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Faltó lectura industrial en el tema cultural
A 20 años de vigencia del Tratado, el hoy consultor privado asegura que la identidad nacional no se vio afectada por la apertura comercial; recuerda que en el sector cultura casi todo estaba abierto.
La postura de Canadá fue determinante para dejar fuera del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el sector cultural de México, revela Jaime Serra Puche. Los canadienses no incorporaron sus industrias culturales; además, establecieron una serie de reservas a efecto de limitar a las industrias culturales norteamericanas. En cambio, nuestro país, rememora el entonces jefe de la negociación, no sólo tenía abierta la importación prácticamente en todo el sector. Juzga que la mejor garantía para no acotar el libre tránsito de mercancías y bienes fue la fortaleza de la cultura mexicana.
A 20 años de la entrada en vigor del TLCAN, Jaime Serra Puche reconstruye algunos de los escasos momentos en que su persona y el equipo de negociadores se ocuparon del campo cultural. Fueron tan sólo unos encuentros con intelectuales y artistas. Algunas discusiones, por ejemplo, cuando se propuso gravamen a la importación de libros. No hubo participación de los entonces titulares del Conaculta, Víctor Flores Olea y Rafael Tovar.
Al atenerse al parámetro canadiense, afirma, si antes existía cierta protección, se conservó, si no existía protección, no se conservó, porque no fue parte del Tratado . Reconoce que faltó una lectura industrial sobre la cultura mexicana y estima que es tiempo de tenerla, pero no en el paraguas de lo que fue la negociación del TLCAN , sino como parte de una nueva etapa del mismo o de la firma de otros acuerdos comerciales por venir, como la Alianza del Pacífico y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).
A continuación, los principales vislumbres de Jaime Serra Puche, en sus palabras, sobre el sector cultural en el marco del TLCAN. (La entrevista completa se podrá ver en unos días en el portal economiacultural.xoc.uam.mx.
RECONSTRUIR UN PROCESO
En ningún momento hubo la pretensión de México de incorporar las actividades culturales con contenido económico en el TLCAN y la razón fundamental fue porque la posición de Canadá era muy firme en ese frente, es decir, la no inclusión de sus industrias culturales.
Le pedí a Michael Wilson, quien era el ministro encargado de la negociación, que me explicara dónde estaban los temas que no acababa de entender y me dijo una cosa muy interesante. Que Canadá es una nación de frontera, que la historia de su país era un esfuerzo permanente por mantener integrados el Este con el Oeste. Y que la manera en que se habían ido protegiendo culturalmente para conservar su identidad se fincaba básicamente en la industria cultural.
Todo lo que incorpora bienes, servicios y productos culturales fue intocable. Me pareció muy sensata la argumentación de Michael Wilson. A partir de tal decisión, nosotros pensamos que para México no había ni un pro ni un contra muy grande en ese sentido, porque es de los tres países el que tiene la mayor tradición cultural, la más antigua, la más profunda. Entonces no acabo de entender cómo es que el proceso de apertura, se dice, afectó a la identidad nacional. No fue así.
No había temor como el canadiense, pero tampoco detectamos grandes ventajas en adoptar una posición similar. Tiempo atrás se decidió dejar abierta la frontera para la importación de gran diversidad de materiales culturales y educativos.
En tal perspectiva, recuerdo momentos importantes, como fue el capítulo relativo a la TV. Ellos no permitían una inversión superior a 25% por parte de los extranjeros. Nosotros nada. Fue poco el esfuerzo de liberalización que se hizo. Fijamos un límite similar simplemente como reacción espejo . Otro ejemplo: en el caso de los libros había estado abierto siempre y alguien propuso que se le fijara un arancel a la importación.
Se acercaron los actores involucrados y la gente de Conaculta para decirme: Oye, mucho cuidado para que no se vayan a encarecer los libros, sería catastrófico, porque sabemos que se lee muy poco. Hubo un intenso lobby. Buscamos apertura y no proteccionismo.
Así que el capítulo cultural quedó fuera del Tratado desde un principio. No se incorporaría y básicamente por la insistencia de los canadienses, sólo en lo relativo a la propiedad intelectual y los porcentajes de inversión en empresas. Nada que tuviera que ver con el comercio. Hubiera sido muy raro pasar de un mercado libre a otro protegido.
