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¿Qué ha hecho el mundo para contener el calentamiento global?
Informes de expertos presentados por Naciones Unidas afirman que no se ha realizado lo necesario para atajar la crisis climática mundial; únicamente la transformación urgente en todos los niveles permitirá lograr la enorme reducción necesaria en las emisiones de gases de efecto invernadero, de aquí a 2030: un 45% de disminución en relación con las proyecciones de las políticas actuales para encaminarse a la meta de que la temperatura del planeta no aumente más de 1.5 grados Celsius y 30% para la meta de 2 grados Celsius.
Las medidas implementadas a escala mundial para atajar la crisis climática son inadecuadas e insuficientes.
Así lo establece el “Informe sobre la brecha de emisiones 2020: La ventana de oportunidad se está cerrando”, elaborado por el Programa para el Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que recalca que la crisis climática requiere de una transformación rápida de las sociedades.
En ese sentido Adrián Fernández, director ejecutivo de Iniciativa Climática México explicó a El Economista lo que hemos hecho como planeta desde que se firmó el Acuerdo de París, ese tratado internacional adoptado por 196 países (partes) en 2015, aunque entró en vigor hasta 2016 y que tiene como objetivo que el mundo haga lo necesario para limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1.5 grados Celsius, en comparación con los niveles preindustriales.
El especialista explicó que, en 2015, los países firmantes entregaron, de manera voluntaria ante el Acuerdo de París sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) para apoyar con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, con un periodo de cumplimiento de 2020 a 2030.
Con el acuerdo se logró convencer (luego de 25 años de negociaciones) que todos los países tenían responsabilidades comunes pero diferenciadas.
En 2016 se hizo una evaluación de las metas autoimpuestas por cada uno de los países y si todos las cumplían al 100% en función de lo que se necesitaba para reducir el incremento de la temperatura del planeta al 2030.
Lo que se encontró fue que aunque esas metas constituían un gran esfuerzo, como planeta nos dejarían muy lejos del nivel de reducción de emisiones necesarias para cumplirse el objetivo mundial expresado a través del Acuerdo de París. Era un buen paso, pero insuficiente.
Sí estamos en tiempo de cumplir, pero…
En tanto, en 2018, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) presentó un reporte especial conocido como “Del 1.5 grados”, con metas basadas en la ciencia, que señaló que sí estábamos en condiciones de contener el calentamiento del planeta a no más de 1.5 grados Celsius, siempre y cuando, se reduzca, cuando menos 45% las emisiones globales respecto de las que teníamos en el mundo en 2010. El análisis plantea la meta de cero emisiones para 2050.
Aunque el Acuerdo de París estableció que a los cinco años los países volverían a presentarse con metas revisadas, es decir más ambiciosas, en 2018 el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, lideró un movimiento que decía que lo que se necesitaba era tener metas compatibles con lo que dice la ciencia.
Lanzó una iniciativa complementaria al Acuerdo de París, mediante la cual llamaba a los países acudir a Naciones Unidas a firmar un compromiso complementario en materia de reducción de emisiones, con la intención de llegar a cero emisiones en 2050.
La ONU convocó no solo a los países, sino a empresas privadas y gobiernos subnacionales a comprometerse con la meta mundial.
Eso ocasionó que al interior de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) privara la idea de que los compromisos iniciales no eran suficientes y que no se debía esperar hasta 2020 para replantear los objetivos con nuevas metas.
El 2020 se convirtió entonces en una meta para que los países entregaran nuevas NDC con metas más ambiciosas.
Hasta la COP26 de Glasgow, realizada en 2022, todos los países del G-20, menos México, entregaron metas revisadas. Además se aprobaron una serie de iniciativas/compromisos de más corto plazo para mitigar emisiones en actividades clave, como para bajar las emisiones de metano y cero deforestaciones y se convocó a las naciones a sumarse porque esos implicaba.
Sudáfrica muestra el camino para que países en desarrollo contribuyan
En ese contexto surgió la idea de que los países en vías de desarrollo cumplirán con sus contribuciones nacionales para contener el calentamiento global, sí y solo si reciben apoyos tecnológicos y financieros de países desarrollados.
Sudáfrica mostró el camino. Esa nación entregó en 2020 la actualización de sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas. Dijo: voy a bajar más mis emisiones de gases de efecto invernadero, pero lo condicionó a que le dieran apoyo tecnológico y financiero.
Se compromete a implementar políticas públicas para descarbonizar su economía, pero enfatiza que dará prioridad a la justicia social.
Previo a la COP26 estuvo negociando por más de un año con Europa y Estados Unidos y llegando a la COP firmó un acuerdo por la transición energética justa, mediante el cual le van a dar un primer apoyo por 8,500 millones de dólares para iniciar su implementación.
El acuerdo plasma una ruta para descarbonizar su economía, lo cual implica cerrar sus plantas de Carbón y, de manera paralela una reingeniería social que permita un modo de vida para las familias que hoy dependen económicamente de la industria del carbón.
Solo una transformación urgente permitirá lograr la reducción necesaria
El 27 de octubre pasado, y de cara a la celebración de la COP27, que iniciará este domingo 6 de noviembre en la ciudad de Sharm el-Sheij, Egipto, el informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente destaca que las promesas nacionales actualizadas desde la COP26, celebrada en 2021 en Glasgow, Reino Unido, marcan una diferencia ínfima en las emisiones previstas para 2030 y concluye que “estamos” lejos del objetivo del Acuerdo de París.
Las políticas en vigor apuntan a un incremento de la temperatura de 2.8 grados Celsius a finales de siglo. La ejecución de los compromisos actuales reducirá únicamente este incremento en la temperatura a un máximo de 2.4 grados Celsius a 2.6 grados Celsius para finales de siglo, en el caso de los compromisos condicionales e incondicionales, respectivamente.
El informe concluye que únicamente la transformación urgente en todos los niveles permitirá lograr la enorme reducción necesaria en las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030: un 45% de disminución en relación con las proyecciones de las políticas actuales para encaminarse a la meta de 1.5 grados Celsius y 30% para la meta de 2 grados Celsius.
Recalca que un cambio progresivo ya no es una opción: es preciso llevar a cabo transformaciones económicas a gran escala para no malograr la oportunidad de limitar el calentamiento global muy por debajo de dos grados Celsius, preferiblemente 1.5 grados Celsius.