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Política

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Se ordena no salir y el cierre de negocios; pero la movilidad sigue

Limpiaparabrisas, vendedores de cigarros y dulces, malabaristas, son parte aún del paisaje; la gente acude a bancos, por ejemplo, donde las filas son inevitables.

Aocho días del inicio de la segunda fase de contingencia y a dos de declararse la emergencia nacional para frenar la propagación del virus SARS-CoV-2, las calles de la Ciudad de México aún lucen con una importante movilidad. Grandes filas se observaron principalmente en supermercados y sucursales bancarias.

En un cajero automático del Eje 2, Ángel Albino Corzo, Isabel y su esposo Héctor, de 69 y 71 años, respectivamente, acudieron a recoger efectivo de su Tarjeta del Bienestar que entrega el gobierno federal a adultos mayores. Se formaron en una enorme fila de personas sobre la avenida. Ella padece de hipertensión y él de diabetes. Ambos portaban cubrebocas y, cuando se acercaron al cajero, ella sacó una toalla húmeda para limpiar el teclado. “Ahora sí ya hay para la chuletita”, bromea el hombre al salir. “Vivimos solos. Tenemos un hijo, pero ya está casado, casi nunca viene a vernos. Los vecinos nos dicen que nos cuidemos, que nos puede dar más fuerte a nosotros ese corona (...) ¡el virus ese!”, dijo la señora Isabel, mientras se despide.

Sobre la avenida Eduardo Molina se observa una aglomeración de jóvenes, principalmente. “Ya tengo 15 días sin ir a la escuela. Ya no me aguantan en mi casa (risas), mejor me vengo para acá”, expresó Eduardo, de 28 años, que asistió a una improvisada clase de boxeo que ofrece un instructor de forma gratuita.

Sobre la calzada de Guadalupe tres jóvenes llaman la atención con el sonido de batucada, con lo que buscan ganarse unas monedas de automovilistas o transeúntes. “No me da miedo, ni creo que exista eso del coronavirus, ¡la neta!”, dice uno de ellos.

En las calles también se observaron a personas que día a día realizan una actividad al aire libre como limpiaparabrisas, vendedores de cigarros y dulces, malabaristas, entre otros.

En la Plaza Tepeyac un letrero avisa: “por disposición oficial, a partir de hoy 1 de abril toda la plaza comercial permanecerá cerrada. Únicamente dará servicio de 8:00 a 23:00 horas Walmart”.

Ahí, Verónica de 54 años se forma en la fila para ingresar al supermercado. Lleva en las manos un gel antibacterial, el cual se coloca cada que avanza la fila. Contó que acude una o dos veces por semana y a partir del lunes notó cambios. Ahora, dice Verónica, ya están definidos los espacios de distancia en cajas y sólo se puede entrar a la tienda de 10 en 10.

En la fila de espera, son más las personas que acuden solas a adquirir despensa, aunque también hay familias enteras que son ausentes del llamado del gobierno a la “sana distancia”.

El Gobierno de la Ciudad de México ordenó el cierre de todos los centros comerciales que no vendan alimentos o abarrotes.

En las calles fue notario que pequeños negocios como fondas, locales de antojitos, verdulerías, cerrajerías, talleres mecánicos, mueblerías, carpinterías, tienditas de abarrotes, cibercafés y tintorerías permanecieron abiertos.

En un recorrido por mercados públicos como el de San Juan de Aragón, Cuchilla del Tesoro, Gertrudis Sánchez y Río Blanco, lucieron con alta presencia de personas que buscaban allegarse de víveres y alimentos. “Sí se está vendiendo más, porque todo está cerrado en los centros comerciales y las plazas”, relata Juan Velázquez, un comerciante.

politica@eleconomista.mx

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