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Entrevista con un manipulador de internet: “América Latina es el patio de recreo para la manipulación”

La editorial Debate publicó el libro Confesiones de un bot ruso, escrito por un autor cuya identidad se mantiene en el anonimato. El Economista platicó con el “bot ruso” sobre algunas prácticas nocivas realizadas por políticos, empresarios e incluso ONG en el mundo digital.

“Me he pasado bastante años insultándote en redes sociales porque alguien me pagaba. Ahora quiero contarte cómo lo hacía”. Esta frase acompaña el título del libro Confesiones de un bot ruso, escrito por un extrabajador español de una agencia dedicada a brindar servicios de astroturfing: en otras palabras, dedicado a manipular a la opinión pública en el entorno digital simulando apoyo orgánico, popular o masivo a una idea, marca o persona.

El escritor, autonombrado Bot Ruso, accedió a respondernos un cuestionario vía correo electrónico para ayudar a los usuarios digitales a detectar, entender y evitar prácticas nocivas a las que están expuestos al navegar por la web. Bot Ruso fue ejecutor de ese tipo de prácticas… y le pagaban por hacerlo.

—¿Cómo surge la idea de plasmar tu experiencia en un libro?

—Tras mi renuncia dispuse de mucho tiempo para reflexionar. Y el balance que hice de mi tiempo en la agencia fue claramente negativo. Y eso me llevó a crear una cuenta de Twitter con el objetivo de difundir los grandes secretos del astroturfing [la manipulación en línea].

Sin darme cuenta, la forma de actuar de @thebotruso era la misma que las cuentas troll alpha que había gestionado durante mis años en la sombra. Lo cual llevó al siguiente paso: captar la atención de determinados periodistas.

Eso fue clave para lograr el contacto con Debate (Penguin Random House), quienes me propusieron la oportunidad de compilar todo ese conocimiento en un libro. Y pensé: ‘¡Joder! Es una idea fantástica’. Admito que, antes de ese momento, no me había planteado la idea de escribir un libro. Pero soy consciente que soy un testimonio único.

Piensa que, cuando uno sale de trabajar en una agencia dedicada al astroturfing, suele ocultarlo. Porque queda muy feo en el currículo. Aunque sea una experiencia que aporta un grandísimo (y poderoso) conocimiento que, aplicado “para el bien”, abre muchísimas puertas.

Y te lo digo yo, que pasé de ver la tele a salir en ella. Oye, ni tan mal, ¿eh?

—¿Cuál es el motivo por el que mantienes oculta tu identidad?

—Por motivos de seguridad. Durante mi experiencia, he trabajado para gente con muchos recursos e influencias. Y sé que, de haber sido conocedores de mi identidad, hubiese tenido gran cantidad de problemas.

Y yo no estoy solo en el mundo. Tengo familia. Y, para mí, la seguridad de los míos es algo importante.

—Antes de dedicarte a ejecutar estrategias digitales, ¿habías imaginado todo el trabajo que existe detrás de un troll profesional?

—Cuando entré a trabajar tenía un conocimiento mínimo de cómo funcionaba esta maquinaria en realidad. Por supuesto, uno sabe que en Internet no es verdad todo lo que lees, y que hay partidos políticos que utilizan bots o que existen las reseñas falsas. Pero en ningún momento me había imaginado cómo de profesionalizada estaba la desinformación ni el poder que tiene.

—¿Cómo llegas a trabajar para una agencia dedicada al troleo?

—Otra casualidad de la vida: me apunté a una oferta publicada en un portal de empleo muy famoso en España. Y enseguida obtuve una respuesta para convocarme a una entrevista de trabajo.

Fue una entrevista de trabajo muy extraña. Donde, en lugar de hablar de experiencia y conocimientos, valoraban otros factores (de forma muy sutil), como la capacidad de influenciar o la flexibilidad de tus principios cuando se trata de una cuestión profesional.

—¿Qué gobiernos de América Latina destacan como clientes de este tipo de servicios?

—América Latina es el patio de recreo de quienes se dedican al astroturfing. Además, en comparación con Europa, funciona de una forma muy descarada. Por ejemplo, mientras en Europa cada vez se utilizan menos los bots, en Latam van a todo tren. Y surgen campañas donde, además, los bots son muy evidentes. Exageradamente burdos.

Recientemente hemos podido ver, desde la distancia, como este tipo de estrategias son capaces de movilizar a miles de personas para asaltar un Congreso. Pero no es solo Brasil: Argentina, Chile, Panamá, República Dominicana… y México, por supuesto.

