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Política

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Laurie Ximénez-Fyvie: es imperativo contener propagación de la Covid-19

La vacuna va a ayudar a contener el avance del coronavirus SARS-CoV-2 sólo hasta que tengamos más de 90% de la población vacunada, recalca la especialista. Si todos se pusieran correctamente un cubrebocas de calidad cuando salieran de sus casas, con ese simple hecho disminuirían hasta 80% los contagios, señala.

Laurie Ann Ximénez-Fyvie, doctora en Ciencias Médicas por la Universidad de Harvard. Foto EE: CortesíaFoto EE: Cortesía

El tercer repunte de contagios de la Covid-19 en México está directamente relacionado con la variante Delta de esta enfermedad, pero ésta se disparó en la magnitud que ocurrió, porque prácticamente ya no se está haciendo algo para contener la propagación de la pandemia, afirmó Laurie Ann Ximénez-Fyvie.

En entrevista, la jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la UNAM, dijo que la vacuna va a ayudar a contener el avance del coronavirus SARS-CoV-2, sólo hasta que tengamos más de 90% de la población vacunada.

La también autora del libro Un daño irreparable. La criminal gestión de la pandemia en México, editado por Planeta, expuso que si todos se pusieran correctamente un cubrebocas de calidad cuando salieran de sus casas, con ese simple hecho se disminuiría hasta 80% los contagios, pero no se hace.

La especialista indicó que lo que se requiere es detener el virus y para ello es necesario implementar una estrategia epidemiológica integral. Concretamente planteó cuatro medidas: 

  1. Prevenir la transmisión del virus mediante el uso de cubrebocas, tener ventilación, medidas de distanciamiento social y evitando sitios concurridos.
  2. Detección temprana y contención, mediante pruebas diagnósticas, rastreo, búsqueda de asintomáticos, aislamiento de infectados, acciones sobre movilidad y la migración, así como la vigilancia de brotes y mutaciones.
  3. Atención médica oportuna con autovigilancia en casa, vigilancia médica y tratamiento ambulatorio.
  4. Hospitalización, la cual se debe evitar a toda costa.

—Cuando se detectaron los primeros registros de la variante Delta de Covid-19 en México, a principios de mayo pasado, los casos activos venían a la baja. Luego ocurrió el tercer rebrote de la pandemia. ¿De esa alza en los contagios, qué tanto se explica por la variante Delta y qué tanto se debe a otros factores?

—Todo este repunte ha estado directamente relacionado a la propagación de la variante Delta.

Cuando se detectan los primeros casos de Delta seguíamos en la bajada de casos, pero esto es un fenómeno que ha ocurrido en todas partes. En cuanto Delta rebasó una permanencia determinada, de ahí se va como fuego, comenzaron a subir los casos de manera desproporcionada y la variante se propaga.

Es como un círculo vicioso en el que, cuando hay una cierta prevalencia, entonces se disparan los contagios y se dispara la prevalencia de la variante a la vez.

Este repunte ha estado completamente mediado por la variante Delta, pero lo que hay que preguntarse es: ¿por qué se dispersó la variante Delta? Y se dispersó porque aquí nunca se han tomado acciones para detener la propagación del virus.

Incluso, sabiendo de la amenaza de Delta, se pudo tener mejores controles migratorios, en fronteras, exigir que las personas entraran con pruebas negativas. Quizá hubiéramos  podido mitigar este repunte de mejor manera, si se hubieran tomado medidas para tratar de contener la propagación del virus.

En México el virus corre libre, porque no se hace nada para tratar de contener su propagación y se fue con todo. 

—¿Si bien estamos avanzando en la vacunación, qué tan importante es trabajar en evitar la propagación, para contener la pandemia?

—La vacunación no va a ayudar a detener la propagación del virus hasta que  tengamos más de 90% de la población vacunada. Eso quiere decir que, mientras se llega a ese porcentaje, lo que importa son las medidas  para detener la propagación.

La vacunación está ayudando a disminuir los números de personas que contraen la enfermedad de manera severa, las hospitalizaciones y las muertes.

