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La simulación en la queja de Campeche

OpiniónEl Economista

“Si no aspiras a grandes cosas, entonces no lograrás ni siquiera cosas pequeñas”, Imrei Biná.

Bien dicen que no es suficiente la buena relación entre las partes, cuando se trata de repartir culpas, con asuntos añejos que se han convertido en problemas reales, donde los daños han sido matizados por años, pero ahora con la pérdida de la vida de dos maestras jóvenes en Campeche, por el pésimo estado de las carreteras, se alza la voz, pero todo queda en pausa.

Con la visita el fin de semana pasado de la presidenta Claudia Sheinbaum al municipio de Escárcega, donde fue el evento político público, porque no hubo reunión previa en privado, al menos no se filtró esos datos, la algarabía era evidente, los habitantes del estado más petrolero del país somos muy campechanos, y nos dio mucho gusto, que, dentro de los primeros veinte días de su administración, nos visitara quien hoy gobierna México.

Lo que se ha dejado de hacer por los motivos que imaginemos, sabemos o nos digan, son diversos, la economía de Campeche continua en el último lugar, cero inversiones, ningún proyecto ni en papel, antes había maquetas para engañar y enganchar la esperanza, ahora ni eso con Layda Sansores, que consideramos llegó tarde a la gubernatura, con todo respeto.

Hoy tenemos un nuevo bloqueo de los habitantes de la Península de Atasta en esa artería de comunicación federal, la única vía corta para enlazar al centro con la península de Yucatán, por los hoyancos en ambos lados de la carpeta asfáltica, desde la llegada de Pemex hace 43 años, en la operación que realiza desde Ciudad del Carmen.

La queja para la presidenta no hizo eco, Layda Sansores, quien mal administró los recursos en la Alcaldía Álvaro Obregón, antes de llegar a la gobernatura, y no tenemos ni idea donde están los miles de millones de pesos para nuestro estado, tres años, cero obras, mantenimiento nulo, pleito abierto con la alcaldesa de la capital Biby Rabelo, y los ingresos de los puentes de la Isla, las administraciones portuarias, dos; Seybaplaya y Carmen.

No sabemos si hubo una planeación o medición de los alcances de sus dichos, exaltación, poesía al margen de lo ridículo, el respetable fue sorprendido con el reclamo, en una inexplicable comparación con el pueblo yucateco, ese que trabaja, invierte, se esfuerza y hace todo para salir adelante, con distintos gobiernos y sin quejarse.

Reparar las carreteras era un simplismo, lo otro una tumba a los próximos tres años, dos para ser exactos, y el impulso de un imposible para sucederla, con distractores al margen de las vanidades, donde la familia no es estandarte, todos conocemos la historia de Campeche y la política que va ligada a ella.

No hay que ser irrespetuosos ante la autoridad federal, hay que tejer fino, presentar proyectos, consolidar el liderazgo de quien ha llevado triunfos a las urnas en los últimos años, desde un municipio donde se invierte desde lo local, sin apoyos, sin visitas, sin presencia de quienes son parte de una administración oscura y fuereña.

No sabemos en manos de quien estamos, la ocurrencia, el discurso en el simplismo de la queja recurrente, sin ponerse a trabajar, porque seguramente al otro día del 14 de septiembre de 2027, la Ciudad de México o Guatemala será su nuevo destino, esperemos que no otra vez al Congreso de la Unión, donde se refugió por años, quien no aprovechó la hospitalidad campechana para sumar a favor de sus habitantes.

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