco de México publicó la balanza de pagos, incluyendo la Inversión Extranjera Directa, donde se refleja que por tercer trimestre consecutivo las nuevas inversiones fueron menores a las del año pasado, Donald Trump anunció aranceles generalizados para México y Canadá a partir de enero y la agencia calificadora HR Ratings siguió a Moody’s, cambiando su perspectiva a negativa.
Comencemos con la actividad económica. El crecimiento de la economía fue de 1.6%, que confirmó la estimación oportuna. Sin embargo, hay algunos datos sectoriales que son motivo de preocupación.
La construcción se desaceleró, y creció sólo 0.6%, cuando los trimestres previos habían crecido 9 y 9.9%, y en 2023 creció 15.6%. Es normal que el ritmo disminuyera, pero lo que se observa en éstas y en las cifras de inversión es un freno seco. Las manufacturas siguen débiles y no debemos obviar que representan 20% del PIB. En el tercer trimestre crecieron 1.1%. El comercio al por mayor decreció 0.4%. Y el de servicios de alojamiento y preparación de alimento y bebidas tuvo una caída de 3.2%.
Entre los sectores más grandes, tuvieron mejor desempeño el comercio al por menor (creció 2.8%) y el de transportes incluso mejoró y creció 4.6%.
En conjunto, el debilitamiento de las actividades secundarias y de algunos sectores clave en las terciarias muestra que el crecimiento hacia adelante será más complicado.
La desaparición de los órganos autónomos que viene (cuando se apruebe en el Senado y se ratifique en los congresos estatales), por mucho que se diga que las funciones pasarán al gobierno federal, generan más incertidumbre para los procesos económicos.
No es en absoluto menor la idea de que las tarifas eléctricas las determine un participante del mercado (la CFE), o que la protección de los datos personales esté a cargo del gobierno, que se hace más poderoso y la ciudadanía pierde poder. Tampoco es trivial que desaparezcan los cuerpos reguladores de la competencia económica y en telecomunicaciones. Las capacidades que se desarrollaron por años en esas instituciones corren el riesgo de perderse y con ellas, la capacidad regulatoria del Estado en cuestiones tan técnicas podría mermarse.
En conjunto, las noticias de la Inversión Extranjera Directa y sobre todo el anuncio de Donald Trump, incluso si no se materializa tan temprano como el 20 de enero, revelan el espinoso camino que el sector exportador tiene por delante. Y si añadimos que ya se espera un crecimiento más lento para los Estados Unidos, entonces no es descabellado acumular más dudas sobre el buen funcionamiento sobre ese importante motor de la economía.
Las agencias calificadoras cambiaron su perspectiva en buena medida porque ven difícil que se pueda lograr la reducción del déficit propuesto por Hacienda en el Paquete Económico para 2025. Y cómo no, con tremendos nubarrones hacia los que parece dirigirse la economía. Moody's puso un énfasis en el debilitamiento institucional que deteriora la fortaleza económica y fiscal de México. HR Ratings, por su parte, dice que proviene del deterioro en sus estimaciones de crecimiento para el año 2025.
Todas las estimaciones son siempre cuestionables. Todas, siempre. Es arrogante no admitir que el futuro es impredecible. Pero cuando hay nubes es más probable que caiga un chubasco que cuando no hay nubes. Y también es muy arrogante no mirar al cielo antes de salir de casa sin paraguas.