En la medida en que una población tiene una proporción más amplia  de vacunados, en cada uno de estos repuntes, se va a ir viendo reflejado en menos defunciones, pero para detener las infecciones, la vacunación no va a servir hasta que tengamos ese altísimo porcentaje de la población vacunada. Entonces, mientras llegamos a eso, es imperativo que se tomen las medidas preventivas para detener la propagación del virus.

Mientras se siga dejando que se propague, seguimos en riesgo de que pudiera venir una variante que, eventualmente, pudiera volver inservibles a las vacunas que tenemos.

Puede venir una variante más contagiosa, que, además, evada la inmunidad y que podría causar una enfermedad más severa que coloque al país en un escenario realmente catastrófico, por haber tenido la irresponsabilidad de que el virus se siguiera propagando.

Esto se puede ver claramente en el caso de Israel, que tiene casi 67% de su población vacunada con esquemas completos, pero tiene un repunte tan grave que sólo hay dos países en el mundo con repuntes superiores. Eso se debe a que hoy tratamos contra un virus mucho más contagioso que es Delta.

En México, como el gobierno se rehúsa a admitir que eso es así, entonces es ir contra corriente, pero hay que hacerlo saber.

—¿Entonces, independientemente de las acciones del gobierno, a la sociedad le toca buena parte de la tarea de contener la pandemia?

—Completamente. El gobierno debería estar haciendo mucho más, como pruebas, rastreo de contactos, aislar a los enfermos, comunicación efectiva. Pero si no tenemos  eso, siempre nos va a ir peor que otros países.

El problema es que, como ha sido tan deficiente la comunicación del gobierno, no es posible esperar que la gente se porte bien. Sobre todo, cuando las autoridades se pasaron un año entero diciendo que el cubrebocas no servía; el presidente, Andrés Manuel López Obrador, sigue sin ponerse el cubrebocas hasta la fecha. Además, desde las conferencias vespertinas de las autoridades de Salud, se emitieron una serie de mensajes equivocados, como que si no tienes síntomas no contagias.

Cada uno de nosotros jugamos un papel importantísimo en cómo esto se desenvuelve.

Si todos nos pusiéramos un cubrebocas de buena calidad, bien puesto todo el tiempo que salimos de casa, esa sola acción disminuiría casi en un 80% los contagios.

—¿Qué podemos esperar de la variante Delta, en función de lo que sabemos de variantes anteriores?

—Lamentable lo que podemos esperar es lo mismo que pasó con la variante Alfa: se dispersó prácticamente por todo el mundo y tomó el lugar de otras variantes que estaban surgiendo en esos momentos.

La primera variante de preocupación que se identificó fue Beta, la sudafricana, y era realmente muy preocupante, porque tiene rasgos y características muy importantes de evasión de inmunidad a grado tal que en Sudáfrica prácticamente volvió inservible la vacuna de AstraZeneca, pero  por fortuna se trató de una variante que no tenía la capacidad de transmisión como era la Alfa y mucho menos la Delta.

La variante Alfa comenzó a tomar su lugar y desplazó a las demás. Alfa se volvió dominante en todo el mundo y llegó a representar en Europa el 100% del virus circulante. De repente, comienza a surgir Delta y comienza a tomar su lugar. 

Ahorita estamos en esa situación en que estuvo Alfa. Delta es prácticamente el virus que circula estable en prácticamente todo el mundo.

Todos los países tienen una tendencia al alza y andan por arriba del 70 u 80% de Delta y vamos todos a topar en el  100% porque está desplazando a las demás.

Claro que hay variantes que andan por ahí todavía circulando, por ejemplo, Lambda y hay otras que ahí siguen aunque en porcentajes pequeñitos.

Hay una preocupación en que Lambda empiece a repuntar y pudiera a tomar el lugar de Delta, porque en el análisis de la frecuencia genómica de Lambda tiene rasgos parecidos a Delta en términos de la evasión de la inmunidad, pero afortunadamente este no ha sido el caso. Lambda no está teniendo esa misma capacidad de propagación que tiene Delta.

diego.badillo@eleconomista.mx

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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