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Política

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Agua limpia a cambio de aguas negras: un mal negocio para Hidalgo

La Ciudad de México sabe cuándo y cuantas aguas residuales recibirá el río Tula cuando ocurren fuertes aguaceros en la capital, explica experto. El gobernador hidalguense, Omar Fayad, exige un plan integral de mitigación de riesgos de desastres por inundaciones. Diputados hidalguenses exigirán presupuesto para atender el problema. El sistema de drenaje capitalino tiene capacidad para enviar al Valle del Mezquital el doble de agua que desfogó el día del desastre.

La fuertes lluvias provocaron inundaciones en Tula de Allende. Foto: Reuters

Por necesidad, la Ciudad de México convirtió al estado de Hidalgo en el depósito de sus aguas negras y una fuente de abasto de agua potable. El gobernador, Omar Fayad Meneses, dice que es una función social que cumple esa entidad con la capital del país y su zona metropolitana. El problema es que en tiempos de lluvia, la metrópoli desfoga su drenaje a raudales y en ocasiones inunda con aguas apestosas a poblaciones de una decena de municipios.

Desde que fue inaugurada la presa Endhó, en 1952 y, particularmente, desde que se comenzaron a descargar ahí las aguas del Túnel Emisor Central de la capital (en la década de 1970), cruzar desde el norte del Valle del Mezquital hacia la Ciudad de México por Tula, implica atravesar un tramo con un penetrante olor a excremento que vaporiza sobre el embalse y montones de espuma que se revuelven en las compuertas y canales de desfogue en función de la velocidad con la que sale el agua.

Pero la pestilencia es lo de menos. Las crecientes del río Tula se han convertido en un riesgo para la población asentada en la zona.

Las inundaciones del 6 y 7 de septiembre pasado, las más graves de los últimos 40 años, son una muestra de la calamidad que ocasiona el río cuando sale de su cauce.

La madrugada del día 7 fallecieron 17 personas y más de 31,000 resultaron damnificadas en los municipios de Tula de Allende, Tepeji del Río, Chilcuautla, Tasquillo, Tlahuelilpan, Mixquiahuala Ixmiquilpan, Tezontepec y Tlaxcoapan, declarados zona de desastre.

Foto: Archivo

La CDMX decide cuánto y a qué hora se inunda Tula

Si bien las grandes avenidas de agua son ocasionadas por el exceso de lluvia en periodos cortos de tiempo, el hecho de que se desborde el río Tula, tiene que ver más con la decisión que se toma en la Ciudad de México cada que hay aguaceros, sobre cuánto tiempo y en qué momento abrir las compuertas.

En otros términos, la capital del país decide si se inunda o no Tula y se materializa abriendo las compuertas del drenaje, plantea Dean Chahim, ingeniero civil que actualmente realiza un posdoctorado en la universidad de Princeton y tiene una línea de investigación sobre el drenado de la capital mexicana.

De acuerdo con el experto, las inundaciones del día 7 de septiembre pasado, no fue, ni un hecho aislado ni el resultado de un evento natural, sino de decisiones en el manejo del drenaje.

Explicó que las aguas del drenaje de la Ciudad de México son desalojadas artificialmente hacia el Valle del Mezquital a través de túneles y canales, que son controlados por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex).

Para el especialista, “los ingenieros que administran el sistema enfrentan una intensa presión por parte de políticos y promotores inmobiliarios para evitar que las inundaciones se conviertan en un obstáculo para el crecimiento de la ciudad”.    

De acuerdo con la “monografía del Sistema de Drenaje del Valle de México” del organismo de Cuencas Aguas de Valle de México de Conagua, existen cinco salidas artificiales para el desalojo de aguas hacia el norte.

La primera es la conocida como el Tajo de Nochistongo, con capacidad para conducir 40 metros cúbicos por segundo. Desaloja las aguas del Emisor Poniente, que capta los escurrimientos de alrededor de 20 ríos de la zona alta del poniente de la ciudad, desde el río Anzaldo, en el sur, hasta río La Colorada, en el norte y otros más al norte (que originalmente depositaban sus escurrimientos en el lago de Texcoco) y las descarga en el río El Salto en Huehuetoca, en la frontera entre los estados de México e Hidalgo.

El segundo es el túnel viejo de Tequixquiac, que fue construido para desalojar las aguas del Gran Canal de desagüe en el río Tequixquiac, localizado entre Zumpango y Apaxco, Estado de México, en la frontera con Hidalgo. Tiene capacidad de conducción de 16 metros cúbicos por segundo

El tercero es el nuevo Túnel de Tequixquiac, al nororiente de la Ciudad de México, con capacidad de 60 metros cúbicos por segundo.

El cuarto es el Túnel Emisor Central con capacidad para 220 metros cúbicos por segundo y descarga al río El Salto, en territorio hidalguense.

El quinto es el Túnel Emisor Oriente, inaugurado en diciembre de 2019, con capacidad para desalojar 150 metros cúbicos por segundo y llega hasta el río El Salto en el Estado de Hidalgo. En suma son 446 metros cúbicos por segundo que van a dar al río Tula.

Chahim, llamó la atención que en río Tula, en su parte más estrecha, tiene una capacidad para conducir 250 metros cúbicos por segundo.

El día de la más reciente inundación en Tula, ese afluente recibió descargas de agua de la presa Danxhó, ubicada al norponiente de Jilotepec, a razón de 50 metros cúbicos por segundo y de la presa Requena (situada entre Tepeji del Río, Atotonilco y Tula), a razón de 120 metros cúbicos por segundo, pero lo que hizo que se desbordara fue que soltaron, desde el despacho del agua del drenaje de la Ciudad de México 220 metros cúbicos por segundo.

