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Al son del Centenario
Quizá fuera la proximidad del Día del Músico (hoy 22 de noviembre, por la patrona del gremio Santa Cecilia), pero el hecho es que en las celebraciones del Centenario de la Revolución destacó especialmente la música de concierto.
Quizá fuera la proximidad del Día del Músico (hoy 22 de noviembre, por la patrona del gremio Santa Cecilia), pero el hecho es que en las celebraciones del Centenario de la Revolución destacó especialmente la música de concierto.
Así, la música de concierto vio en estas fechas cuatro estrenos mundiales de compositores nacionales a cargo de las orquestas Sinfónica Juvenil Carlos Chávez, Sinfónica Nacional y Filarmónica de la Ciudad de México.
Primero, los jóvenes
Probablemente la más ambiciosa de las presentaciones, es la que planeó la Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez.
Con entusiasmo, la agrupación integrada por jóvenes de 15 a 32 años, que además celebra su 20 aniversario, se propuso bajo la dirección de Enrique Barrios una tarea monumental: estrenar dos obras comisionadas a jóvenes mexicanos y representar el monumental poema sinfónico y coral Independencia, con la que el compositor catalán Luis Gonzaga Jordá triunfara en el concurso que se realizó con el motivo del Centenario de la Independencia en 1910.
Para hacer Independencia , la Sinfónica Juvenil hubo de convocar a cinco cantantes y tres coros.
Sin embargo, el desempeño no estuvo a la altura de las expectativas: en la Nezahualcóyotl -que fue la función a la que este cronista asistió y la que podría considerarse de gala-, no se pudo tocar la Sinfonía no. 2, Homenaje a Posadade Armando Luna Ponce porque las partituras no estuvieron a tiempo para el ensayo .
El águila y la serpiente, de Luis Pastor, a pesar de que se siente como una obra madura y de buena factura, dejó una sensación de incertidumbre, quizá transmitida por la afinación incierta y los ataques inseguros de los metales.
Otra posibilidad es que Barrios, temeroso de que la orquesta no respondiera, hiciera una dirección tímida y poco exigente, o que sus altas exigencias no encontraran respuesta en la orquesta.
Por cierto que en Independencia fue notable la capacidad del coro y los cantantes para elevar el nivel musical.
Ibarra, simbólico
Federico Ibarra es el compositor mexicano vivo que más se ha hecho presente en este año. Primero, cuando su Sinfonía no. 2 fue retomada por Alondra de la Parra para su disco Mi alma mexicana; después con el estreno de la ópera Antonieta , y el pasado viernes con el de Duelo de siglos , obra comisionada para la reapertura de Bellas Artes y para conmemorar la gesta revolucionaria.
Duelo de siglos destacó en la programación del viernes por ser la única obra poco conocida. Rodeada por la Sinfonía India de Carlos Chávez y el Huapango de José Pablo Moncayo, fue un toque de frescura a pesar de su carácter, como le gusta a Ibarra, tétrico.
Ibarra no está para fiestas, en su obra la palabra duelo adquiere plenamente sus dos significados, como el de un combate, pero también en su acepción de luto por las víctimas que tuvieron entonces las luchas armadas.Más que una oda a la paz, Ibarra la demanda con fortissimo estruendo.
Imposible no mencionar la segunda parte del programa en el que el director huésped Niksa Bareza se apoderó de la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes para interpretar un magnífico repertorio formado por piezas de óperas famosas.
Lo que resultó fascinante e increíble es que se las arreglara para sorprender con música tan conocida.
Gabriela Ortiz, A la medida
Sin embargo, la cúspide de los estrenos llegó con Altar de fuego de Gabriela Ortiz, interpretada por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.
La obra de Ortiz se presentó como la culminación de un programa de música mexicana que inició con el simplón Tríptico mexicano de Manuel Enríquez (que gusta por su recreación de Adiós Mariquita linda , Rayando el Sol y El carretero ) pero que elevó el nivel con la magnífica Sinfonía México de Bernal Jiménez.
El público que asistió a la sala Ollin Yoliztli pudo además disfrutar de la versión original para concierto de Redes de Silvestres Revueltas, en lugar del arreglo hecho a partir de la música incidental de la película del mismo nombre.
Pero fue Altar de fuego la verdadera estrella de la función, conmovió al público y a este cronista. Sin concesiones como citas a canciones populares o a temas patrioteros, Ortiz presentó una reflexión abstracta del movimiento revolucionario llena de energía y matices, de brillos y oscuridades.
Cabe señalar que Gabriela Ortiz hizo su obra pensando en las capacidades de la Filarmónica de la Ciudad, que no son pocas, y con retos y exigencias a sus instrumentistas. Y la orquesta respondió con sabiduría y entrega en una magnífica interpretación bajo la dirección del director asistente de la OFCM, Rodrigo Macías.
Este programa se repetirá casi íntegro el domingo 28 de noviembre a las 6 de la tarde en la glorieta del Ángel de la Independencia.