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ESG, ¿moda o tendencia?
La práctica de la inversión ESG (por sus siglas en inglés Enviromental, Social & Governance) comenzó en la década de 1960 bajo el nombre de inversión socialmente responsable, con inversionistas que excluyeron acciones o industrias de sus portafolios en función de actividades comerciales. El movimiento continuó cuando en 2004 la ONU convocó a más de 50 directores ejecutivos de las principales instituciones financieras, invitándolos a participar en una iniciativa conjunta y con el apoyo de International Finance. Corporation (IFC) y el Gobierno de Suiza. El objetivo de la iniciativa era encontrar formas de integrar ESG en los mercados de capitales y que actualmente ya han evolucionado y tienen el propósito de incorporar criterios de inversión basados en el cumplimiento de aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo.
Los Principios para la Inversión Responsable (PRI, por sus siglas en inglés), promovidos por la ONU, son una práctica que incorpora los factores ESG a través de una red de inversionistas que representan más de 70 billones de dólares en activos bajo administración y que trabajan juntos para promover dicha práctica buscando la integración de ESG en el análisis y la toma de decisiones a través de la creación de herramientas, orientación y compromiso.
¿Cuál será su impacto para gobiernos y empresas?
Hoy en día, muchos inversionistas buscan incorporar factores ESG en el proceso de inversión junto con el análisis financiero tradicional, tan es así que las calificaciones de ESG tienen como objetivo proporcionar una evaluación de la resiliencia a largo plazo de las empresas a través de la evaluación específica de los principales riesgos de la industria.
En México ya se han generado iniciativas para impulsar las inversiones responsables y como muestra de esto es que diversos organismos regulatorios han realizado diversas adecuaciones en sus normativas con la finalidad de qué instituciones como las Afores, FIBRAs, Bancos, CKDs, CERPIs y SPACs, entre otros, deben considerar factores de ESG en las diversas alternativas en las que pueden invertir. Bajo este contexto, las tesorerías de instituciones con tan amplio manejo de recursos como las que acabamos de mencionar, estarán bajo el escrutinio de los reguladores con la finalidad de demostrar su apego a mejores prácticas en materia de ESG en las diferentes inversiones que realicen. Asimismo, dichas instituciones estarán solicitando un continuo monitoreo de los diferentes beneficiarios de los recursos financieros que ellas a su vez proveerán; por lo que el requerimiento de apego a mejores prácticas de ESG se estará replicando constantemente.
Sí bien el objetivo de realizar inversiones sustentables es claro; las métricas, procesos y criterios para evaluar y dar seguimiento a las mismas no han sido nada fáciles de implementar ya que los alcances y homogeneización de criterios varía en función de la industria, tamaño y localización de cada empresa.
Otra barrera importante ha sido la falta de datos y de las herramientas necesarias para manejar la información disponible que muchas veces es incompleta. Sin embargo, la divulgación corporativa sobre temas ESG sigue mejorando constantemente desde el lanzamiento de la Iniciativa de Informes Globales (GRI) en 2000.
En el IMEF, y particularmente en el Comité Nacional de Tesorería, discutimos el gran desafío que para la mayoría de las corporaciones es introducir en el ADN una nueva figura y mentalidad para adaptarse a un nuevo entorno que favorece productos y servicios más inteligentes, limpios y saludables, y dejar atrás viejos dogmas cuando la contaminación era parte del desarrollo, los empleados eran solo un factor de costo y la rendición de cuentas a terceros interesados simplemente era un discurso. Para los inversionistas, los datos ESG son cada vez más importantes y podrán en su momento ser la diferencia entre allegarse o no a los recursos financieros.
*Luis Arrieta es el presidente del Comité Técnico Nacional de Tesorería del IMEF
Twitter: @JlarrietaLuis