Los ingenieros encargados del manejo del desagüe fueron quienes tomaron la decisión. “Si hubieran querido, hubieran cerrado las compuertas y dejar de bombear al sistema del drenaje que va al Valle del Mezquital y no hubiera pasado la inundación en Tula, aunque eso hubiera causado daños en el Valle de México por inundaciones”, mencionó.

Chahim aclaró que no es un asunto de que tengamos funcionarios cínicos que les guste inundar poblaciones, sino personas que deben tomar ese tipo de decisiones cuando el sistema de túneles no puede contener el agua más tiempo y los vasos reguladores están llenos.

El tambien integrante del Proyecto Metrópolis en la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas y el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Princeton, dijo que lo que hay que cuestionarnos es: ¿por qué estamos en la situación en que se debe de decidir inundar a una región o a otra?

Desde su perspectiva, la solución es implementar estrategias que permitan administrar correctamente las descargas hacia el río Tula, reteniendo el líquido en el mismo sistema por determinados lapsos de tiempo y en los vasos reguladores.

Eso implica, recalcó, desazolvar los más de 30 vasos reguladores, presas y lechos de ríos que hay en el sistema, con el fin de que tengan más capacidad de contención y conducción.

Hasta 2018, formaban parte de la infraestructura del drenaje de la Ciudad de México, 165 kilómetros de drenaje profundo, 54.1 kilómetros de ríos entubados, 17 presas con capacidad de almacenamiento de 1,320 metros cúbicos, nueve lagunas de regulación con capacidad de 6,182 metros cúbicos, 126 kilómetros de canales de cielo abierto, 92 plantas de bombeo de aguas negras. La longitud de la red primaria era de 2,368 kilómetros y la de la red secundaria era de 11,626 kilómetros. El Tunel Emisor Oriente cuenta con 62 kilómetros.

Insistió en que la capacidad de descarga de los túneles, como se apuntó, es de más de 400 metros cúbicos por segundo.

Si la madrugada del 7 de septiembre se desfogaron 220 metros cúbicos por segundo, el sistema en su conjunto tiene capacidad para mandar el doble de agua al mismo lugar y, por lo tanto, en el futuro puede haber inundaciones más severas, si no se retiene el líquido por lapsos y no se realiza el trabajo de desazolve de la red.

Dean Chahim dijo que no es una buena idea la solución planteada hace algunos años por las autoridades, en el sentido de eliminar los árboles del río tula y cubrirlo con cemento para que el agua corra más rápido, pues con ello solamente se logrará desplazar el problema geográficamente, es decir, en lugar de afectar a Tula, se inundará a municipios localizados más al norte.

El gobernador Omar Fayad exige plan integral de mitigación

El 20 de septiembre pasado, el gobernador, Omar Fayad Meneses levantó la voz. Planteó la necesidad de diseñar un plan integrar para la mitigación de riesgo de inundaciones generadas por desbordamiento del río Tula.

Enfático, dijo que la tragedia ocurrida en esa región no fue el caudal de la lluvia en la entidad, si no por los índices alcanzados en la Ciudad de México y los municipios mexiquenses de su zona metropolitana, en el desfogue del agua residual hacia el estado de Hidalgo.

Remarcó que es necesario resarcir el daño ecológico que le han producido a la entidad “en la misión que cumple con el país”: recibir las aguas negras de la capital.

Incluso expuso que de Hidalgo la metrópoli se llevan el agua potable “y en pago nos la regresan usada”.

De acuerdo con el análisis “Condiciones hídricas en la Cuenca del Valle de México”, realizado por Salvador Peña-Díaz, integrante del Colegio de postgraduados Montecillo, Estado de México, los censos de aprovechamientos de aguas subterráneas realizados por la Conagua para la Ciudad de México y su área metropolitana, reportan una extracción bruta de agua subterránea de unos 1,736 millones de metros cúbicos al año, de los cuales, 752 millones son del corredor Cuautitlán-Pachuca, 15 millones  de Apan.

Diputados hidalguenses exigen presupuesto para atender el problema

La diputada federal Carolina Viggiano, dijo que los diputados hidalguenses acompañarán lo planteado por el gobernador para implementar un plan integral que evite que desastres como el de los primeros días de septiembre en Tula vuelvan a ocurrir.

Expuso que lo preocupante es que la Conagua no cuenta con recursos para hacer la infraestructura que se requiere.

Dijo que en las negociaciones del presupuesto para 2022 se solicitará que se incluyan recursos para solucionar esa problemática.

Destacó que, si bien en estos momentos hay que concentrar la atención en los damnificados y hacer frente a la emergencia, hay que señalar que se trató de una situación ocasionada por lluvias que incluso no fueron atípicas.

Comentó que en 2019, cuando entró en operación el Túnel Emisor Oriente, se conectaron los colectores del drenaje de la capital del país y se pusieron a prueba y con estas inundaciones se demuestra que “no pasamos la prueba”.

“El Valle de México resolvió su problema, pero no lo envío a nosotros”. “Hay un daño que se nos ha hecho”; “la región de Tula merece ser vista con más generosidad y más atención, porque ha sido severamente dañada por aire, tierra y agua”. “No hemos sentido que la respuesta corresponda a la dimensión del problema”, enfatizó.

Asimismo, dijo que la capital del país tiene responsabilidad en el curso que toman las aguas que expulsa más allá de su territorio y el daño que ocasionan.

También afirmó que Hidalgo debe estar representado en el organismo donde se toman las decisiones sobre el manejo de las aguas negras de la Ciudad de México.

La legisladora recalcó que los hidalguenses no quieren seguir siendo el patio trasero de la zona metropolitana de la Ciudad de México.

Mientras, miles de damnificados regresan a sus casas, a comenzar de nuevo, ahí, junto al río que apesta.

diego.badillo@eleconomista.mx

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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