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Arte e Ideas

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#8M: Vivir de la música como mujer con todo y sus bemoles

Cinco artistas profesionales nos comparten los elementos claves que les han permitido sobresalir en la música académica, el dominio y maestría de su instrumento, además de sortear cualquier desafío.

Alethia Lozano, Argentina Durán, Gabriela Jiménez, Topacio Ortiz y Shari Mason hablaron sobre los desafíos y logros en sus diversos caminos para convertirse en instrumentalistas. Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Alethia Lozano, Argentina Durán, Gabriela Jiménez, Topacio Ortiz y Shari Mason hablaron sobre los desafíos y logros en sus diversos caminos para convertirse en instrumentalistas. Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ser artista musical en esta década del siglo XXI representa desafíos nunca antes vistos, con avances tecnológicos que parecen salidos de un filme de ciencia ficción, como herramientas de inteligencia artificial (IA) que pueden sustituir al intérprete de cualquier instrumento o incluso componer una canción, o el acceso ilimitado con un solo clic a música de todo el mundo y de la mejor calidad, lo cual puede ser intimidante para quien aspira a tener una carrera en esta industria.

Para quienes se dedican a la música académica, también conocida como música clásica o música de orquesta, el reto podría ser todavía mayor, al enfrentarse a la necesidad de atraer a nuevos públicos y sobrevivir en un mundo en el que la oferta de otros géneros musicales acapara la atención de los más jóvenes.

También es cierto que este entorno representa grandes oportunidades. Todo depende del cristal con que se mire. O al menos esa es la percepción que compartieron cinco mujeres que decidieron dedicar su vida a hacer música académica y triunfar en el intento.

La pianista Argentina Durán, la timbalista Gabriela Jiménez, la flautista Alethia Lozano, la violinista Shari Mason y la percusionista Topacio Ortiz conversan con El Economista para compartir las experiencias que les han permitido sobresalir en el mundo de la música clásica y los obstáculos que tuvieron que superar.

Aunque ocupan diversos espacios en la orquesta y sus instrumentos pueden ser muy diferentes entre sí, los caminos profesionales que han seguido estas cinco intérpretes tienen grandes coincidencias, en especial cuando hablan de la actitud, la fortaleza y la voluntad que han necesitado para convertirse en músicas de alto nivel y tocar en las mejores instituciones del país, como la Orquesta Sinfónica Nacional o la Orquesta de Minería, entre otras agrupaciones reconocidas a nivel internacional.

Maestros inspiradores, soporte familiar y una mentalidad clara y firme de lo que se desea son algunos de los elementos claves que comparten estas artistas para dominar el sonido y crear música.

Atreverse a ser y hacer música

“La carrera es muy demandante, es muy ruda y exige todo de ti en muchos sentidos, emocional, espiritual, de trabajo físico y si estás dispuesto a darlo todo, básicamente cualquier momento es óptimo”, explica Topacio Ortiz, quien descubrió su vocación como percusionista cuando ya era una adolescente, una edad que para quienes enseñan música ya se considera “muy tarde”.

“Un maestro solía decir que ‘cuando tus papás se conocieron, ya era tarde para estudiar música’. Y sí, se tiene mucho ese cliché”, comenta la joven de 36 años, que regularmente comparte el escenario de la Sala Nezahualcóyotl con personalidades internacionales de la música clásica.

La flautista Alethia Lozano es otro ejemplo que pone en duda esta regla no escrita de la edad para lograr ser una profesional destacada en esta profesión. “Yo agradezco inmensamente que nadie me lo dijo (…) Yo no sabía, empecé a tomar clases (de flauta transversa) a los 13 años, y a los 14, dije: ‘esto es lo mío, me quiero dedicar a esto y ya’. Tiempo después me enteré de que mis colegas, músicos profesionales, habían empezado muy pequeños y es una suerte que logré hacer una carrera en este medio tan competitivo, habiendo empezado tarde, entre comillas”. 