—¿Qué partidos políticos mexicanos recurren a esta práctica?

—Existe una falsa creencia de que los partidos de ultraderecha son los que contratan este tipo de servicios. Y la realidad es que es algo transversal: de izquierda a derecha. En México y en, prácticamente, cualquier parte del mundo.

Ahora mismo no estoy puesto en política mexicana como para poder responderte si un partido se sirve más de la desinformación que otro. Pero la realidad es que son muchos los partidos que utilizan estas estrategias. Unos de forma más evidente que otros.

—¿Estas agencias buscan a sus clientes o los clientes buscan a estas agencias?

—Los clientes tienen un problema, y es la agencia la que, con base en una red de contactos previa, llega al cliente con el ‘elixir mágico’.

Es algo así como en las películas: un personaje tiene un problema existencial y aparece el Diablo con un contrato que le salvará de todos los problemas por un módico precio.

 —Bots, trolls, astroturfing… ¿Por qué es importante que la gente conozca los significados de estos conceptos?

—El desconocimiento es la vulnerabilidad que aprovechan estas agencias para ejecutar este tipo de estrategias digitales.

Por ejemplo, en Europa estamos muy resabiados [desconfiados] con los bots. Los sabemos identificar con más o menos facilidad y, por lo tanto, su efectividad es muy baja. Pero hay muchísima gente que no sabe que existen oficinas con decenas de empleados que manejan decenas de cuentas con el objetivo de crear estados de opinión. Y es ahí donde “caemos” como pardillos (inexperto o incauto).

—¿Qué debemos saber sobre astroturfing?

—Lo primero que debemos tener en cuenta es que hay personalidades políticas, empresarios, organizaciones y otros con un gran interés por hacernos pasar por el aro y con muy poquitos escrúpulos. Y que son capaces de prácticamente todo con tal de lograr su objetivo: ya sea lograr tu voto, hundir a la competencia o ensalzar una determinada idea.

—¿Quiénes suelen recurrir a esta práctica?

—Se trata de organizaciones rentables. Ya sea un partido político (que recibe una partida de los fondos públicos), una empresa a escala nacional o internacional, un gobierno, un equipo de futbol, una ONG [organización no gubernamental]…

Se trata de un servicio con un precio elevado. Por lo que requiere tener un buen presupuesto para poder invertir en esto.

—¿Cuáles son los beneficios de quienes la ejecutan?

—Conseguir el objetivo. Ya sea salvarse el culo ante una acusación por corrupción o ganar unas elecciones.

 —¿Qué precauciones debemos tomar?

—Es triste, pero debemos aprender a ser más desconfiados.

—¿Cuánto gana un bot?

—En España, el sueldo de un bot ronda los 1,100 euros (unos 22,000 pesos mexicanos). Para que puedas tomar una referencia, el sueldo mínimo interprofesional, en España, es de 1,000 euros. Y lo habitual, en ciudades como Madrid o Barcelona, es pagar un alquiler entre 700 y 1,000 euros.

—¿Tienes alguna estimación sobre las ganancias anuales que produce este negocio del troleo?

—Hacer cuentas de cuánto puede llegar a generar el astroturfing es complicado. Pero hay contratos anuales que tienen un valor alrededor de medio millón de euros, y otros que sobrepasan el millón.

—¿Cómo se crean las fake news y para qué sirven?

—Es un trabajo mucho más relacionado con la sociología que con el aspecto digital. Para crear una fake news es imprescindible conocer el punto de dolor y la motivación del público objetivo, así como la forma de comunicarse y los canales que más utiliza (para crear el mensaje y saber cómo difundirlo).

 —En tiempos electorales, ¿qué debe saber la gente sobre las prácticas que describes en tu libro?

—En periodo preelectoral es cuando se inician las estrategias de astroturfing más fuertes. Cuando encontramos una noticia o información polémica, debemos asegurarnos de su veracidad. Por ello, es interesante comprobar que varios medios más o menos “reconocidos” se hayan hecho eco de la información. Y, cuando se trata de declaraciones, asegurarnos de no encontrarnos ante un video editado (manipulado) de forma sesgada con el objetivo de dar a entender algo distinto al discurso.

Pero vamos, que si se leen Confesiones de un bot ruso encontrarán muchas más herramientas para aprender a consumir la información y no caer en la trampa.

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Periodista y editor de medios sociales en El Economista. Cuenta con una maestría en periodismo político y ha sido docente de asignatura en ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara. Actualmente conduce el pódcast Lab Digital, donde explora temas relacionados con ecosistemas digitales, redes sociales y marketing digital.

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