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Las dehesas de Germán
En sus muchas actividades, Germán Dehesa fue un formador, no informador. En sus métodos educativos siempre poco ortodoxos, el Dehesa profesor provocaba a pensar y discutir, lo que convertía su salón en un espacio lúdico y lleno de historias.
No recuerdo de quien es la cita original. Sí recuerdo que fue José María Espinasa el que la citó: La patria es en donde uno estudia la preparatoria . Lo mismo me sucede con la siguiente frase: La memoria es la inteligencia de los idiotas . No sé quien la dijo o escribió por primera vez; yo, sin embargo, se la escuché en la década de los ochenta a uno de los profesores de literatura de mi patria, que entonces se llamaba y se llama Colegio Madrid, una escuela para refugiados, hijos de refugiados y, ahora, nietos de refugiados españoles, chilenos, argentinos y uruguayos.
Las dehesas de Germán, decidor de aquella sentencia, fueron muchas: la docencia, la escritura, el teatro, los talleres y el periodismo. Y en todas fue un formador, no informador. ¿Qué quiere decir esto? Que te provocaba pensar, discutir, disfrutar de los dones de la inteligencia por encima de la memorización de nombres, fechas, datos, referencias.
Sus clases de literatura eran una delicia. Puedo afirmar que a varios de mis amigos y a mí nos marcaron, nos formaron para siempre. Desde que Germán Dehesa entraba al salón hasta que acababa la clase, el mundo se convertía en un espacio lúdico, divertido y lleno de historias asombrosas.
Su manera de enseñar era simple: no nos obligaba a leer o analizar libro alguno, sino con la naturalidad de quien ha vivido en Sumeria (considerada la primera civilización del mundo) nos platicaba las aventuras de Gilgamesh y Enkidu, y cómo el primero le envió al segundo a una prostituta de nombre Damhat para, después de hacerle el amor durante siete días con sus noches, lo convenciera de que, por ejemplo, la sabiduría es mejor que la brutalidad. Y luego nos contaba los pasajes principales de La Ilíada, de La Odisea, y así se seguía con la historia de la literatura universal hasta llegar, por supuesto, a su propia dramaturgia, que, en aquel entonces, solía representar en un pequeño foro de la Librería Gandhi, pues era buen amigo del librero Mauricio Achar.
Y si bien los métodos educativos de Germán Dehesa eran poco ortodoxos, más lo eran sus exámenes: cada mes teníamos que leer cierta cantidad de libros, los que nosotros escogiéramos, y los sábados día que ciertamente no había clases y la escuela se mantenía cerrada nos citaba fuera del colegio, en su auto, para discutir ahí nuestras lecturas, lo que con el tiempo se convirtió en un reto: llevar leído algún libro que desconociera el maestro, hecho que nunca logramos.
Cuando por la edad tuvimos que exiliarnos en tal o cual universidad, también don Germán diversifico sus dehesas y, a raíz de su presencia en varios programas de televisión de diversa índole, y gracias a su inteligencia y humor casi siempre punzante, se volvió famoso, y sus libros y columnas periodísticas, más leídas. Yo le seguí la pista a la distancia, siempre con el cariño que se le tiene a un maestro entrañable.
Don Germán Dehesa (1944-2010), se le va a extrañar.
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