LAS MEJORAS
Otro ejemplo. Para la industria cinematográfica (el tratado) significó enriquecer todos los insumos tecnológicos que utilizan. Y por ende, ser más competitivos que antes. Lo que se me hace rarísimo es decir que este sector lo queremos meter para instaurar el proteccionismo. En ese sentido, el apartado de propiedad intelectual y de propiedad industrial se mejoraron mucho, con repercusiones en la innovación e inversión.
La apertura de la economía mexicana le ha dado al consumidor oportunidades muy importantes. Es otro tema cómo se va conformando la actitud y la respuesta del consumidor al tener las opciones sobre una amplia gama de productos.
Respecto de la creación del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN), surgió en virtud de que se tenía que armonizar la clasificación aduanera, la definición de las fracciones arancelarias y el grado de desagregación en cada una de las fracciones arancelarias. Entonces más bien fue un tema aduanal que un tema de decisión del INEGI.
Entiendo que el SCIAN dispersó las actividades culturales y las mezcló con áreas de esparcimiento y deportes, por citar un segmento. Esto no se decidió en el TLCAN. Ahí sí es un tema del INEGI. Me parece una magnífica idea que pudiera desagregarse de tal forma que se creara un sector cultural.
Al evaluar estos 20 años de comercio trilateral, lo que aclaro permanentemente es que no se sobrestime el efecto del Tratado ni se subestime. No fue, no es una panacea; al revés, nos ha exigido más trabajo, productividad y competitividad.
Se crearon expectativas muy grandes en torno a los efectos que tenía el Tratado en áreas que, como el caso de la cultura, no le correspondían al instrumento. Si hacemos una evaluación de la negociación, el resultado es muy bueno.
Finalmente, sobre la creación del Conaculta me parece que fue una medida muy atinada y necesaria para el país. Tengo recuerdos muy gratos de esa iniciativa, porque era una de esas decisiones que en aquella época eran refrescantes y digamos, en el contexto de las economías modernizadoras .
EL TLCAN EN CUATRO TIEMPOS
Un pintor requiere, por ejemplo, comprar pigmentos y de mejor calidad y larga duración. Éstos son obviamente un producto extranjero. Hoy en día eso significa pagar más de 100% del valor real del producto: llámese aduanas, impuestos, transportistas, etcétera. Supongo que al efectuarse el TLC éstos productos serán más baratos. Las ideas no pasan aduana; más influidos y condicionados de lo que estamos, es poco lo que puede pasar , comentó Aníbal Angulo, artista plástico, a Tiempo, 1991.
Hubo un descuido, lo que importaba era el mundo de la economía, recibir inversiones a costa de cualquier situación que se produjera en el país, incluso en la cultura ,dijo Víctor Flores Olea, ex Presidente del Conaculta, en el libro México, su apuesta por la cultura, ediciones revista Proceso, 2003.
No hay información pública, detallada o transparente sobre los flujos económicos culturales entre las tres naciones. La industria cultural de EU tiene una enorme presencia en México. La presencia inversa es casi insignificante , dijo Jesús Galindo Cáceres, en Razón y palabra No. 70, 2009.
REFERENCIAS DE CONTEXTO
Hasta la entrada en vigor del TLCAN, el INEGI contó con la Clasificación Mexicana de Actividades y Productos, que registraba nueve sectores. Ninguno tenía que ver con la cultura.
En 1997, Estados Unidos, Canadá y México adoptan el SCIAN. Se integra por 20 sectores, que permanecen hasta ahora. En esa primera versión, el sector 71 se define como Servicios de esparcimiento culturales y deportivos y otros servicios recreativos .
Justamente 20 años después, el 21 de enero del 2014, el INEGI integró la Cuenta Satélite de la Cultura en México 2008-2011. El sector cultural se encuentra disperso en nueve sectores y 103 tipos de actividades económicas, es decir, casi en la mitad del aparato productivo, a saber números de clasificación 31-33, 43-46, 51, 53, 54, 61, 71, 81 y 93. Un décimo sector se creó al medir la producción en los hogares. La aportación al PIB es de 2.7%.
Para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, entre el 2008 y el 2010, México es la primera nación exportadora de América Latina de economía creativa, con un monto de 5,000,167 millones de dólares. El PIB cultural en pesos mexicanos es de menos de 400,000 millones.
eduardo.cruz@eleconomista.mx