Desafiar a la naturaleza 

Para quien sí tuvo la oportunidad de comenzar a desarrollarse musicalmente desde muy joven, en la que podría considerarse una “edad óptima”, la determinación y la disciplina permitieron enfrentar otras dificultades, como la necesidad de tener la suficiente fuerza física y la destreza para tocar un instrumento que originalmente fue diseñado para ser dominado por hombres.

Argentina Durán, pianista principal de la Orquesta Sinfónica Nacional, relata que su complexión delgada y el tamaño de sus manos la obligaron a trabajar el doble para poder tener la condición física, la fuerza y la agilidad necesaria para poder tocar cualquier composición. 

“Yo soy muy delgada, mi mano es muy pequeña, mi mano sólo alcanza la octava, es decir, de do a do. Y, por ejemplo, hay conciertos de Rachmaninov que tienen la distancia de 13; o séa de ocho a 13, pues hay muchísima apertura”, explicó Durán, quien desde muy joven comprendió la necesidad de trabajar en sus debilidades para siempre dar más. “Si tengo manos puedo hacerlo”.

Creo que a pesar de mis limitaciones que pudiera llegar a sentir físicamente, me di cuenta de que mis limitaciones eran más mentales”, reflexiona la joven originaria de Jalapa, Veracruz.

En tanto, la percusionista Gabriela Jiménez resolvió esta necesidad al ejercitarse en todos los aspectos, recurrir a diversas disciplinas físicas y mentales, así como descubrir y aplicar nuevas formas de generar el gran e inolvidable sonido de sus timbales, sin tener la fuerza que normalmente utilizan sus colegas hombres en estos instrumentos.

“Como he vivido mi trayectoria, tanto académica, como profesional, en ningún momento me comparé con mis compañeros masculinos, los varones. No me comparaba en cuanto a ‘¡Uy! Ellos son más fuertes’. Obviamente, ellos podían cargar unos timbales y yo no, ellos podían cargar las campanas tubulares y yo no, pero sí podía cargar las partituras y los atriles”, dice Jiménez, quien reitera que la clave para lograr las metas que se ha planteado es mera cuestión de actitud.

Vivir de la música

A decir de Alethia Lozano, las personas que se dedican a la música tienen varias vertientes para poder vivir de su trabajo musical.

“Los dos lugares donde podemos ser empleados por una institución son las orquestas y las clases. Si das clases en el Conservatorio o en la Facultad de Música, tienes un sueldo estable; también es el caso si tocas en una orquesta (...) Las únicas dos opciones que tenemos de trabajo estable, con prestaciones y todo, son las orquestas o las escuelas y es muy difícil llegar a esos puestos porque son muy solicitados”, explica la flautista principal de la Filarmónica de la UNAM e integrante de la Sinfónica de Minería.

Lozano detalla que el “famoso freelance” es la otra vertiente del quehacer de un músico, que consiste en conseguir conciertos, dar clases particulares, entre otras actividades que permiten organizar horarios y actividades de la forma que se desee, sin embargo, no se cuenta con alguna seguridad de que se conseguirá trabajo.

“Es un medio un poco idealizado por la gente que no se dedica a esto, porque todo mundo dice, qué bonito dedicarte a la música y pasar el día alegremente tocando tu instrumento sin nada que te preocupe y por otro lado la lucha constante de estar consiguiendo ese siguiente concierto para tener un ingreso”, explica Alethia.

Argentina Durán, cuya presencia en redes sociales se ha incrementado notablemente en los últimos años, con más de 300,000 seguidores en Instagram, considera que la tecnología presenta diversas áreas de oportunidad para quienes quieren vivir de la música sin depender de los modelos tradicionales y fortalecer su imagen en el ámbito como freelance.

Creo que en la actualidad ya no dependemos tanto, y ni siquiera de las audiciones, porque podemos hacer carrera a través de otras cuestiones, de las redes sociales, de la exposición que tenemos, incluso del público que nos sigue”.

La pianista veracruzana destaca que en este siglo es necesario tomar en cuenta otros aspectos que forman a un artista, ya no precisamente solo como músico. “Esto quiere decir, saber manejar YouTube, saber subir un video, saber editar un video, saber cómo funcionan los algoritmos de las redes sociales, saber manejar tus relaciones públicas. Creo que para ser un músico ‘destacado’ hay que tener otro tipo de conocimientos o un equipo que esté a tu lado, que se dedique a hacer todas estas cosas, pero sí definitivamente ya no es lo mismo, hay que tener muchas otras cosas más aparte de lo musical”, dice Argentina.

