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Arte e Ideas

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La relación entre gestión cultural y economía

El coautor del libro La Economía Naranja, una oportunidad infinita, Felipe Buitrago, expuso en Xalapa los principios a tener en cuenta para una inversión en el capital cultural en Latinoamérica.

Xalapa, Ver. Para cerrar el ciclo de conferencias del III Foro de Industrias Culturales y Creativas, organizado en Xalapa por el Instituto Veracruzano de la Cultura, se presentó Felipe Buitrago, economista y coautor del concepto economía naranja.

La economía naranja es considerada por sus creadores como la Cuarta Revolución Industrial, un tema que apenas se está descubriendo y discutiendo. Los mismos autores del libro Economía Naranja: una oportunidad infinita aceptan que es algo en evolución permanente y existe todavía una gran posibilidad de discusión al respecto. Algo así como un conversatorio constante.

La economía naranja busca utilizar este principio del intercambio de ideas para romper con la creencia tradicional de que la cultura y la economía son antagónicas y resultan en desastre. Para lograr esta ruptura se busca una zona común en donde diferentes maneras de entender la cultura y el capital humano trabajen en conjunto para crear proyectos que sean viables y generen ingresos.

Las industrias culturales, según Felipe Buitrago, se dividen entre las tradicionales, donde caben las publicaciones, el cine, la televisión, fotografía, la música, teatro, danza, arquitectura, entre muchas otras, y las nuevas expresiones, como multimedia, publicidad, los videojuegos, el software y los soportes de medios.

La economía naranja busca entonces crear vínculos entre las artes y el patrimonio así como entre las industrias culturales convencionales y las creaciones funcionales, como son los nuevos medios y la tecnología aplicada a la divulgación.

El factor tecnológico es imprescindible para que esta maquinaria antes propuesta pueda ponerse en marcha. Existen tecnologías específicas asociables a estas nuevas dinámicas de intercambio, como el Internet de las Cosas, el Internet de las Personas, el Big Data y hasta la genómica , expone Buitrago, herramientas que propician interacciones que ya estamos viviendo en la actualidad como algo cotidiano.

El papel de la economía ?en la cultura

El valor monetario está relacionado con una multiplicidad de factores. Por un lado, se encuentra una serie de condiciones técnicas relacionadas con la capacidad productiva de la economía, o la seriedad y solidez de las instituciones que la respaldan , se lee en el libro de Buitrago y Duque. Pero es necesario tener en cuenta los elementos no cuantificables, como la creatividad, el espíritu emprendedor y los valores sociales que rodean a una idea.

América Latina es la segunda región más urbanizada del mundo occidental, y esto es una desventaja. La fórmula para absorber la producción de oportunidades es ser mucho más creativos de lo que han sido quienes han tenido este reto en el pasado .

Pero la región no carece de creatividad. Gracias a la conjunción entre contenidos culturales y simbólicos y las nuevas tecnologías, hay un campo fértil para comenzar a inyectar capital en las industrias creativas en la región. Lo que hace falta es crear redes que comuniquen a los creadores con los facilitadores.

¿Cómo saber si funciona?

Lo primero es realizar un mapeo que permita comprender la contribución económica de un sector con vacíos de información. Es una especie de radiografía del proyecto y su entorno. Las estadísticas también son esenciales, en especial las de producción y consumo, para medir la innovación de una idea.

La economía naranja propone crear cuentas satélite que permiten tener una medición constante y confiable derivada de la información proveniente de cuentas nacionales. En el caso de México serían la información del Inegi y la Cuenta Satélite de la Cultura de México.

El siguiente punto en la pirámide son los indicadores, que permiten hacer un seguimiento constante del proyecto evaluado y su desempeño global de las actividades culturales y creativas para su comparativo. Por último, es importante apuntar el radar también a la información económica y cultural que circula ya sea por medios tradicionales o tecnológicos.

La invitación es a tomar riesgos informados, haciendo las evaluaciones necesarias pero apostando por un capital cultural que permita la generación de nuevas ideas.

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