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Arte e Ideas

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José Luis Morán, a la cabeza de la Academia Mexicana de Ciencias

La AMC recibe a su nuevo presidente con un primer reto, integrar todos los campos del conocimiento y hacerlos parte de soluciones para el país.

La Academia Mexicana de Ciencias es la organización de científicos más grande que existe en nuestro país, con casi 2,600 miembros, todos con gran reconocimiento y trayectoria incluso a nivel mundial. Hoy esta asociación, conformada por ciencias exactas, naturales, sociales y humanidades, recibe a su nuevo presidente con un primer reto, integrar todos estos campos del conocimiento y hacerlos parte de las soluciones que el país requiere.

En entrevista para El Economista, el doctor José Luis Morán López, nos platica como enfrentará estos nuevos desafíos y además nos da la posibilidad de conocer el origen del físico que salió de su país con el firme propósito de regresar y hacer la diferencia en la ciencia que se hace en México.

Hasta hoy la participación de la academia en la solución de problemas sociales ha sido muy reducida, hay mucho talento que no ha sido usado por falta de convocatoria , por ello una de las primeras intenciones del recién llegado es generar esa discusión, identificar problemas del país, convocar a los especialistas, hacer análisis y finalmente proponer soluciones.

Morán considera esta actividad como fundamental, pues es lo que permitirá que la gente logre conectar con la ciencia y la valore, mientras no demostremos a la sociedad que somos útiles para resolver problemas, difícilmente tendremos el respaldo para exigir incrementos en la inversión de ciencia y tecnología .

A escasos días de haber tomado el cargo como presidente de esta Asociación, el investigador anunció que ya se tiene pactado el primer foro de discusión para el próximo 17 de agosto. Se trata de hablar de cooperación internacional entre México y China, enfocados en nanociencia y nanotecnología, con temas de remediación de medio ambiente y energías renovables .

El doctor Morán aprovecho para asegurar que en esta época de dificultad con la comunidad científica de Estados Unidos, -la más cercana a México por tradición-, se presentan oportunidades de ver hacia otros países e intensificar la colaboración, como China, que por mucho tiempo ha sido un enigma para México, por la lejanía o el idioma, pero que sin duda tiene mucho que aportar .

Otra oportunidad de colaboración será a través de Presidencia y su Consejo Consultivo de Ciencia conozco ambos lados (gobierno y científicos) y sé de la importancia que tiene el acudir a los llamados que haga el gobierno federal para discutir problemas de interés nacional, en ese sentido estaremos muy interesados en colaborar .

Sobre la actividad regional, aseguró que aunque ha crecido, todavía hay que picar piedra, pues inclusive los rectores de las universidades difícilmente aprecian el valor de la investigación científica. Estos son procesos lentos y hay que incentivar los programas y proyectos para que se generen grupos de investigación con temas de interés regional.

El físico que salió de Charcas

Ser el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias sin duda conlleva una agenda muy apretada. Sin embargo, José Luis, asiduo a las lecturas de Hermann Hesse, Jorge Ibargüengoitia y García Márquez, se toma unos minutos para platicar de sus inicios, mismos que lo llevaron a ocupar este nuevo cargo lleno de retos.

Nací en Charcas, San Luis Potosí, hijo de maestros de educación primaria, fui el menor de tres hermanos y siempre cursé educación pública.

Mi padre tenía una pequeña biblioteca, él era juarista, por lo que teníamos lecturas sencillas de historia y algunas enciclopedias, sin embargo, en la secundaria es donde yo identifico mi vocación.

Antonio Aguilar Rodríguez, mi maestro de química, fue el culpable. Charcas es un pueblo minero y él era técnico de la mina, trabajaba en el laboratorio donde se hacia el tratamiento de zinc y plomo. Nos enseñó química y cosas relacionadas con separación de metales, su clase era la más interesante porque las acompañaba de visitas a la mina.

Parecía como mágico, que de esas piedras eventualmente llegaras a la extracción de metales y luego aplicarlas en la industria, eso llamó toda mi atención. Posteriormente, en la preparatoria literalmente mis hermanos mayores me escogieron los maestros, por supuesto a los más estrictos, eso lo agradecí tiempo después, ya que salí muy preparado y me ayudaría para la época de universidad .

Producto de un error de fecha, el doctor Morán no presentó el examen para entrar a química y sus asesores le recomendaron no dejar pasar la oportunidad y buscar un lugar en la física, aunque sus padres no estaban muy convencidos de qué hacía un físico, lo apoyaron, así el hoy líder en temas de teoría electrónica de la segregación, con numerosos premios a cuestas, fue que encontró su verdadera vocación.

En ese entonces para los grados avanzados en física en la Universidad Autónoma de San Luis, prácticamente no teníamos clase, éramos autodidactas, al final para los que no renunciamos, fue una ventaja, tener la capacidad de resolver por uno mismo los problemas es una disciplina que, aunque fue circunstancial, es indispensable para cualquier investigador .

Tener tiempo para varios tipos de lecturas, llevo al grupo de jóvenes en ese entonces a generar pensamientos revolucionarios, por lo que Antonio se convirtió incluso en intermediario del movimiento del 68, hasta que este fue apagado por las autoridades.

Posteriormente, ante la falta de oportunidades, Morán tuvo que emigrar para investigar y hacer posgrados en otros países, pero con la firme convicción de regresar.

Y así lo hizo pues, en los 80 un grupo de científicos regresó a San Luis para crear el primer sistema de contratación para investigadores, estructurar los programas de posgrado y ahora el Instituto de Física de la UASLP incluso cuenta con 16 investigadores SNI.

De ahí el doctor Morán no ha parado su labor en el Estado y hoy la hace extensiva desde su nuevo puesto, el cual está respaldado por sus tres hijos y su esposa, quien desde 1973 lo ha seguido a todas partes del mundo donde el investigador ha colaborado.

nelly.toche@eleconomista.mx

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