Del silencio a la estridencia de la desigualdad de género en las orquestas

Las cinco instrumentistas entrevistadas coinciden en que si bien todavía existe un rezago en el tema de igualdad de género en las orquestas mexicanas y en el resto del mundo, esto se ha reducido gradualmente gracias a las audiciones “a cortina cerrada” o “audiciones ciegas”.

Este tipo de audiciones, que se implementaron en algunas orquestas estadounidenses en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, consisten en que las personas que realizan la selección de los músicos no pueden ver a los participantes mientras realizan las pruebas, ya que sólo tienen que escuchar la ejecución y decidir con base en la calidad de esta. Incluso se solicita a las personas que audicionan que utilicen zapatos de goma para que el sonido de los tacones no revele si se trata de una mujer o un hombre.

La economista Claudia Goldin, pionera en el análisis económico de la brecha de género, en colaboración con Cecilia Rouse, publicó en el año 2000 un análisis de los efectos de este tipo de audiciones en las orquestas estadounidenses con las siguientes conclusiones:

  • El porcentaje de mujeres en las cinco principales orquestas estadounidenses pasó de un 6% en 1970 a un 21% en 1993.
  • La implementación de las 'audiciones ciegas' son responsables de 33% de este incremento, mientras que otro 33% puede atribuirse al aumento del número de mujeres que participaron en las pruebas debido a la mayor difusión que se les daba.

“Es común y cada vez se va abriendo esa brecha; lo ideal es que esa brecha no existiera. Lo ideal es, para mí, que este tipo de eventos que suceden, que dan foco a la mujer, el 8 de marzo y todo, para mí lo ideal sería que no existieran y que fuera siempre. Que no fuera un boom de entrevistas o talleres o foco a la mujer, sino que esto fuera algo normal. La capacidad, el talento y oportunidades son las mismas”, dice Topacio Ortiz, percusionista de la Orquesta de Minería

Aunque en México no existen de primera mano estadísticas que permitan dimensionar la brecha de género que existe en esta industria, especialmente en el caso de la música de academia, hay algunos antecedentes a nivel mundial que muestran que el camino no ha sido fácil.

Para Shari Mason, la concertino de la Orquesta Sinfónica de Minería, el principal reto para las mujeres que desean dedicarse a la música es “superar los prejuicios que existen todavía en nuestro ámbito profesional. Todavía encontramos (mucho menos que antes) personas que creen que una mujer está en una posición profesional por un sin fin de ‘razones’ que no tienen ningún fundamento, inventadas en muchas ocasiones”. 

Vale la pena recordar la polémica que se suscitó en la década de los 90 alrededor de la Orquesta Filarmónica de Viena, cuando sus miembros se opusieron a que las mujeres formaran parte de su plantilla hasta febrero de 1997.

Antes de esa fecha, algunas mujeres tocaron en esta orquesta (fundada en 1842), pero no formaban parte con pleno derecho. Al cierre de 2023, apenas 10% de sus integrantes eran mujeres. 

Aunque han sido innegables algunos avances en fomentar la presencia de las mujeres profesionales en el ámbito de la música académica, se observa que este incremento es más lento en la difusión de mujeres compositoras y directoras de orquesta.

De acuerdo con un análisis de la Organización de las Naciones Unidas sólo el 5% de la música programada en las orquestas alrededor del mundo está compuesta por mujeres.

“En mi perspectiva, lo más importante que puedo hacer es ser mejor en mi trabajo día a día y por medio de este, demostrar que la calidad de un artista se ve en su trabajo, sin importar el género. Poco a poco transformar y demostrar a esas voces necias que el arte no tiene género, que es una expresión humana esencial para la humanidad”, comparte la violinista.

Es Licenciada en Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García con especialidad en Divulgación de la Economía. En su trayectoria se ha dedicado a la coordinación de información y entrevistas, así como a la producción radiofónica.

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