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Arte e Ideas

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Caminando por la antigua Tenochtitlan, hoy

¿Qué tienen en común una arquitecta, dos ingenieros, un banquero, una profesora y una periodista? Aparentemente nada, pero el domingo pasado algo nos puso en el mismo lugar.

¿Qué tienen en común una arquitecta, dos ingenieros, un banquero, una profesora y una periodista? Aparentemente nada, pero el domingo pasado algo nos puso en el mismo lugar. Fue este gusto por la caminata y por conocer más del lugar donde vivimos que pasamos de completos desconocidos a compañeros de aventura, además entramos al pequeño grupo de personas que pueden decir que han recorrido a pie la orilla de lo que fue la gran isla de Tenochtitlan y sus alrededores.

Como verdaderos turistas en nuestro lugar de origen, caminamos por calles en las que nunca habíamos estado y, si eso ya era extraño, decir que nuestro guía fue un holandés enamorado de nuestro país lo hace todavía más excepcional.

Feike De Jong es músico, filósofo, periodista, académico, traductor, crítico de arte y un gran caminador, en realidad no se considera algo en particular, pero es el iniciador de este proyecto que surgió como inquietud personal. Luego de hacer la superposición de la isla de Tenochtitlan sobre un mapa de la ciudad actual, Feike se preguntó cómo sería caminarla en esta época, esto le llevó 51 días.

“Quise resolverlo en una forma muy personal, pero es un concepto muy poderoso (...) Cada que lo platicaba a alguien, veía mucho interés en participar de alguna forma, entonces encontré que este concepto tenía relación con la identidad y a la vez era un espacio para la creatividad y la conversación”, expresó.

Mientras caminamos, los seis aventureros, junto con Feike, vamos platicando de temas variados, también le dedicamos algunas cuadras a discutir esta relación de amor y odio que compartimos la mayoría de los citadinos con esta tierra. “Últimamente se ha vuelto un lujo poder caminar nuestra ciudad, y encontrar un grupo que coincida con esa emoción, aún más”, aseguró Alberto Montesano. “En mi caso, soy ingeniero estructural y todos los días estamos zonificando para construir, tenemos que categorizar en qué parte de la ciudad caen los edificios y por ello he tratado de mantenerme informado de lo que ha acontecido con el lago. Ir buscando trazas de algo que ya no existe es muy interesante”.

Pasan las horas y el grupo requiere algo de comer; nos paramos a almorzar en La Oaxaquita, sobre la calle Degollado esquina con Lerdo, en la colonia Guerrero, en su interior nos encontramos grabados del taller El Ajolote y, con tlayuda y curado de avena en mano, reflexionamos la llegada de estos nómadas que, al ser expulsados de varios espacios, al final llegan a esta pequeña isla donde nadie pensó que valía la pena vivir, después, conformar una sociedad que, paradójicamente, hoy es el centro de la actividad de todo México. Después de más de siete horas de recorrido, Alejandro, Idalia, Javier, Alberto, Yolanda y yo entendimos que las propuestas de las que habla Feike surgen con las pláticas. “Al compartir puntos de vista, llegan a la cabeza más preguntas que respuestas; éste es el material ideal para abrir paso a la creatividad de cada uno de los asistentes”, aseguró Feike. Este recorrido lo han hecho artistas sonoros, visuales y digitales, también programadores, estudiantes, arqueólogos, historiadores, dibujantes de cómics, maestros, poetas y, por supuesto, periodistas. Hasta hoy son alrededor de 130 personas las que han aceptado la invitación a descubrir. “El recorrido es la condición básica para que la gente pueda empezar a hacer sus propias cosas”.

Cuando los recorridos concluyan, a Feike le gustaría que la gente se apropie de este camino, “que se organice y entienda que la ciudad es suya de alguna forma y que, por curiosidad y ánimo, podrían conocer este aspecto de la geografía de la ciudad”.

Nuestro guía de aventura asegura que, como extranjero, tiene una parte de turista, por otro lado tiene una parte de migrante “estoy agradecido con el lugar que me alberga, pues tengo 20 años viviendo aquí y me imagino el resto de mis días en este país, este proyecto también es una manera de sentirme parte de la ciudad y convertirme en parte de esta sociedad, además de agradecer de alguna forma que pueda estar disfrutando de la vida que me presta este lugar”.

A veces casi no llega nadie, a veces muchas personas, explica Feike, “pero sí lo veo como un proyecto que requiere de cierta constancia y esfuerzo para que logre el efecto esperado”. Por ello continuará con estos recorridos todos los domingos hasta el 1 de abril del 2019. La cita es a las 10 de la mañana, a un costado del mercado Juárez, saliendo de la estación del metro Cuauhtémoc.

nelly.toche@eleconomista.mx

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